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Red Internacional
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RECITAL. Los chicos solo quieren divertirte

Franz Ferdinand visitó Argentina por cuarta vez y realizó su sexto show en estas tierras. En esta ocasión mostraron su vigencia, estilo y personalidad en el Estadio Malvinas Argentinas, ante más de 5000 personas que no pararon de gritar y bailar.

Lionel Pasteloff @LionelPasteloff

Viernes 3 de octubre de 2014

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Fotografia: Antonella Mustacato

"Hay hombres que solo quieren ver arder el mundo" reza un personaje en una película reciente de Batman. La sentencia le cae perfecto al cuarteto que el viernes pasado convirtió el microestadio de Argentinos Juniors en un local bailable. La banda escocesa demostró que la fórmula que algunos auguraban gastada tras el segundo disco, sigue firme. Luego de los mencionados y casi simultáneos primeros álbumes ("Franz Ferdinand" y "You Could Have It So Much Better"), en los que dejaron ver sus dotes para componer hits de doble guitarra y coros pegadizos, se animaron a cambiar. En "Tonight: Franz Ferdinand", las máquinas tomaron protagonismo y la ecuación no fue la misma, pero salieron airosos. Volvieron al ruedo en 2013, con "Right Thoughts, Right Words, Right Action", con un cuidado proceso de preparación, intentando no "quemar" el disco antes de tiempo, algo que consideraban haber realizado antes.

Arribaron al país luego de tocar a favor de la independencia de Escocia. Tres de los cuatro músicos nacieron en Inglaterra, pero el grupo se formó en la ahora reafirmada nación del Reino Unido. En este show se vio mucho de lo antes narrado. Caos, adrenalina y mucha profesionalidad. Kapranos es un líder que no necesita valerse de la ampulosidad ni de la verborragia. Se mueve y habla en dosis iguales. Sólo lo necesario, como quien administra la demagogia oportunamente. Nick Mc Carthy surge como un gran complemento. No sólo en su función de ser "la otra guitarra", sino también cantando y liderando la escena en vivo. No necesitan interactuar demasiado para que se los asocie como dupla. Bob Hardy es el cliché del bajista: Perfil bajo, moderación (incluso en los momentos más álgidos) y mucha eficiencia. Por momentos, marca el pulso de la banda, sin que eso parezca modificar su temple. Paul Thomson, lejos de ser meramente un baterista, es quien se ocupa de varios de los criterios estéticos, hace coros, comenzó en la banda como guitarrista y domina varios instrumentos. Dijo que lo que le gusta es el "ritmo", y se nota.

El concierto se repartió entre los cuatro discos, permitiéndose un lado B como "Erdbeer Mund". Curiosamente hubo casi tantas canciones del último disco como del primero. Esto no hace más que evidenciar la modernidad de los temas y lo frescos que aún suenan. Se escucharon casi todos los clásicos: "Take Me Out", "The Dark of the Matinee", "Do You Want To", "This Fire", "Ulysses" y varios más. Sonaron otras gemas no tan populares, pero muy solicitadas, como "Outsiders" (con su clásico final a ocho manos, con toda la banda haciendo un set de percusión), "Walk Away", "Darts of Pleasure" o "Michael". La actuación duró dos horas y fue más que suficiente (antes hubo una hora de "Wild Beasts", banda del mismo sello). Los que ya conocían a los archiduques, se fueron con la dosis de siempre. Los nuevos, convencidos de que sigue siendo "la banda nueva a ver", por más que los años pasen. El fuego sigue fuera de control.