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Red Internacional
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Reportaje. Los despidos de la UTEM: retratos de la educación de mercado

En 2024, despidos masivos en universidades públicas como la Universidad de Antofagasta, UFRO y UTEM dejaron a cientos de trabajadores en incertidumbre, afectando su dignidad laboral, incluso en casos de licencias médicas o denuncias de abuso.

Jueves 19 de diciembre de 2024

Cada año, el Estado deja en la incertidumbre a miles de trabajadores. Este 2024, los despidos masivos en universidades públicas como la Universidad de Antofagasta y la UFRO se han convertido en un golpe directo a la dignidad laboral. La UTEM no fue la excepción: decenas de trabajadores fueron desvinculados, muchos en pleno desarrollo de licencias médicas o tras haber denunciado abusos laborales.

En estas historias, la burocracia y el hostigamiento se mezclan con la falta de empatía. Son testimonios que retratan una crisis más amplia: el despojo de derechos laborales en el marco de ajustes fiscales y una educación tratada como negocio.

"Me aislaron de todo"

Jennifer Blázquez ingresó a la UTEM en 2018 como técnico en enfermería. Lo que inició como una oportunidad laboral terminó siendo una experiencia desgastante. “No podía ni siquiera ir al baño tranquila. Mi jefa llamaba cada cinco minutos para saber dónde estaba”.

Jennifer intentó denunciar el hostigamiento, pero enfrentó indiferencia. “Cuando hablé con el doctor Uribe, en vez de buscar soluciones, me preguntó qué haría cuando viera a Laura, como si fuera mi responsabilidad”.

El acoso constante la llevó a una licencia psicológica. Insomnio, crisis de pánico y una profunda sensación de abandono marcaron su rutina. Al regresar, en lugar de apoyo, fue aislada. “Me mandaban siempre a sedes externas para no toparme con el equipo en Macul”.

Finalmente, recibió su carta de no renovación sin explicaciones claras.

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"Una lógica de descarte"

Carla Sánchez vivió una experiencia similar. Tras reportar irregularidades administrativas, comenzó a ser relegada. “Me aislaban. Quitaron mi nombre de proyectos en los que trabajé por años”.

El despido llegó mientras estaba con licencia médica. Sin advertencia. Sin reunión previa. “Te tratan como un número. Da igual cuántos años dedicaste, cuánto diste por la institución”.

La herida de lo personal

Para muchos trabajadores, las relaciones laborales se tornaron abusivas. La mezcla de lo personal con lo profesional se volvió una constante. Jennifer recuerda una reunión con su jefa tras presentar sus quejas: “Me dijo que estaba decepcionada. ‘Te invité a mi casa y me pagas así’, fueron sus palabras. Desde entonces, todo se volvió más hostil”.

Estos patrones no son aislados. Otras historias dentro de la UTEM y a nivel nacional se repiten y revelan dinámicas similares: exclusión, hostigamiento y el silenciamiento de denuncias.

“Ser despedido con elogios”

Entre las voces destaca un técnico en enfermería que cuestiona la incongruencia de su despido. “Ser despedido con una carta de recomendación que habla maravillas de mí, pero dice ‘no cumples con los estándares’, es indignante”, expresó.

Relató cómo situaciones similares se han repetido en otros trabajos, con jefaturas arbitrarias que normalizan el maltrato laboral. “Me he visto obligado a dejar trabajos por estas razones. En uno anterior, simplemente porque alimentaba a unos perros en el centro de salud, fui increpado de manera humillante”.

Estas experiencias dejan huellas no solo económicas, sino también emocionales.

El trabajo invisible y el desgaste emocional

El testimonio del técnico en enfermería expone, además, una realidad sistemática: los bajos salarios y la invisibilización de su labor. “No estamos considerados en el Código Sanitario; esto nos obliga a hacer interminables turnos para sobrevivir”, afirmó.

La situación, según explicó, no es sostenible. “No se puede vivir con 500 mil pesos cuando nuestra labor salva vidas. Somos quienes más hacemos en los recintos médicos, pero seguimos siendo invisibles”.

La carga emocional que conllevan estos despidos se refleja en cada testimonio. Un trabajador despedido describe el impacto de la incertidumbre. “En lugar de descansar en estas fechas, tengo que buscar otro empleo. Es agotador”.

En su caso, la desvinculación no es solo una pérdida económica. “He trabajado en diversos centros, como Colina o el San José, donde también se tapan muchas cosas. Quiero que esto se visibilice y se escuche nuestra voz”.

Más allá del caso UTEM: la lucha por la educación pública

Los despidos en la UTEM son solo una pieza en un escenario más amplio. En las últimas semanas, más de 600 trabajadoras y trabajadores de universidades públicas han sido desvinculados. Este fenómeno responde a una combinación de políticas de ajuste fiscal y las lógicas neoliberales heredadas de la dictadura, que sostienen un modelo educativo donde quienes sostienen el sistema son tratados como piezas descartables.

La reciente resolución de la Contraloría, que extendió de dos a cinco años el periodo para alcanzar la "confianza legítima" en el sector público, ha sido utilizada como una herramienta para justificar despidos masivos en universidades estatales. Esta medida ha servido como carta blanca para que las rectorías desvinculen a cientos de trabajadores y trabajadoras, despojándolos de estabilidad laboral.

Además, las políticas de ajuste fiscal impulsadas por el ministro de Hacienda, Mario Marcel, junto con las directrices del ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, proyectan un recorte de más de 600 millones de dólares para el financiamiento de las universidades estatales en 2025. Esta reducción presupuestaria, lejos de fortalecer la educación pública, profundiza la precariedad de sus trabajadores y amenaza la calidad y accesibilidad del sistema educativo en Chile.

Las historias de Jennifer, Carla y otros trabajadores de la UTEM reflejan una realidad alarmante. No son solo despidos. Son vidas quebradas por la indiferencia de un sistema que privilegia una visión empresarial de la educación.

Bajo estas reflexiones, desde la Agrupación Nuestra Clase Universidades manifestaron que han iniciado una campaña junto a las trabajadoras y trabajadores de la UTEM para visibilizar esta crisis.

“Es imperativo movilizarnos y convocar una jornada nacional en defensa de los puestos de trabajo en la educación pública. Estos despidos no solo precarizan nuestras vidas, sino que empujan a cientos de familias a enfrentar nuevamente la incertidumbre en un contexto de crisis económica y social” señaló Joseffe Cáceres, integrante de la agrupación.

“Es hora de organizarnos en una red de apoyo y acción, que incluya a agrupaciones y personas comprometidas con la defensa de una educación pública”, concluyó Cáceres.

Un llamado a las dirigencias sindicales y la unidad en defensa de la educación pública

El silencio y la inacción de las dirigencias sindicales frente a los despidos masivos en universidades públicas evidencian una subordinación a las lógicas de la educación de mercado que este gobierno ha mantenido como política. Este inmovilismo traiciona a los cientos de trabajadores despedidos, cuyos derechos laborales han sido pisoteados en nombre del ajuste fiscal y la gestión empresarial de la educación.

Es urgente interpelar a estas dirigencias para que abandonen la comodidad de la indiferencia, necesitamos adoptar una disposición real de lucha. Defender a los trabajadores despedidos y resistir estas políticas no es solo una obligación moral, sino una tarea política imprescindible para garantizar la supervivencia de una educación pública digna.

El momento exige más que declaraciones simbólicas: es tiempo de construir unidad entre trabajadores y estudiantes, quienes comparten un destino común bajo un sistema que prioriza la rentabilidad sobre el derecho a la educación. Sólo mediante la organización y la movilización conjunta será posible detener los despidos, proteger a las familias afectadas y asegurar que la educación pública no siga siendo un botín de políticas neoliberales.

Convocamos a todas las fuerzas sociales y sindicales a sumarse a esta lucha, y exigimos que las dirigencias asuman su responsabilidad histórica. En tiempos de crisis y retrocesos, la unidad y la acción son nuestras mejores herramientas para defender no solo los puestos de trabajo, sino el futuro de la educación pública en Chile.