En un hecho insólito la subsecretaria de la Niñez (Ministerio de Desarrollo Social), Carol Bown, señaló “Tenemos que ver cuál es la mejor opción de sancionar a un juez o jueza que, por sus ideologías, se transforma en un peligro para la sociedad”, dichos que aun cuando fueron rechazados desde la propia Moneda, muestran el ánimo de censura que existe en la derecha más dura.
Lunes 10 de agosto de 2020
Que una autoridad de gobierno (poder ejecutivo), como lo es Bown, se entrometa en la autonomía ideológica de las autoridades del poder judicial raya en lo dictatorial, pero el problema de fondo no es si los jueces deben o no fallar con autonomía del resto de los poderes del Estado, o si deben ser electos por su ideología o “falta” de esta.
Recordemos que días antes, la polémica estuvo en la sala del senado donde se rechazó la nominación Raúl Mera como nuevo integrante de la Corte Suprema.
Mera había sido cuestionado por sus fallos que absolvieron a cuatro carabineros que participaron del arresto, tortura y luego asesinato de Cecilia Magni y Raul Pellegrin, máximos dirigentes del FPMR (Autónomo) durante la dictadura militar y luego por rechazar un recurso de protección por parte de las comunidades de Quintero y Puchincaví donde denunciaban la contaminación en 2019 (este falló luego fue revocado por la suprema).
Además, en los 22 años que lleva el actual sistema de elección de los ministros que componen el máximo tribunal del país, en cuatro ocasiones previas habían sido rechazados jueces, dos de ellos por la derecha debido a que fueron persecutores de violadores de DDHH (Milton Juica y Carlos Cerda).
Actualmente el sistema de carrera al interior de la institución ha sufrido en reiteradas ocasiones críticas debido a la forma en que son electos cada escalafón judicial.
Para ser ministro de las Corte de Apelaciones se debe tener el visto bueno de la Corte Suprema (que genera una terna) y que luego designa el presidente. Para acceder a la Suprema, a su vez se nomina un grupo y vota el senado. En ambos casos y luego de años de binominal, los dos bloques tradicionales buscaron construir un “equilibrio” ideológico entre la derecha y la exConcertación, misma situación que ocurre en el Tribunal Constitucional.
Este entramado de postulaciones a dedo y designaciones es el caldo de cultivo predilecto para el cuoteo, donde los jueces están íntimamente ligados por cientos de fibras al poder político, y por vía de este, al poder económico del país.
Por eso los dichos de Bown no son ni un exabrupto ni una exageración. El sistema ya opera con ese criterio. Nadie llega a ser juez ni de Apelaciones ni Suprema por su solo mérito, sino que debe contar con el visto bueno de los partidos políticos que defienden con uña y dientes el modelo heredado de la dictadura.
Necesitamos la elección popular de los jueces.
Además de ser un escalafón privilegiado de la sociedad, la justicia opera a espaldas de la clase trabajadora y los sectores populares.
Mientras condenan a un joven profesor por romper un torniquete, mantiene a miles de presos políticos de la revuelta o actúa de forma racista contra el pueblo mapuche, envía a empresarios a clases de ética como forma de exculpar los millones y millones de pesos defraudados al fisco.
O mientras políticos como Ivan Moreira, Novoa o Longueira pagaron poco o nada luego de haber construido un esquema de financiamiento ilegal de la política.
Esto es porque en Chile, y en toda la sociedad capitalista, tenemos una justicia para ricos y una para pobres, una para pobres que condena con hierro y cárcel a la mayoría de los sectores populares y una para ricos que envía a cárceles de lujo a violadores de DDHH o clases de ética para los empresarios.
Necesitamos terminar con este sistema judicial, que abra paso a la elección popular de los jueces, juicios por jurado y que toda magistratura gane lo mismo que una profesora. Y para esto tenemos una oportunidad en el proceso constituyente, pero que tal como esta, lleno de los límites impuestos por la derecha, sera imposible, por eso la importancia que sea una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, donde podamos decidir que tipo de administración de la justicia queremos, si mantener una justicia clasista y patriarcal, o una justicia realmente demócratica.