Aunque haya otras discusiones en los diarios de esta semana, la discusión central, sin lugar a dudas, es la del asesinato de Rémi Fraisse, el domingo pasado, durante los enfrentamientos entre policías y los manifestantes que se oponen a la represa de Sievens, en el sur de Francia.
Domingo 2 de noviembre de 2014 10:57
Una cosa es clara, la policía, el gobierno, la oposición y todos los medios, quieren evitar cualquier desprestigio de las fuerzas del orden.
Aunque ya se sabía de la muerte de Rémi el domingo por la tarde, solamente Libération y Le monde lo pusieron en su tapa. Con mucho cuidado, y ante el silencio del gobierno, nadie se aventuraba a decir algo que pudiera complicar a François Hollande, al primer ministro Valls o al ministro del interior Cazeneuve.
Un pequeño paréntesis se merece la edición de Libération que titula, al lado del pequeño recuadro sobre Rémi “por qué la [centro]izquierda puede morir”. Centra así su edición en una encuesta propia que muestra la dispersión de la [centro] izquierda entre ecologistas (de izquierda y de centro), antiliberales, liberales, socialdemócratas clásicos y conservadores de izquierda. Para libération, es un gran problema que la familia de [centro] izquierda no esté unida en vistas de las elecciones de… 2017. Ciertamente el muerte de Rémi, en manos de la policía dirigida por los socialistas, poco tendrá que ver, al menos para la edición del lunes por la mañana. Qué capacidad de previsión.
A parti del martes el casi silencio cambia y los diarios empiezan a centrarse en la muerte de Rémi Fraisse, y no es para menos, ya que desde 1986 que no había un muerto en una manifestación. Y el gobierno ya estaba en problemas, viendo como salir entero de esta crisis. Era normal que se transforme en el hecho político número uno.
Se ven claramente dos líneas editoriales, la de derecha de Le Figaro, y una “más a izquierda”, de Libération. El primero va a hablar más de la violencia de los manifestantes anarquistas. Para el editorialista, “no es la gendarmería ni el ministro del interior quienes deberían estar en el banco de los acusados”, son obviamente los violentos izquierdistas. Es un discurso muy similar al de la ultraderecha de Marine LePen, quien luego de dar sus condolencias, empieza a despotricar contra los “grupúsculos” de izquierda que deberían ser prohibidos.
Poco importa que Rémi haya muerto por una “granada ofensiva”, arma supuestamente no letal que utiliza la gendarmería y la policía antimotines. Poco importa que la represa sea un proyecto faraónico que beneficiará a un puñado de grandes agricultores. Ciertamente la derecha, al igual que la centroizquierda, le reprochan al gobierno su poca reactividad y la dificultad que tiene para impulsar proyectos de gran escala. Quieren obviamente sacar crédito político de esta crisis.
Pero el problema de la violencia “legítima” del estado es central para la derecha. Aunque quieran minar la autoridad del gobierno, aunque quieran minar su “popularidad”, se cuidan bien de no minar la autoridad del estado, sobre todo la de las fuerzas de represión. Están de acuerdo con el ministro del interior Cazeneuve cuando dice que no hubo exceso en la represión.
En este sentido es necesario remarcar el rol de los sindicatos policiales, que, preocupados por la suspensión del uso de las “granadas ofensivas”, salieron a pedir que se vuelvan a autorizar lo más rápido posible, pues es un arma indispensable para mantener el orden y asegurar la salud física de policías y gendarmes. El sindicato policial juega su rol, pedir mejores condiciones de trabajo … para reprimir mejor (aunque haya muertos).
La centro izquierda por su parte intenta imponer una salida institucional. Libération le da aire a la línea reformista de EE-LV (europe écologie-les verts). Este partido, que hasta la llegada de Manuel Valls como primer ministro eran parte del gobierno, intenta aparecer como la oposición institucional a la represa. También intenta canalizar la bronca que existe por la muerte de Rémi hacia manifestaciones pacifistas, sentadas, pero sobre todo creando ilusiones en el diálogo institucional. Libération parece ser su portavoz.