La juventud vive de por sí condiciones de trabajo precarias y sin derechos laborales, pero la crisis que ha traído el Covid-19 va a agudizar el problema.
Miércoles 3 de junio de 2020
Si el capitalismo contemporáneo les ofrece pocas oportunidades a los jóvenes, con trabajos sin estabilidad ni prestaciones básicas, en lugares como call centers, restaurantes de comida rápida o aplicaciones como uber y rappi; esta situación se va a agravar con la crisis que atravesamos derivada de las medidas tomadas por los empresarios y el gobierno frente a la pandemia.
En México, la tasa de desocupación en la juventud económicamente activa es del doble del de la población en general, siendo que la mitad de los desocupados pertenecen al grupo de jóvenes de entre 15 a 29 años, mientras que la mitad restante se distribuye en tres grupos que engloban al resto de adultos jóvenes, adultos mayores y personas de la tercera edad, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi.
Esta situación, de por si preocupante, generadora de problemas sociales muy profundos como el aumento de la violencia, va a agudizarse según lo ha alertado la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a escala global.
Así, en lugar de aprovechar el llamado “bono demográfico” que plantea la posibilidad de aprovechar el hecho de tener a muchos jóvenes en edad de trabajar y con la capacidad de estudiar y desarrollarse, en México tenemos a millones de jóvenes a los que este sistema no les ofrece un futuro, ni un trabajo digno.
En México, hay que sumar a esta problemática el hecho de que según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el país hay 890,416 jóvenes menores de 29 años en edad de trabajar, de los cuales el 64.5% (632,468) pertenecen a los estratos socioeconómicos bajos y medios bajos. Es decir que dos terceras partes de la juventud son pobres, por lo que tienen menos oportunidades de poder encontrar condiciones de vida que les permitan desarrollar sus capacidades, acceder a una educación de calidad o disfrutar de la cultura y el arte.
Una problemática adicional es la de la subocupación, la cual también afecta de manera más acentuada a los jóvenes y es que los nuevos esquemas laborales en los que se emplea la juventud, conocidos como “freelance”, implican tener cero prestaciones y no contar con una relación laboral formal. Por medio de estos esquemas y de otros como el outsourcing o el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, las patronales se ahorran millones exprimiendo a jóvenes que buscan obtener ingresos para intentar tener al menos cierta independencia con respecto a sus padres.
La crisis recae especialmente sobre la juventud
Un factor más que también afecta a los jóvenes en esta pandemia es la incapacidad de poder acceder a la educación con las medidas de distanciamiento social, y es que mientras a los gobiernos y las autoridades educativas se les hace fácil decretar clases en línea, la realidad que enfrentan millones de estudiantes es que no cuentan con los materiales necesarios para poder llevar adelante sus tareas, clases o trabajos.
Si tomamos en cuenta que, en México, una gran cantidad de los jóvenes menores de 29 años que trabajan, también estudian, podemos entender que sea este sector el que se vea con importantes dificultades para poder continuar su formación. Para la OIT hay un “retraso probable” que van a enfrentar millones de jóvenes dados los filtros que enfrentarán amplios sectores para poder continuar estudiando.
Y es que la educación a distancia es un privilegio para un sector, dadas las condiciones de precariedad y rezago tecnológico en diferentes regiones del país y por ende el acceso limitado a dispositivos móviles, computadoras o internet que enfrentan miles de estudiantes.
Rebelde o precarizada
Ante este escenario donde la crisis sanitaria va a agudizar problemáticas sociales afectando millones de empleos, la juventud no debe resignarse a una vida de esclavitud asalariada, sin derechos laborales y sin acceso a una educación de calidad. Es fundamental que alce la cabeza y se comience a organizar para recuperar sus derechos.
En el país, ya los jóvenes trabajadores de aplicaciones móviles han comenzado a manifestarse para exigir que se les reconozcan derechos elementales, al mismo tiempo que estudiantes de la Escuela de Derecho Ponciano Arriaga (EDPA) mantienen una lucha para defender su derecho a la educación aún a pesar de la pandemia. Estos son ejemplos muy valiosos de cómo debe responder la juventud a las condiciones que buscan imponernos.
El gobierno y los empresarios nunca nos han regalado nada. Solo con lucha y organización, como propone Asamblea de Profesores de Asignatura de la UACM en Lucha con su llamado a impulsar un Frente Nacional Contra la Precarización Laboral, podremos conquistar condiciones de vida dignas.