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Red Internacional
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Tribuna abierta. Los medios y los fines

Algunas reflexiones sobre medios de comunicación, política, sociedad y juventud con un objetivo: a falta de conclusiones, una invitación a ponerse en movimiento.

Martes 22 de diciembre de 2020

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Seguramente los y las lectoras de este medio ya estén al tanto de la táctica política del momento, la votación parlamentaria respecto al Aborto Legal, Seguro y Gratuito amalgamada a la discusión sobre la nueva fórmula de movilidad jubilatoria. Para no reiterar lo ya dicho, se puede resumir de la siguiente manera: el Gobierno dio su beneplácito elevando un proyecto propio -con modificaciones respecto a la objeción de conciencia- relativo a la legalización del aborto luego de un año de reclamos por parte de los feminismos y organizaciones sociales, que fue votado afirmativamente en Diputados el 11 de diciembre pasado; ese mismo día, en la vereda de enfrente donde se eleva el recinto que acobija a la Cámara de Senadores, con suma discreción conseguía media sanción la nueva fórmula de actualización jubilatoria, que implica una desindexación de los aumentos previsionales respecto a la inflación y su emparejamiento a la recaudación fiscal de la Anses y la variación salarial en un momento donde ambos elementos sufren una caída pronunciada mientras el primero se eleva desencajadamente. Este 29 de diciembre, por lo tanto, se hará un enroque y se votará en sus respectivos parlamentos la sanción definitiva -o su rechazo- de ambas leyes. Ampliación de derechos sociales, identitarios y culturales, por un lado, y sangría de derechos económicos por el otro.

Surge en quienes estudiamos ciencias sociales, y en otros individuos atentos a la dinámica de lo político, una pregunta por el desgastado título del “rol de los medios”. Hay quienes otorgan un halo de omnipotencia a “los fierros” mediáticos y, en el reverso habitual a cualquier postura extremista, lxs que creen que, en última instancia, los medios de comunicación no importan tanto en la agenda política. “¡Los medios están ocultando el saqueo a los jubilados con el tema del aborto!”, braman algunos menospreciando el proyecto de IVE. El grito contrario puede bifurcarse entre la supuesta imparcialidad de los medios de comunicación y sus periodistas, la importancia relativa de uno u otro asunto a la hora de elegir qué contar, las rememoranzas de gobiernos que, aún con titulares de periódicos atajando la pintura descascarada, terminan irremediablemente cayendo. Apocalípticos e integrados.

Quizás esta columna sea una especie de respuesta al último newsletter de Fernando Rosso. Allí, él afirma que “el primer escollo con el que se encuentra quien aspira a ejercer un periodismo libre es la dependencia de la lógica empresaria. Libertad de empresa no es sinónimo de libertad de prensa”. Y aquí habría que pensar en qué consiste la “empresa periodística”, porque ya no nos encontramos con los viejos periódicos de fines del siglo XIX, financiados por suscriptores pertenecientes a su respectiva élite, que disparaban sus argumentos desde la trinchera de una figura política en vías de tomar el poder. Tampoco son las empresas mediáticas del siglo XX cuyas ganancias eran generadas por la capacidad de vender más diarios. El ecosistema mediático está compuesto en la actualidad por periódicos que, al contrario, dan pérdida; las empresas poseedoras no se dedican únicamente a un ámbito empresarial: la convergencia, tan auspiciosa y temida por igual, hace que un mismo holding posea periódicos, revistas, señales de radio, servicios de telefonía móvil y fija, televisión por cable, internet, por sólo hablar de aquello relacionado a la “comunicación”. Porque no podemos olvidar que la expansión mediática salta las fronteras del negocio informativo y desembarca en fondos de inversión o rubros de la industria completamente disímiles. Haría falta un ejército de contadores para listar cada una de las acciones pertenecientes a estos grupos empresariales-mediáticos: un pie en cada lugar que se pueda imaginar.

Entonces la “libertad de empresa” coacciona a la “libertad de prensa” por más de un motivo. El partido o la cara en la boleta no importan, sino la capacidad de reducir regulaciones, aumentar subsidios para ciertas industrias, apoyar políticas internacionales de afuera, por la conveniencia que éstas puedan aportar a algunas firmas en las que se intuye el olor a tinta. Incluso podríamos también repasar la sed de pauta que evidencian numerosos periodistas, sus inclinaciones ideológicas, su mediocre capacidad argumentativa y otros tantos menesteres del oficio. Quizás otro día.

Lo importante sigue siendo el mismo aforismo: “libertad de empresa no es sinónimo de libertad de prensa”. Dependiendo de la cosmovisión del periodista, éste se postulará en uno u otro medio de comunicación para trabajar. Eso es esencial, porque el periodista, a fin de cuentas, es un trabajador: cobra un sueldo, sostiene su vida y quizás la de su familia con él. Deberá atenerse a la línea editorial del medio que lo emplea. Y aunque no se puede negar al gran número de periodistas que desarrollan un trabajo excepcional, incluso en lugares marcadamente conservadores y reaccionarios, la frontera de lo decible aplasta, cuando existe, su decisión personal de contar ciertas cosas.

Por eso celebramos a La Izquierda Diario. No porque no tenga una línea editorial, que la tiene. Sino porque quienes se acercan aquí lo hacen por su coincidencia, aunque sea parcial, con un grupo claro de ideas y valores que están abiertos a ser analizados, discutidos, polemizados. LID es un escenario abierto para la narración de historias no contadas, esas que son pisoteadas por el largo cortejo de los vencedores que conforman la “Historia”, parafraseando a Benjamin.

Es aquí donde volvemos al principio del texto. ¿Acaso hubo críticas y señalamientos a la táctica de ensamblar y disimular legalización aborto con jubilaciones? Sí, las hubo, pero esas retóricas siempre terminan desembocando en las mismas conclusiones: que el aborto no es una cuestión urgente, que la fórmula jubilatoria anterior sí era buena y entonces se trataría del plan gubernamental para borrar las huellas de Cambiemos, que la política es así y hay que hacer concesiones...Variopintos recursos enunciativos para negar -porque poco se puede esconder- dos hechos fundamentales: que la lucha por las reivindicaciones de las disidencias y las mujeres consigue sus éxitos a través de la movilización obstinada en las calles; y que las jubilaciones siempre serán variable de ajuste porque se trata de un sector con casi ninguna fuerza de resistencia. Se podrá ser o no de izquierda, pero quien sea sensatx no puede negar que este medio fue prácticamente el único que se encargó de remarcar estas cuestiones.

“Los medios son poderosos pero también es poderosa la producción social cultural que pasa por afuera de ellos”, escribía hace muchos años Aníbal Ford. Por eso, a la noticia sesgada la ampara un movimiento político-económico que defiende sus intereses. Por eso, a la verdad defendida por quienes componen este espacio debe añadirse la defensa, en sus distintas formas, de aquello que consideramos justo.

Quien escribe esto es un estudiante de Comunicación Social de la Uba, perteneciente a eso que se da en llamar la “juventud”. Quien escribe esto también podría ser estudiante de Ingeniería, Física, Filosofía, Derecho o cualquier carrera de cualquier universidad. Se trata de la necesidad de asumir una responsabilidad a partir de los conocimientos que poseemos. Las instituciones educativas insisten en lograr delinear un camino donde el o la estudiante cursa, aprende, rinde, se recibe y se inserta en el mercado laboral. Sí, hay que vivir. Eso es cierto. Pero tampoco podemos terminar siendo, como alguna vez dijo un viejo amigo estudiante de Odontología, “máquinas sin pensamiento de cortar carne”.