En los últimos años nos quisieron convencer de dos grandes mitos.

Celeste Vazquez @celvazquez1
Jueves 31 de marzo de 2016 00:04
Por un lado, el kirchnerismo en el poder nos quiso convencer de que era enemigo acérrimo de las políticas neoliberales de los 90 que dejaron nefastas consecuencias para los trabajadores. Por otro, el macrismo, en campaña y hoy en el poder, nos quiso hacer creer que una de sus grandes misiones era luchar contra la corrupción. Un repaso por la vinculación entre las empresas de la familia Macri y los 12 años de gestión presidencial kirchenerista nos servirá para derrumbar ambos mitos.
Ni bien asumió Néstor como presidente, en el año 2003, Franco Macri fue claro con su hijo: “Mauricio, ya te enseñé. Si querés ser un buen empresario tenés que ser oficialista”[1]. El origen de su fortuna familiar basada en los negocios con el Estado, que arrancó con la dictadura de Juan Carlos Onganía y que pegó un salto enorme con el golpe de 1976 – como ya denunciamos en La Izquierda Diario - fue lo que le permitió llegar a esta gran conclusión.
El comienzo de los negocios
Fiel a esa conclusión, entregó sin chistar la concesión del Correo Argentino y comenzó a hacer guiños públicos a la nueva gestión. Cuando uno indaga sobre cómo fue la famosa primera “reestatización” del kirchnerismo, se entiende por qué fue sin chistar. En noviembre de 2003, luego de 5 años de concesión otorgada por el ex presidente Carlos Menem, el Correo Argentino tenía deudas por 900 millones de dólares y estaba en concurso de acreedores. ¿Quién habrá absorbido esa deuda? El Estado, al igual que en 1982, cuando la dictadura estatizó sus 170 millones de dólares de deuda. Como si esto fuera poco, logro también que los directivos de su grupo siguieran ocupando sus puestos y que empresas vinculadas a su grupo siguieran prestando servicios para el Correo como empresas tercerizadas.
Por ese entonces Mauricio aumentaba cada vez más sus pretensiones de hacer “carrera política”. Pensaba en la Ciudad de Buenos Aires como plataforma para llegar al sillón presidencial. Su doble rol como político y empresario - como accionista del grupo familiar y como “emprendedor” de nuevas empresas junto a su socio y amigo Nicolás Caputo - lo llevó a internalizar la lección de su padre. Y si bien eligió discursivamente enfrentarse al gobierno K, en la práctica no sólo no cuestionó sino que se benefició ampliamente de la “cordial” relación económica entre su grupo familiar y el Estado.
Por su parte, Néstor Kirchner, primero arremetió contra el grupo Macri al señalarlo como el empresariado emblema del menemismo -que claramente lo fué- y luego se sentó a negociar y planificar futuros negocios.
En 2004 Franco se convirtió en el nexo comercial entre los gobiernos de Argentina y China, lo que le permitió cobrar millonarias comisiones en dólares por transacciones entre ambos países como la compra de vagones chinos para el subte.
En el 2006 una sociedad formada entre el grupo Macri, Roggio, una empresa china y los gremios La Fraternidad y de camioneros se hizo cargo del ferrocarril Belgrano Cargas. El decreto establecía, además, la entrega de subsidios no reintegrables de parte del Estado.
Una intrincada red de empresas de la familia - que incluye al holding Socma, la empresa Ghella e Iecsa - en estos años de mandato K fueron destinatarias de importantes y numerosas licitaciones. Entre ellas: obras hidráulicas y represas (como Yaciretá), repavimentaciones de rutas nacionales y construcción de autopistas, construcción de viviendas del Plan Federal de Viviendas, obras de reparaciones de hospitales, obras ferroviarias, tendidos eléctricos, restauración de la Basílica de Luján, etc.
La corrupción K y PRO
Un método para evitar sospechas y evadir denuncias se repite de los K hasta los Macri: crear redes de empresas entre familiares y amigos para quedarse con licitaciones del Estado. Mientras los medios nos bombardearon con las imágenes de Martín Baez y otros personajes contando dólares en “La Rosadita” fue censurado el programa de Adrián Navarro en el que se iba a presentar un informe sobre los negocios de Nicolás Caputo.
El amigo de la infancia de Mauricio Macri fundó con él la empresa Migor S.A y es accionista de dos empresas: Caputo SACIFI y Ses SAS. Mientras que con la primera hace negocios con el gobierno nacional, con la segunda hace negocios con el gobierno de la ciudad. Con esta maniobra pretende opacar sus inocultables negociados con el macrismo que gestiona la ciudad desde el año 2005.
Entre el año 2008 recibió más de 1.400 millones de pesos en obras adjudicadas solo en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires. Entre ellas: manutención y remodelación de hospitales, escuelas, limpieza de estaciones del Metrobús 9 de julio, entre otras. A esto debemos sumar las obras entregadas por el gobierno nacional en época de Cristina, como reparación de edificios públicos, ministerios y también hospitales.
Como se ve, hay un hilo de continuidad entre los mandatos presidenciales K y PRO.