El gobierno salió a difundir, con datos del Indec y del ministerio de Capital (in) Humano, datos que marcarían un descenso de la pobreza, luego de haber escalado a 52%. Recién en marzo se confirmarán las estadísticas, pero en la calle y las mesas la mayoría desconfía de los anuncios oficiales. Pero además, se estremece ante la cínica competencia de quienes gobiernan y gobernaron ¿hay 19 o 25 millones de pobres? ¿Tres de cada 10 niñas se acuesta sin cenar o en realidad son 3 niñas y media?
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Viernes 20 de diciembre de 2024 13:49
“La pobreza ya sería más baja que la de hace un año” dice un recuadro de tapa de La Nación. “Fuerte baja de 14,4 puntos en la pobreza y este año sería menor a 2023” otro en la de Clarín. “El gobierno informó una profunda caída de la pobreza en el tercer trimestre”, en el balcón de Crónica.
Todos reproducen el mensaje oficial pero nadie se anima a ponerlo destacado. Les queda un poco de pudor.
Los datos de pobreza de 2024 se conocerán recién el 31 de marzo de 2025, así que estamos hablando de las proyecciones. Según La Nación, “especialistas en el estudio de la pobreza dijeron a este diario que el segundo semestre del año puede orillar el 40% de pobreza. El cuarto gobierno kirchnerista dejó ese dato en 41,4%. Con datos de empleo y la evolución de la distribución del ingreso -número que el Indec dio a conocer hoy-, el Gobierno calculó que el tercer trimestre del año la pobreza fue de 38,9%”.
Hay dos fuentes más. El Ministerio de Capital Humano sacó un comunicado que asegura que “la pobreza continúa descendiendo en el año, tras haber pasado del 54,8% el primer trimestre al 51% en el segundo, y con proyección del 38,9% para el tercero”. La explicación serían “las políticas económicas tomadas por el Gobierno”. Lo dice Sandra Petovello, que tuvo como política congelar planes, perseguir organizaciones sociales y acaparar alimentos que correspondían a comedores populares.
Por último, algunas consultoras que vienen midiendo algunos de estos índices: la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) y el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
No se puede esquivar el bulto.
El reparto de la torta y las migajas
Primero, algunas precisiones sobre las estadísticas.
El dato oficial, sin los condicionales, estará recién en 3 meses. No hay nada firme.
El método que usa el gobierno solo mide el “ingreso familiar”, un cálculo monetario. Deja de lado el acceso a la salud, el empleo, los servicios básicos y una vivienda digna. Para que una familia de cuatro miembros no sea pobre tiene que juntar $1.001.466 por mes, $ 439.240 para no ser indigente. Son datos muy lejanos a los gastos reales. De hecho el cálculo de los propios trabajadores técnicos del INDEC les da una cifra mucho mayor: $1.650.000 se necesitan solo para acceder a los “consumos mínimos”.
Por eso lo que hizo el gobierno, además de bajar una inflación que había empujado en diciembre y enero, fue aumentar las partidas de Asignación Universal por Hijo. No alcanzan para sostener una familia, pero sí para sortear esos valores que mide el Indec.
Otros datos confirman que ha habido un retroceso en los ingresos populares. Los salarios reales de los trabajadores privados registrados perdieron un 5% en el último año, los estatales entre el 15 y 20% y los informales más aún. Los programas “Potenciar” quedaron congelados.
Además Unicef difundió un estudio que es un cachetazo: 1.000.000 de niñxs se van a dormir sin cenar.
Hay un dato impactante que desmiente cualquier mejoramiento de los ingresos y condiciones de vida populares. La transferencia de ingresos de los asalariados, sus sindicatos, obras sociales y el Estado, hacia los capitalistas, fue de 26,6 billones de pesos.
El último elemento importante a tener en cuenta es el aumento del cuentapropismo, las personas que trabajan más horas y el pluriempleo.
Conclusión: la pauperización del pueblo trabajador y las clases medias se sigue profundizando. Lo dicen la calle y las estadísticas. Lo que tenemos es un aumento del trabajo precario, la superexplotación y las distintas formas de supervivencia para poder “llegar a fin de mes”.
El hambre en el subibaja de la Argentina capitalista
Hay una segunda cuestión que repugna. ¿Milei venía perdiendo pero ahora le gana al gobierno del Frente de Todos en cantidad de pobres? 19,7 millones vs 24 millones. 41,7% vs 52%. Ah, pero ahora están “empatados”.
Lo cierto es que Milei aprovechó su triunfo para pegar fuerte. Devaluación, recortes y desregulación de precios fueron un cóctel que efectivamente hizo pegar un salto en el costo de vida y la pobreza alcanzó a la mitad de la población. Eso se combinó con un fuerte ataque a las organizaciones sociales, sindicales y la izquierda, así como un pacto con la burocracia sindical para sostener ese plan. Actuó sobre “tierra arrasada”.
Pero en el debate mediático y entre los grandes partidos tradicionales nadie cuestiona el carácter estructural de esa pobreza y un número obsceno que parece naturalizado.
Alfonsín arrancó con el 20% y terminó cerca del 30%. Menem tuvo su subibaja, siempre en niveles altísimos, pero en 1999 estaba en el 40%. En octubre de 2001 llegó a 46%. De la Rúa y Duhalde mediante llegó en mayo de 2003 al 60%. Después del pozo y con viento de cola, la pobreza bajó pero en poco tiempo volvió al subibaja. A pesar de la intervención del INDEC (Guillermo Moreno), los datos marcan 37% en 2007 y 30% al terminar el segundo gobierno de Cristina Fernández. Macri estuvo en el 30 pero entregó en 35%. El gobierno de Fernández-Fernández estaba en 40% en la pandemia, bajó luego y volvió a subir hasta el 41,7% de la gestión Massa.
Este cronista pudo escuchar en la marcha unitaria de organizaciones sociales del 18 de junio de 2023 relatos brutales de las cocineras de los comedores, enojadas con Victoria Tolosa Paz. Pibes mal alimentados a base de harina que se dormían cansados en el colegio.
La situación de los jubilados, que hoy luchan, es igual. En octubre de 2023 la jubilación mínima era de 118 mil pesos y la canasta de la tercera edad costaba 313 mil pesos. Cerca del triple. En octubre de 2024, la jubilación mínima, con bono, llegó a 304 mil pesos. Pero la canasta alcanzó los 912 mil pesos. El triple.
Conclusión: los gobiernos capitalistas, con todas sus diferencias, no han cuestionado esa herencia de la dictadura que significó el ataque estructural a las condiciones salariales, laborales y de vida de las grandes mayorías. Hoy nos imponen una discusión sobre el 35 o 45% de pobreza, como si fuera posible naturalizar una sociedad donde un puñado de millonarios hace fortunas, algunos sectores pueden vivir mejor y “consumir”, otros trabajan cada vez más horas por menos plata y millones apenas sobreviven.
El plan de guerra del gobierno, la rosca del peronismo y la resistencia
La Libertad Avanza hoy “festeja” sus números “macro” y promociona la supuesta baja de la pobreza, con el mismo cinismo que ayer destacaba haber hecho “el ajuste más grande de la historia”. Incluso se animó a anunciar que el año que viene los programas sociales aumentarán 25% en dólares. No importa los pibes que se acostarán sin comer esta noche ni lo jubilados que enfermarán en las vacaciones por no tomar sus remedios. En el año electoral la derecha tirará unas migajas más.
Ese dato, como ahora el aumento de las partidas "universales", hablan también de una relación de fuerzas: esas millones de familias que le dieron la espalda al peronismo tras la gestión Fernández-Massa, no van a esperar mucho más. Milei lo sabe. Pero eso no quita que su proyecto es un plan de guerra que necesita atacar más a fondo a la clase trabajadora y sus organizaciones, al pueblo pobre y las clases medias; que necesita una entrega total de la Nación.
Ante eso, el peronismo tiene poco que ofrecer. Viene de un gobierno hambreador, sigue estallando en diez pedazos, ha dejado correr la política del nuevo gobierno y en las calles directamente ha traicionado a quienes querían luchar. Ya sabemos lo que hizo la CGT, pero ¿qué hizo Grabois? Una reciente encuesta lo deja claro: el 67% de los votantes de Massa dice que "son muy pocas las movilizaciones en contra de Milei, debería haber muchas más".
Es un debate entre “toda la miseria posible” y “la miseria de lo posible”.
Ante este drama la izquierda plantea otra salida. No vamos a elegir entre 35 o 50% de pobreza. Entre 1 millón de pibes sin cenar y 800 mil. Entre la reforma laboral y la modernización laboral. Entre el Rigi nacional o los Rigi provinciales. Entre Trump o Biden.
Terminar con la pobreza con "más mercado" o "más Estado (capitalista)" es una utopía. Por eso, contra la política de Milei y contra los que transan con él, estamos construyendo una gran fuerza política de la resistencia que necesita el pueblo trabajador. Porque para terminar con el hambre y la desesperación de millones, hay que tocar los intereses de los poderosos. Con un aumento de emergencia para salarios, planes y jubilaciones; imponiendo impuestos progresivos a grandes fortunas y empresas; con un plan de obras públicas y viviendas para satisfacer las necesidades populares; expropiando a las grandes agroindustrias que lucran con el hambre popular.
No se puede seguir mirando el subibaja. Hay que pelear para cambiar la historia.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.