El resultado de la elección mostró la bronca de millones contra el Gobierno de Mauricio Macri, pero encierra una paradoja: en el seno de lo que será el nuevo Gobierno se encuentran muchos de los que allanaron el camino del ajuste y los ataques contra el pueblo trabajador.
Lunes 28 de octubre de 2019 03:53
Una de las grandes paradojas de la elección de ayer es que una mayoría del pueblo trabajador votó para sacarse de encima a Macri a una fuerza política que, en su núcleo central, tiene a quienes sostuvieron al gobierno ajustador. Ante todo primó el justo odio a un gobierno responsable de multiplicar la pobreza y la desocupación, pulverizar el salario, endeudar al país para favorecer la fuga de capitales y sellar un pacto de coloniaje con el FMI que nos deja al arbitrio total del capital financiero internacional. Pero el instrumento político que utilizaron las millones de personas que votaron para golpear a Macri y su camarilla tiene en su seno a los que le dieron las armas necesarias para desarrollar esta política antipopular y antinacional.
Alberto Fernández no se cansó de afirmar a los cuatro vientos que su gobierno iba a funcionar como una suerte de coalición con los gobernadores peronistas. Los mismos que, como denunció Nicolás del Caño en los debates presidenciales, fueron partícipes necesarios de la catástrofe a la que nos trajo este gobierno.
A través de sus senadores, entonces dirigidos por el inefable "Micky Vainilla" Pichetto, le votaron todas y cada una de las leyes de ajuste y entrega, siendo que Cambiemos por sí solo no podía sancionar una sola ley. Desde el acuerdo con los Fondos Buitre, pasando por los presupuestos de los tarifazos. El gran robo a los jubilados con la reforma previsional de diciembre de 2017 es hijo de un pacto de Macri y los gobernadores que hoy son una suerte de "columna vertebral" del Frente de Todos. En Diputados no sólo los legisladores que respondían directamente a esos mandatarios provinciales votaron muchas de estas leyes, sino que también Macri contó con la inefable ayuda del bloque de Sergio Massa, hoy convertido en uno de los principales laderos de Alberto Fernández.
En aquel diciembre de 2017 hubo enormes movilizaciones de trabajadores y jóvenes para intentar evitar la sanción de la ley contra los jubilados, reprimidas violentamente por la Gendarmería y la Policía de la Ciudad. El macrismo había quedado muy malherido. Hasta tuvo que guardarse la ley de flexibilización laboral que ya había comenzado a consensuar con la dirigencia sindical de la CGT. Entre los trabajadores y los sectores populares había una enorme predisposición a la lucha.
Dos meses después, el 21 de febrero de 2018, Moyano convocó a una multitudinaria movilización en la 9 de Julio. Pero el contenido, consensuado con el kirchnerismo y distintos sectores del PJ, fue "descomprimir" bajo el lema "Hay 2019". Es decir "no hagamos olas que a Macri lo podemos sacar con los votos en casi un par de años".
Esta política desvió el descontento hacia la salida electoral y permitió que Macri pudiera ser, en esos largos meses, el responsable de tres hiperdevaluaciones que pulverizaron los salarios y aumentaron la pobreza, y entregar al país a las órdenes del FMI. Entretanto los senadores y diputados que respondían a los gobernadores peronistas, le seguían votando las leyes que Macri necesitaba.
O se derrota a la derecha, o se le hace el juego
Luego del derrocamiento popular de De la Rúa en diciembre de 2001, la UCR entró en una crisis muy profunda. Con la boleta de ese partido centenario el hoy diputado kirchnerista Leopoldo Moreau sacó en las presidenciales de 2003 solo el 2,34% de los votos, y el resto de los candidatos de derecha (Menem y López Murphy) fueron separados por la crisis que atravesaba todo proyecto "neoliberal". La UCR no se pudo recuperar más y el kirchnerismo, basándose en un enorme crecimiento económico que tuvieron todos los países de la región, tuvo que dar tributo a ese levantamiento popular para reconstruir el régimen.
La "década ganada" culminó con el triunfo del derechista Macri sobre el derechista Scioli, y la inmediata colaboración de los gobernadores y Massa para su consolidación.
La "herencia recibida" se puede derrotar
El nefasto legado que deja Macri fue creado también por muchos de los que hoy están en el Frente de Todos. Desde la izquierda tenemos un programa para enfrentarlo.
Por su parte, Alberto Fernández se negó a responderle a Del Caño si estaría dispuesto siquiera a revertir todas las normas legales que afectaron el ingreso de los jubilados, a sancionar una norma que retrotraiga las tarifas a noviembre de 2017, como la ley votada por toda la oposición el año pasado y luego vetada por Macri.
Lejos de eso, Alberto Fernández tomó como propio el programa del capital financiero: pagar la fraudulenta deuda con salidas "a la uruguaya" (ajuste y cambio de plazos de pago) o "a la ucraniana" (ajuste y quita de un porcentaje a los bonistas, el programa del FMI).
Como la izquierda dijo en la campaña electoral, es totalmente incompatible pagar una deuda ilegítima e impagable y favorecer los intereses del pueblo trabajador.
Los pueblos hermanos de Ecuador y Chile empiezan a marcar el camino a seguir para enfrentar en serio a la derecha y sus políticas de ajuste.