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Red Internacional
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Historia obrera. Los trabajadores: del "Maximato" al cardenismo

De las duras condiciones que enfrentaron los obreros en la crisis de 1929 a las huelgas de la década de 1930 y la aparición del cardenismo como contención a la crisis del régimen.

Jueves 10 de agosto de 2017

Lázaro Cárdenas era parte de una generación de generales surgidos de la revolución alarmados por la gran brecha existente entre el régimen del “maximato” y la sociedad, que se ensanchaba cada vez más desde la crisis económica de 1929, que escupió de las fábricas a millares de obreros.

Así la fracción cardenista supo prever que la situación de enojo y miseria de las masas hacía inevitable el ascenso de la lucha de clases, lo cual ponía en riesgo su proyecto posrevolucionario: el desarrollo del capitalismo en México.

Y es que la situación en el país era un verdadero hierro al rojo vivo: al reactivarse la economía, luego de los golpes más fuertes de la crisis, proliferaron las huelgas y la combatividad de los obreros. Si en 1933 se registraron oficialmente 13 huelgas, para el año 1934 pasaron a ser 202, y en 1935 aumentaron a 642. Para 1936 el proletariado mexicano ya protagonizaba más huelgas que el poderoso movimiento obrero de los Estados Unidos.

Por eso, para evitar una nueva crisis revolucionaria y calmar las aguas, había que entregarle concesiones a los trabajadores y campesinos pobres (salario mínimo, reforma agraria) permitiendo estabilizar la construcción de las instituciones que garantizarían el proyecto burgués que Cárdenas representaba, a pesar incluso de la propia burguesía y los terratenientes, cuyo anacronismo se oponía a las reformas sociales del presidente.

Además, un proletariado “satisfecho” económicamente no sólo era un aliado estratégico para el gobierno, sino que empataba con la política de sustitución de importaciones con la que se buscaba sanear los efectos de la crisis.

Al aumentar los salarios, los trabajadores podían consumir más, inyectando dinamismo al mercado interno que el Estado trataba de fomentar para apuntalar a una famélica burguesía mexicana.

Ésta fue la antesala de la fundación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM).

La CTM se crea en 1936 gracias a la unión entre la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), de filiación comunista adscrita a la Internacional Roja, y la Central General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM), formación surgida en 1933 luego de que sindicatos de ésta última, dirigidos por Vicente Lombardo Toledano y Fidel Velázquez, rompieran con la callista Confederación Regional Obrera de México.

El principal objetivo de la naciente CTM era aprovechar la potencia de la fuerza obrera para fortalecer a Cárdenas en su lucha contra el ex presidente Plutarco Elías Calles, quien se pronunció enérgicamente en contra tanto del movimiento obrero no cromista como de Lázaro Cárdenas, durante la oleada de huelgas que se protagonizaron en los primeros años de gobierno del “Tata”. Para Calles, el movimiento obrero se comportaba de manera “irresponsable” junto con el presidente Cárdenas, que lo permitía.

Gracias al apoyo del movimiento obrero, Cárdenas pudo desterrar al “Jefe Máximo”, que había manejado a su antojo a los tres presidentes anteriores. Pero no era el único objetivo por el cual el general michoacano deseaba granjearse el apoyo de la clase obrera.