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Lucía Nistal: “Ante el fin de ciclo de Unidas Podemos, construyamos una izquierda socialista y revolucionaria”

Lucía Nistal

Lucía Nistal: “Ante el fin de ciclo de Unidas Podemos, construyamos una izquierda socialista y revolucionaria”

Lucía Nistal

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Intervención de Lucía Nistal en la charla "Estrategia revolucionaria y perspectiva socialista" realizada por la CRT en Madrid el 10 de noviembre.

En esta charla hemos venido a hablar de “Estrategia revolucionaria y perspectiva socialista”. ¿Y esto qué quiere decir? Que, en un contexto de crisis del capitalismo, guerra y militarismo, crisis energética, inflación y catástrofe climática es necesario abrir un debate sobre qué hacer, qué tipo de izquierda revolucionaria hace falta para superar la bancarrota del neorreformismo y cómo construimos una alternativa política que ponga en el centro la lucha de clases.

Porque, quienes se presentaron como la “nueva izquierda” que venía a “tomar el cielo por asalto” han terminado totalmente integrados en el gobierno imperialista y monárquico español (aunque ahora dicen que se renuevan para seguir haciendo más de lo mismo).

Esto implica necesariamente hacer un balance de cómo hemos llegado aquí, que es lo que pretendo abordar en la primera parte de la charla. Después Esteban va a intervenir sobre los ciclos de la lucha de clases, para pensar las posibilidades y límites y sacar lecciones para intervenir en las nuevas oleadas de lucha. Y, por último, Josefina va a incidir más en la reflexión estratégica sobre la urgencia de construir una organización revolucionaria con una perspectiva socialista desde abajo.

Un balance necesario sobre el fin de ciclo de Unidas Podemos

En dos semanas el gobierno de coalición va a votar unos presupuestos que incluyen el mayor aumento en gasto militar de los últimos 40 años. Firmado por Unidas Podemos. Mientras, nos intentan convencer de que son unos presupuestos sociales. La distancia entre la realidad y el relato de UP una vez más es enorme.

Y cómo hemos llegado hasta aquí, cómo hemos pasado de cuando gritábamos en las calles durante el 15M (los más jóvenes ni os acordaréis) eso de “PSOE, PP, la misma mierda es” a tener a Unidas Podemos diciéndonos día y noche que la mejor opción que tenemos es un gobierno entre ellos y el PSOE. Ese partido que era y es la misma mierda que el PP, en el sentido de que es uno de los dos grandes partidos del régimen, monárquico, que históricamente ha realizado grandes ataques a la clase trabajadora, un partido pilar del Estado imperialista…

Es decir, me refiero a un ciclo ya agotado que comenzó con el 15M, con las movilizaciones tras la crisis del 2008 que, como siempre, nos hicieron pagar a la clase trabajadora, a golpe de recortes, desahucios, mientras rescataban a la banca y nos reprimían por protestar. Pero protestas había, y huelgas generales, y un cuestionamiento al régimen heredero del franquismo como nunca antes.
Ahí es cuando surge Podemos, como intento de desviar ese malestar a lo estatal-institucional, y realiza ese paso de la ilusión de lo social (que podíamos cambiar las cosas desde las plazas sin intervenir en política) a la ilusión de lo político (“votadnos y cambiaremos las cosas desde las instituciones”). Pero en seguida pasaron del “sí se puede” al “no podemos”.

Primero decían que necesitaban más votos, luego cuando entraron a gestionar los Ayuntamientos del cambio decían que desde los Ayuntamientos no era suficiente… y ahora que están en el gobierno con el PSOE dicen que el gobierno no es el que tiene el poder.

Pero ese “no se puede” estaba ya desde el comienzo, se vio clarísimo en el caso de Grecia, en 2015 algunos lo recordaréis: había un plan de ajustes brutal al pueblo griego, estaba en el gobierno la coalición de izquierdas Syriza (que Iglesias y Podemos apoyaban con todo), el pueblo en pie peleando contra los ajustes, con 30 huelgas generales… Y en ese contexto, el gobierno supuestamente de izquierda decidió llevar la contraria al referéndum popular que se había pronunciado ampliamente contra el rescate de la Troika. ¿Qué dijo Pablo Iglesias a la prensa?: “Lo que ha hecho el Gobierno griego es, tristemente, lo único que podía hacer".

Y en un artículo más de análisis Iglesias profundizó esta idea diciendo que: “El problema es que todavía se tiene que verificar que alguien desde un Estado puede plantear semejante desafío [...] si nosotros gobernando vamos a hacer una cosa dura de repente tienes a buena parte del ejército, del aparato de la policía, a todos los medios de comunicación y a todo contra ti, absolutamente todo”.

Esta reflexión de Iglesias es interesante porque encierra un debate estratégico fundamental, que estaba presente ya en la fundación de Podemos: si estamos o no dispuestos a enfrentar a ese aparato represivo que defiende el statu quo.

Pero ¿a qué nos referimos con estrategia? Dicho muy sintéticamente, si la táctica es la conducción de los combates aislados, la estrategia es lo que liga los resultados de cada una de las luchas parciales con el objetivo político, la lucha por la conquista del poder, el arte de hacerse con el mando, en palabras de Trotsky, para que no sean fines en sí mismos que nos hagan perder nuestro objetivo.

Y la primera pregunta estratégica que tenemos que responder es esa: ¿queremos combatir o no queremos combatir? Y ahí hay dos caminos: un primer camino consiste en atenerse a los marcos institucionales y actuar dentro de los límites impuestos por el capitalismo, aunque sea con un discurso “de izquierda”. O se puede elegir un segundo camino: ir más allá de los límites de lo instituido, atacar los intereses capitalistas y enfrentar al Estado burgués, para lo cual, efectivamente, tenemos que prepararnos para enfrentar a toda una serie de fuerzas materiales que van a salir a defenderlo.
Evidentemente, el camino elegido por Podemos fue el primero: respetar los límites impuestos por el régimen político y el capitalismo. Podríamos decir que en la lógica de Podemos nunca hubo estrategia. Es decir, de antemano se presupone que no hay posibilidad de vencer. Lo que tenemos en su lugar es la administración de los intereses de los capitalistas desde un discurso “progresista”.

Esto es así porque los líderes de Podemos siempre han sido profundamente escépticos: no creen en la posibilidad de acabar con el capitalismo, ni en la potencia de la clase trabajadora y los sectores oprimidos. Y eso los lleva a plantear que lo mejor que se puede hacer es gestionar mejor y de forma más amable el capitalismo, a utilizar a las movilizaciones en todo caso como base de maniobra para conseguir alguna reforma mínima, y a esa permanente adaptación a las condiciones dadas, como si no tuvieran influencia en cambiar la relación de fuerzas. La tienen, y tanto es así que la están cambiando para mal.

Porque como decía, han acabado formando parte del gobierno con el PSOE, los que decían que venían a asaltar los cielos, venían en realidad a integrarse en un gobierno capitalista de la quinta potencia imperialista de Europa. Y por el camino no han derogado la ley de extranjería o la reforma laboral, han mandado tanquetas a reprimir huelgas (mientras el secretario general del PCE les decía a los trabajadores que confiaran en el gobierno, por cierto), han encarcelado a los independentistas catalanes, reprimido y asesinado en la frontera, recibido la cumbre de la OTAN. Un paréntesis: esta cumbre fue “un orgullo” para Más Madrid, según dijo Rita Maestre, la verdad que no se puede ser más de derecha, Bueno, sí, pidiendo más policía para los barrios populares, como también hacen. Otros que, de alternativa, poquito.

Siguiendo con el historial del gobierno “progresista”: se ha asegurado una salida al rey emérito, mientras rendían pleitesía al nuevo, yendo a agachar la cabeza a los desfiles militares.

Me vais a disculpar un breve inciso, pero sin ánimo de exagerar, quisiera decir que desde la CRT y nuestra agrupación juvenil Contracorriente hicimos mucho más contra la monarquía que los “republicanos” de pacotilla de Podemos e Izquierda Unida: hace casi exactamente 4 años, un 29 de noviembre, organizamos el primer referéndum universitario contra la monarquía en la UAM, una iniciativa que se extendió como la pólvora a todas las universidades del estado y en el cual casi 100 mil estudiantes se pronunciaron a favor de abolir la monarquía como forma de estado. Unidas podemos, por el contrario, se transformaron en los ministros de su majestad.

Y es que ya lo decía Rosa Luxemburgo hace un siglo: “La entrada de los socialistas en un gobierno burgués no es, pues, como podría creerse, una conquista parcial del Estado burgués por los socialistas, sino una conquista parcial del partido socialista por el Estado burgués”. No definiría a los ministros de Unidas Podemos como socialistas, ni de lejos, pero el símil se entiende. Su entrada no ha cambiado el carácter del gobierno, sino que da cuenta de la integración de Podemos e IU y el PCE al Régimen del 78 en su más alta expresión.

Y es que, ¿cuáles han sido las principales aportaciones estratégicas de UP? Voy a deciros dos. Primero, UP ha rescatado al PSOE y ha contribuido a cerrar la crisis que tenía el régimen con un cuestionamiento de su legitimidad brutal, la crisis de la monarquía y la mayor afrenta contra el régimen hasta la fecha, el movimiento democrático catalán. Cuando cientos de miles de catalanes tomaban las calles exigiendo su elemental derecho democrático a decidir sobre su autodeterminación, Unidos Podemos estuvo enfrente.

Y esto no podía ser una sorpresa, porque Podemos dijo desde el principio, tanto Iglesias como Errejón en su día, que venían a recuperar el consenso del 78, el de la transición con la que nos comimos la herencia del franquismo, la monarquía y la democracia para ricos, un consenso que la crisis de 2008 había roto. Diciendo que era lo máximo que se podía alcanzar.

Y segundo: han hecho esto diciendo que eran la alternativa a la derecha, y cubriendo sus políticas de un falso progresismo. ¿Y qué ocurre cuándo la supuesta alternativa acaba haciendo políticas de derechas? Que decepciona y desmoraliza. El neorreformismo lleva 8 años operando para que la clase trabajadora deje de confiar en sus fuerzas mientras sus líderes se adaptaban cada vez más al statu quo.

Pero esta mecánica de “transformismo”, categoría de Gramsci, de absorción por parte del régimen capitalista de quienes se presentaban como sus adversarios, no solo produce desilusión. El problema es que, dicho sencillamente, hacer política de derecha en nombre de una supuesta izquierda, es la mejor vía para que se fortalezca la extrema derecha.

Aplicar políticas racistas de Estado, proteger al rey, repartir los presupuestos europeos entre las grandes empresas y llevar adelante una escalada militarista e imperialista como no veíamos desde la Segunda Guerra Mundial, da alas a la derecha, sí. Por eso es ridículo que intenten vendernos que son el único dique de contención que tenemos frente a VOX y la derecha.

Por eso aplauden a Lula cuando en Brasil se alía con candidatos profundamente neoliberales y asegura que dice que no va a otorgar el derecho al aborto ni derogar la reforma laboral de Bolsonaro, todo para “parar el fascismo”.

Y ese mismo discurso es el que tuvo aquí Pablo Iglesias antes de su bochornosa despedida de la política institucional, cuando vino a Madrid como candidato contándonos que había que votarle o venía el fascismo, pero sin ninguna credibilidad porque venía de ser vicepresidente y ni la sanidad privada se atrevieron a tocar en mitad de la mayor pandemia que hemos vivido. Así que Iglesias perdió, según él entonces venía el fascismo, y en vez de quedarse a enfrentarlo, se fue a Galapagar y luego a hacer un podcast. Menos mal que no era fascismo, que eso era una exageración que repiten en bucle para convencernos de que frente a eso todo vale, rebajar el programa y aliarse con quien haga falta. Y no era el fascismo, pero sí es una derecha que aprovechando el descontento arrasó incluso en barriadas obreras y populares, pero que gobierna impunemente para los ricos y despieza la sanidad. Por eso tenemos que organizarnos y construir una alternativa que de verdad se proponga pararla como se para a la derecha y la extrema derecha: con la lucha de clases.

¿Y la izquierda autodenominada anticapitalista mientras, qué? En general hay hoy una enorme desmoralización en muchas organizaciones, claro, porque confiaron en un proyecto y una estrategia que se ha probado inútil. ¿Y por qué digo qué confiaron? Los de Anticapitalistas, con los que impulsamos la asamblea contra la guerra y tenemos puntos de encuentro, tenemos que decir que fueron los que crearon el monstruo, fueron los que pusieron los recursos y la fuerza militante para poner en pie el partido de Pablo Iglesias. Después se disolvieron como partido cuando Podemos lo impuso, y tardaron meses en romper con ellos cuando ya estaban como ministros en el gobierno de un país imperialista junto al PSOE. Hay muchas lecciones que sacar de ahí, algo que Anticapitalistas no ha hecho.

Porque su balance ha sido tardío y sobre todo errático. Su conclusión es que “el anticapitalismo no debe ser el ala radical del frente progresista” porque es una orientación “oportunista”. Sin embargo, su corriente hermana en Francia, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), hoy mismo se dispone a liquidar el partido subordinándolo al experimento reformista de Jean-Luc Mélenchon (el “Pablo Iglesias” francés). Y en Andalucía, el proyecto de Teresa Rodríguez “Adelante Andalucía” se asemeja a un Podemos de los orígenes, solo que en clave soberanista andaluza y con métodos más democráticos.

En definitiva, lo que se piensa es que fundar Podemos fue una “gran política” que luego abandonó el “espíritu original”. El problema es que esta lectura oculta el elemento estratégico fundamental: que Podemos se inició sobre la base de un programa abiertamente reformista y con la estrategia de ocupar espacios electorales y conquistar posiciones en las instituciones de la democracia capitalista por medio de figuras reconocidas. Todo lo contrario de construir una organización basada en la lucha de clases y con un programa revolucionario que de verdad se proponga superar el capitalismo.

Podríamos hablar de otros grupos, como el Sindicato de Estudiantes, poniendo carteles con la cara de Pablo Iglesias durante su última campaña -¡que eran más grandes que los de la campaña oficial!-, como metáfora de su subordinación.

La izquierda que no mantuvo independencia del neorreformismo y su proyecto es la que está hoy desmoralizada. Nosotras, al contrario, nunca tuvimos ilusión en Podemos, por eso nuestra moral militante es otra. Y queremos debatir sobre este balance no por fanatismo ni por ningún tipo de enconamiento sectario. Discutimos porque lo que está en juego para el próximo período es si somos capaces de construir una alternativa política revolucionaria que supere la bancarrota de Podemos e Izquierda Unida, en lugar de repetir otra vez lo mismo, y se prepara para los acontecimientos por venir.
Una alternativa que desde luego no es SUMAR, el proyecto personalista de Yolanda Díaz, que ha demostrado desde la vicepresidencia y el ministerio de trabajo cuál es su proyecto, pero que por si nos quedaban dudas dijo la semana pasada que era el mismo de Felipe González cuando “levantó el país”. Ese levantar el país fue una de las peores reformas laborales que ha sufrido la clase trabajadora de este país, una reconversión industrial que dio cientos de miles de despedidos, una represión brutal que incluyo métodos parapoliciales, todo para traer el neoliberalismo con todo. Y hoy, lo que nos propone Díaz es SUMAR para que gobierne el PSOE. Cuando dice que quiere alejarse de la confrontación se refiere a la confrontación con la patronal, con la que ha estado sentada en su despacho del ministerio, cuando habla de consenso se refiere a consenso con ellos. Y Podemos no hace más que pedir un hueco en ese proyecto.

Ante este nuevo capítulo de “malmenorismo” que propone “sumar”, ante esta desmoralización de sectores de la izquierda anticapitalista, pero también ante la posibilidad de que se abran nuevos descontentos, búsqueda de alternativas y procesos de lucha, nos tenemos que preguntar cómo damos pasos para organizar la fuerza de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud y construir la fuerza política que necesitamos para enfrentar a la extrema derecha y los capitalistas. Y para ello, tenemos que pensar en los límites y posibilidades de los procesos de lucha que vendrán.


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Lucía Nistal

@Lucia_Nistal
Madrileña, nacida en 1989. Teórica literaria y comparatista, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. Milita en Pan y Rosas y en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).