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Red Internacional
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Opinión. Luigi Mangione detenido en EE.UU.: la expropiación es la mejor venganza

Luigi “El Ajustador” Mangione es el nuevo héroe popular de Estados Unidos, pero sus tácticas son erróneas. Tenemos que pensar en grande.

Martes 17 de diciembre de 2024 11:50

Cinco días después del asesinato del director ejecutivo de UnitedHealthcare, Brian Thompson, finalmente se detuvo a un sospechoso. Sin embargo, la ola masiva de alegría por su muerte no ha disminuido. Tampoco ha disminuido la conversación que desencadenó: ¿es tan malo, después de todo, matar a un hombre tan profunda y directamente responsable del sufrimiento de los demás?
Mientras que algunos líderes políticos y corporativos ofrecieron expresiones triviales de conmoción y condolencia, muchos más se han quedado en silencio, aparentemente no dispuestos a oponerse a la ola de odio público desatada por el asesinato, a la que se han sumado trabajadores de la salud , habitantes de los suburbios, padres e incluso partidarios de MAGA.

¿Por qué tanta alegria por este asesinato en particular? La respuesta es la misma que la del motivo (aparente) del sospechoso: odio al sistema de salud estadounidense . En un esfuerzo por adivinar sus motivaciones, Internet está estudiando los viejos tuits de Luigi Mangione, de 26 años, y su ecléctica dieta literaria , que incluye sociología pop, materiales ecoespiritualistas, el manifiesto del Unabomber y (muchos) libros sobre el dolor y los psicodélicos. Expresó algunos tics de la cultura “anti-woke” en línea, pero parece realmente difícil categorizarlo como de derecha o de izquierda. Odiaba claramente el régimen de seguro médico estadounidense y estaba buscando en todas direcciones una forma de actuar en respuesta a ese odio.
Con la abrumadora popularidad de este acto en particular, que se convirtió instantáneamente en un meme, deberíamos discutir seriamente los méritos de tácticas como el asesinato. Sin embargo, en lugar de seguir la “alegria” pública por la justicia por mano propia, necesitamos presentar alternativas radicales organizadas que vayan mucho más allá de la “victoria” limitada que se logró con un acto singular. No derramamos lágrimas por un director ejecutivo muerto, pero diferimos estrategicamente con su modo de accion. Sostenemos que esos actos de terrorismo individuales no solo son insuficientes para las tareas revolucionarias, sino también contraproducentes y desmovilizadores.

Según cualquier definición, el asesinato de Thompson fue un acto de terrorismo (una palabra que utilizamos para describir una táctica, no para implicar un juicio moral o para desestimar los agravios de una persona). En nuestra era de creciente desigualdad y de crisis, guerras y revoluciones , es probable que este tipo de acontecimientos se vuelvan cada vez más comunes, especialmente cuando no siempre hay alternativas claras a la vista. Por eso, aunque Mangione no sea izquierdista, como socialistas tenemos la responsabilidad de articular esas alternativas, atraer a quienes están comprometidos con la acción y canalizar su furia hacia un desafío viable al capitalismo.

¿Funciona?

En primer lugar, debemos reconocer que el terrorismo sirve de muy poco. En la lucha contra el sistema de salud estadounidense, este suceso es un pequeño detalle en el lío cotidiano de tramites, denegación de reclamos y maniobras burocráticas. Una de las principales razones de la repulsión generalizada del público hacia Thompson es que su empresa, la mayor aseguradora de Estados Unidos, es conocida incluso entre las compañías de seguros por su alto índice de reclamos denegados indebidamente. Personas de todo el espectro político han sentido en carne propia los efectos devastadores de una industria que existe y prospera exigiendo nuestro dinero durante años, sólo para luchar con uñas y dientes contra la autorización de pagos cuando los necesitamos.

En ese contexto, deberíamos preguntarnos: ¿qué efecto tendrá el asesinato? Tal vez haya una caída en las negaciones de tratamientos, mientras la industria esté bajo el escrutinio público, pero sigue sujeta a las mismas presiones capitalistas que antes, por lo que la tendencia a negar la atención médica para aumentar las ganancias seguirá imponiéndose.

¿Conseguirá el asesinato infundir miedo en los corazones de los dirigentes burgueses? Bueno, tal vez sí , pero la lección que están sacando no es la de dirigir sus empresas de forma más humana, sino que dedicarán aún más dinero y personal a los equipos de seguridad e instaurarán políticas de vigilancia y control cada vez más draconianas. Los trabajadores pagarán por estas medidas.

Brian Thompson ya ha sido reemplazado por alguien con políticas idénticas, y UnitedHealth Group sigue funcionando como siempre. Lo mismo ocurriría si el tirador hubiera acabado con todos los altos ejecutivos de la empresa, o si diez directores ejecutivos del sector sanitario hubieran sido atacados. Acciones como ésta son, en el mejor de los casos, simbólicas: un grito de protesta en contra de los líderes del sistema, sin intentar desafiar las estructuras que se encuentran en sus bases.

Por el contrario, es probable que Mangione nunca más pueda contribuir al movimiento contra el capitalismo. Las tácticas individualistas son frágiles y débiles porque los individuos (o los grupos pequeños) son fáciles de atrapar, silenciar, amenazar y reprimir. El Estado ha decapitado y desmantelado de esta manera a muchos grupos radicales y movimientos de protesta.

Pensemos en el revolucionario ruso Aleksandr Ulyanov, que fue ahorcado en 1887 por un complot para bombardear al zar. El complot fracasó y los conspiradores fueron ahorcados, poniendo fin a sus contribuciones al movimiento revolucionario en Rusia. La muerte de Aleksandr afectó mucho a su hermano menor Vladimir, más tarde conocido como Lenin. En lugar de seguir las mismas tácticas, Lenin desarrolló un compromiso con la estrategia basada en la clase trabajadora, con la fuerza para oponerse a la represión que el Estado puede ejercer sobre individuos o pequeños grupos.
Esto no significa que, en ausencia de un movimiento de masas, debamos modificar nuestra política para apaciguar al Estado. Necesitamos estrategias y tácticas para enfrentar al aparato represivo con solidaridad de masas.

El terror en una era de reacción

Más allá de la mera ineficacia, el terrorismo individual puede contribuir al ambiente hostil que enfrenta la izquierda de hoy. Incluso antes del asesinato, estábamos luchando contra el regreso del macartismo en la política estadounidense. Desde el debilitamiento del movimiento Black Lives Matter hasta la represión de la solidaridad con Palestina, pasando por la criminalización de la atención médica que afirma el género y el pánico ante los inmigrantes y el crimen, nos enfrentamos a una extrema derecha envalentonada, a la que el Partido Demócrata se ha adaptado cada vez más.
El asesinato de Thompson encaja con demasiada facilidad en los discursos burgueses sobre la ley y el orden: “el crimen está fuera de control”, “la policía necesita más financiación”, “ la vigilancia no es lo suficientemente generalizada ”. Al menos algunas personas que odian a las aseguradoras de salud privadas podrían verse empujadas a la pasividad gracias a estos discursos. Se puede difamar, caracterizar erróneamente o desacreditar a un actor solitario. Sin embargo, no se puede hacer caso omiso de un movimiento de masas que canalice la rabia expresada esta semana en una oposición organizada a la industria de los seguros.
Como en la época de Aleksandr Ulyanov, la clase obrera es débil y está fragmentada, pero empieza a mostrar signos de acción independiente. A pesar de la “valentía” individual del tirador, o de la de otros justicieros sociales, repetimos la advertencia de Trotsky a un adolescente que asesinó a un funcionario nazi en 1938: “¡ Busquen otro camino! ”. Como trabajadores, podemos soñar con cosas mucho, mucho más grandes que la muerte de un solo director ejecutivo.

La expropiación es la mejor venganza

Un asesinato por mano propia, incluso uno que sea ampliamente celebrado, tiene más en común con el entretenimiento pasivo que con la lucha de clases. Cuando la gente aplaude el merecido castigo de Thompson, son meros espectadores, como en una serie de televisión. Pueden hablar sobre ello, con opiniones firmes sobre héroes y villanos, pero no pretenden influir en los acontecimientos de ninguna manera. Como socialistas, queremos que cada trabajador redescubra su propio sentido de agencia política y se considere parte de una clase que puede cambiar el mundo. Si los actos de terrorismo individuales no arreglan nuestro inhumano sistema de salud, ¿qué lo hará entonces? Nosotros decimos: ¡expropiemos la industria de los seguros de salud y deshagámonos de los directores ejecutivos por completo!
Las aseguradoras de salud como UnitedHealth Group literalmente se benefician de nuestro dolor y sufrimiento. Al negarnos atención médica, llenan los bolsillos de los accionistas y de los directores ejecutivos como Thompson. Durante toda la semana pasada, la gente ha estado compartiendo historias de terror sobre tratamientos que les han sido negados para salvarles la vida. Anhelan vengarse de esta injusticia escandalosa. Pero como dijo León Trotsky:“ La cuenta que tenemos que saldar con el sistema capitalista es demasiado grande para ser presentada a algún funcionario ”, como un director ejecutivo.

Para vengarnos de toda la clase de Thompson, necesitamos un movimiento de masas que luche por una atención sanitaria universal, nacionalizada y bajo el control de los trabajadores. En un sistema que valore la vida humana por encima de las ganancias capitalistas, podríamos redirigir los recursos a garantizar que todos reciban atención primaria de calidad; a la investigación básica sobre tratamientos más eficaces para enfermedades comunes que actualmente no son rentables de curar o tratar; y a formas más eficientes de producir medicamentos que salven vidas. En lugar del asesinato social que caracteriza al capitalismo, podríamos dirigir nuestros recursos colectivos a la medicina socialista , libre del afán de lucro. Los trabajadores de la salud mantienen el sistema en funcionamiento, y deberían decidir democráticamente, junto con los pacientes, cómo se gestiona.

Un sistema de estas características no se construirá matando a directores ejecutivos, ni nos lo darán ni los demócratas ni los republicanos, que apoyan los seguros de salud privados. El asesinato ha revelado hasta qué punto es profundo el odio hacia la industria de la salud estadounidense. Un movimiento de la clase trabajadora debe aprovechar ese odio para derribar este sistema y construir uno que funcione para nosotros.