El 24 de julio se cumplen 105 años del “descubrimiento” científico de Machu Picchu por el arqueólogo Hiram Bingham en 1911. Presentamos algunas controversias históricas, científicas y patrimoniales, además de un recorrido virtual.
Domingo 24 de julio de 2016 16:32
La cultura incaica pertenece a la última etapa prehispánica de los Andes centrales, surgida aproximadamente en el año 1400, extiende su predominio imperio hasta la conquista de Pizarro en 1532, en la que a pesar de una fuerte resistencia comienza a decaer. Aunque es considerada la cultura más difundida del territorio peruano, por ser la más cercana a la conquista, es antecedida por una variedad de culturas con una antigüedad de 4000 años atrás.
La mirada eurocéntrica que aún predomina (aunque más matizada) en el campo de la Historia, hace desconocidas para los lectores las importantes culturas andinas como Chavín, Nazca, Moche, Chimú, Huari entre otras, reservando ese campo de estudio a la antropología y la arqueología. Fue durante el proceso de expansión imperial incaica cuando se construye el “Santuario Histórico de Machu Picchu” tal como lo denominó la Unesco en 1983 cuando fue considerado patrimonio cultural y natural de la humanidad.
Controversias
El historiador marxista L. Vitale describe las características de la sociedad incaica destacando su modo de producción comunal tributario. Esta definición permite comprender que hay una complementación económica: la base de la economía estaba en la posesión comunal y colectiva de la tierra (ayllus) pero bajo el control de una elite dominante que imponía el tributo, apropiándose del excedente que producían las comunidades. Esto generó una sociedad con fuertes desigualdades sociales, destacándose los grupos dominantes (gobernantes, sacerdotes, militares) y los campesinos, artesanos y la servidumbre. Muchos de ellos fueron los constructores de la imponente Machu Picchu.
Si bien hay controversias sobre quién fue y con qué finalidad los gobernadores del imperio incaico mandaron a construir el santuario, hay acuerdo en un rango temporal que va desde 1380 hasta el año 1450, mientras gobernaron Viracocha o su sucesor Packakuteq. Las funciones de su construcción también son discutidas. Para el arqueólogo peruano L. Lumbreras fue este último emperador el que lo mandó a construir como su mausoleo, otra visión es la del antropólogo británico N. Davies quién asocia su construcción a una fortaleza y el antropólogo estadounidense R. Burger que la considera como una “villa” de descanso de los emperadores. Según las distintas investigaciones formaron parte del conjunto de construcciones en las montañas del valle del río Urubamba: el cementerio superior y sus murallas, un mirador, la plaza central, los puestos de vigilancia, residencias, baños en la montaña, terrazas para el cultivo, templos.
Machu Picchu fue “descubierta” en 1911 por el estadounidense Hairam Bingham ayudado por la comunidad quechua que aún habitaba en algunas de las construcciones de las llamadas “ruinas”. Esto lo relató el propio Bingham en la revista National Geographic (cuya sociedad impulsó la expedición) que publicó en 1913, 200 fotos del lugar y la expedición, haciendo el hallazgo conocido en la comunidad científica como “descubrimiento”. A pesar de esto, hay controversias sobre los verdaderos descubridores.
En el siglo XIX el historiador inglés Markham relata que estuvo en la zona en 1852, un tiempo después (1865) el italiano Raimondi elabora un mapa donde se mencionan las construcciones de Machu Picchu. También fueron descriptas por viajeros, como el inglés Wiener en 1880, quién lleva objetos para el Museo de Etnografía de París. El hacendado peruano Lizarraga también es reconocido como un “descubridor” al dejar su firma en el lugar en 1902. El historiador peruano Carlos Carcelén asegura que hay documentos de que un alemán llamado Berns instala en 1867 en la región de Cuzco una empresa maderera y la explotación minera: “Hay documentos que señalan textualmente que Berns tenía que entregar el 10% de las alhajas y joyas de oro y plata que salen de las ruinas incaicas".
Con el trasfondo de las disputas imperialistas que llevarían prontamente a los inicios de la primera Guerra Mundial, el racismo arraigado en los EEUU y las disputas por las “grandes reliquias exóticas” de África, Asia y América, será EEUU, quién se alzará con el descubrimiento de Machu Picchu. De esta forma la Universidad de Yale, a la que Bingham pertenecía, tomó con fines científicos más de 45 mil piezas de importante valor, pertenecientes a los incas y sus sucesores con el aval del gobierno peruano.
Patrimonios en disputa
Las piezas que como consecuencia de sus excavaciones arqueológicas Bingham trasladó a la Universidad de Yale en Estados Unidos, fueron y son un tema controversial. Desde el año 2008, el gobierno peruano comienza con los reclamos por la devolución de la cultura material que es apoyado por importantes movilizaciones del pueblo peruano. Durante el 2011 y 2012 una parte de las piezas son devueltas y son expuestas en el Museo Casa Concha de Cuzco.
Actualmente Machu Picchu es considerada por la Unesco como un bien patrimonial cultural y natural de la humanidad. También desde el 2007 como una de maravillas del mundo moderno. Esto le permite al Estado peruano ensanchar sus arcas con dinero proveniente de los millones de turistas que lo visitan año a año. A pesar de esto, poco se beneficia la Comunidad Quechua de Cuzco según el historiador M. Aguilar Díaz: “Cusco es una de las regiones más pobres de todo el país. En 2005, y de acuerdo con las cifras estatales oficiales, la pobreza total era de 55,6%. En 2006 fue de 49,9%, y en 2007 esta pobreza creció al 57,4%10. En 2010 la pobreza total creció a 59,0 %, en una población total de 1,2 millones de habitantes, de los cuales el 67% sólo se dedica al agro, actividad que apenas representa el 13% de los ingresos de la región” (Revista Antípoda n° 12, 2011).
Es un tema debatido en las Ciencias Sociales el rol que cumple la Unesco como organismo legitimador de pasado material de las culturas. La política de designación de bienes patrimoniales, que son acordadas entre los Estados y la Unesco, es generalmente unilateral. Muchas veces los gobiernos se apropian y comercializan con lugares considerados sagrados para los pueblos originarios. Pocas veces las comunidades locales como el pueblo Quechua son consultadas y cómo consecuencia de esta política de estado, obtienen pocos beneficios, relegando su lugar a vendedores de artesanías o a agentes turísticos que “muestran” vivencias tradicionales.