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Red Internacional
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Ciudad de Buenos Aires. Macri, el empresario de la basura que siempre trató de delincuentes a los cartoneros

Los “contenedores inteligentes” del PRO desataron la polémica. En medio de la crisis de 2002 dijo “al que siga en la calle me lo llevo preso. Porque es tan delito robar la basura como robarle a un señor en la esquina”.

Martes 16 de abril de 2019 20:53

Este martes el macrismo desató una nueva polémica. Instaló en la Avenida Corrientes lo que llamó contenedores “inteligentes”, que se abren con una tarjeta magnética. El ministro de Espacio Público de la Ciudad, Eduardo Macchiavelli, dijo que eran “para evitar que se la gente se meta y saque basura. Y así va a mejorar mucho la limpieza”. Pero además que “si esto funciona, posiblemente vayamos progresivamente a todos los contenedores para cambiarlos por los contenedores easy”.

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La situación de las miles de personas que día a día cartonean o buscan comida en los contenedores es insoportable, en un país que produce alimentos para 300 millones de personas. Pero los responsables son los que gobiernan aumentando, también día a día, la cantidad de pobres. Como el caso del macrista Rodríguez Larreta: en su gestión como Jefe de Gobierno, duplicó la tasa de indigencia: son más de 204.000 personas las que están en esta condición en la ciudad más rica de la Argentina.

¿Cuántas miles de familias engrosaron esa cifra después del anunció de inflación de este martes?

El desprecio clasista de los CEO’s que gobiernan no se limita a la indiferencia ante el hambre, o mañana ante el frío. Es también lo que sienten por quienes no les queda otra que revolver los contenedores, inteligentes y no tanto.

Somos los dueños del contenedor

-Este es un negocio millonario y los cartoneros tienen una actitud delictiva porque se roban la basura.

El hombre lanzaba su acusación sentado en un cómodo sillón de la elegante casona de la calle Lafinur, sede la Fundación Creer y Crecer. Afuera todavía no se apagaron las cenizas de la rebelión del 2001. La periodista de La Nación describe los finos mármoles exteriores, las inmensas puertas de fina madera y los herrajes de bronce, antes de lanzar una nueva pregunta.

-¿Qué propone usted sobre los cartoneros?

Mauricio Macri sonríe.

-Los recolectores informales no pueden estar en la calle. Los vamos a sacar de la calle.

-¿Cómo?

-Ejerciendo la ley. Están cometiendo un delito. Tenés que darles una alternativa, como contratar a unos miles para que hagan la separación de residuos dentro de los centros de procesamiento, y no en la calle.

-¿Y al que siga en la calle?

-Me lo llevo preso. Vos no podés alterar el orden en algo que es un delito, porque es tan delito robar la basura como robarle a un señor en la esquina. Y, además, daña la salud.

Ladrones

Aquella declaración era una amenaza, pero también una defensa de clase. El Grupo Macri había crecido en Buenos Aires con el negocio de la recolección de basura. En 1979 Osvaldo Cacciatore, el intendente de la dictadura, les había entregado la concesión de la recolección de residuos a Mantenga Limpia Buenos Aires (Manliba), la empresa del grupo. En 1982, Domingo Cavallo les sumó otro favor: estatizó la deuda de la empresa, de U$S 3.902.000. Un robo que sigue pagando todo el pueblo.

Más tarde otro amigo de la familia, en realidad ex empleado, les haría otro favor. Carlos Grosso duplicó el pago por tonelada de U$S 45 a U$S 68.

Los Macri dejaron el negocio en los últimos años, pero siguieron favoreciendo a empresarios amigos. Rodríguez Larreta continuó con esa tradición. La Auditoría de la Ciudad reveló que en la zonas asignadas al Estado, este gasta la mitad por la limpieza de lo que se llevan las concesionarias privadas.

Las seis grandes ganadoras del verdadero negocio de la basura son Cliba (del grupo Roggio, AESA, IMPSA (de la familia Pescarmona), EMEPA, Ashira y Urbasur. Varias ya estaban en el negocio en la época del “progresista” Ibarra. Entre todas tienen contratos por 28 mil millones de pesos hasta 2023.

Con el aumento de la inflación, aumenta la pobreza y la desesperación para muchas familias. Solo en la ciudad de Buenos Aires hay alrededor de 10 mil los cartoneros, según las cooperativas que en estos años se han organizado en el sector. Pero cada semana se suman más.

Mientras tanto los herederos de Manliba y sus amigos siguen levantándola en pala con sobreprecios y contratos millonarios. Para que nadie les saque un kilo de sus futuras ganancias, les ponen tarjeta a los contenedores. Está claro que los únicos ladrones son ellos.

No hay que "bajar la pobreza". Hay que dar vuelta la tortilla.