El presidente inauguró la 131° Exposición de una asociación elitista, explotadora y golpista. Patria, CEOs y progreso. Los aplausos son ajenos.
Sábado 29 de julio de 2017 12:43
En julio de 1866, un puñado de familias patricias que adquirieron hectáreas durante las guerras de la independencia y posteriores campañas al “desierto”, fundaban la Sociedad Rural Argentina. Hoy, mientras se inauguraba su 131° Exposición, Mauricio Macri se hizo presente.
Desde hace 151 años, aparte de garantizar la concentración de tierras y explotar trabajadores, la asociación se involucró en política. Durante la Semana Trágica de 1919, la SRA proveyó rompehuelgas para quebrar la furia obrera e instó al gobierno a la represión directa. En lo sucesivo ha apoyado cada golpe de Estado: aunque cabe aclarar que con todos los gobiernos los ruralistas “la levantaron en pala”.
Como rezaba hoy el estrado desde donde hablaron Etchevehere y el primer mandatario, “El campo es mucho más que campo”.
Los CEOs y las vaquitas se van por la misma senda
Los festejos de la “Expo” estuvieron teñidos de amarillo. El primero en tomar la palabra fue Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural, quien halagó al gobierno. Desde el canal Todo Noticias se mostraron emocionadísimos y cambiaban la placa constantemente siguiendo cada frase del orador.
“La quita de retenciones generó confianza”, dijo al comienzo y agradeció el gran favor que le hizo Cambiemos a las patronales agrarias. También criticó furiosamente a la administración anterior –con la cual sus ganancias nunca mermaron-, refirió a un aumento en la venta de tractores y stock ganadero, y valoró “la lucha contra las mafias y la corrupción del Estado”. Cínicamente quiso mostrar preocupación por los temas sociales y alegó que “el campo” también busca Pobreza 0. Habló de un impulso a la industria lechera en un país donde continúa bajando el consumo de lácteos y subiendo la compra de vinos premium.
Luego fue el turno de Mauricio Macri, feliz entre las vaquitas y gente de su clase. Comenzó el discurso con un homenaje al infame Momo Vengas. Lo llamó “un batallador de los intereses de los intereses del campo” al que mantuvo un “gran afecto”. Luego prosiguió con sus frases prefabricadas: “Trabajemos juntos”, “Alegría y esperanza”, “Vamos por el diálogo”, “Abrámonos al mundo”.
En plena campaña, destacó la prioridad de su gobierno por mejorar la infraestructura y también despotricó contra las famosas “mafias”. “Nunca más las obras van a ser sinónimo de corrupción” alegó, olvidándose del escándalo Odebrecht que lo involucra de lleno a él, su familia y funcionarios.
El mandatario apuntó a las clases medias y también a los empresarios. En este sentido, prometió una reforma impositiva y llamó a las inversiones (que siguen haciendo oídos sordos) y a un impulso a las industrias automotrices y autopartistas (que no repuntan). Vaca Muerta fue otro de los tópicos mencionados antes de rematar que “el cambio llegó pero tengo que pedirles más”.
“Tenemos que pasar de ser el granero del mundo al supermercado del mundo” fue la última idea recomendada por su coach. Un verdadero festín campestre con mucho olor a bosta.