Con un discurso moderado de CFK, y un falso optimismo por parte de Macri, protagonizaron ayer duelos retóricos a pocos días de las PASO.
Miércoles 2 de agosto de 2017
A tan solo 13 días de las PASO, tanto desde el Gobierno nacional como desde el kirchnerismo han decidido elevar el tono de la disputa electoral. Este martes tuvo lugar un nuevo episodio protagonizado, desde distintos lugares, por el presidente Mauricio Macri y la ex mandataria Cristina Kirchner.
De un lado, un discurso moderado para capitalizar en votos el descontento frente a la situación económica y sus consecuencias sociales. Del otro, un actuado optimismo y una insistencia sobre el peso de la “herencia recibida”. Por otro carril, la realidad de millones que sufren hoy los despidos y la inflación, y ven con esperanzas luchas como la de los obreros de PepsiCo que acaban de anunciar nuevas medidas de lucha para este jueves.
Cristina Kirchner, durante un acto en el municipio bonaerense de Malvinas Argentinas, utilizó la tribuna para sostener que “no queremos que le vaya mal al Gobierno, queremos que el Gobierno deje de hacer mal las cosas, que es algo muy distinto. Deben ver estas cosas, despojarse, no ser arrogantes. A lo mejor pensaban que estas políticas iban a dar otros resultados, que las inversiones iban a llegar, pero ya han transcurrido casi dos años de Gobierno, no hay más excusas”.
En el mismo discurso, Cristina Kirchner dijo también que “quiero convocarlos a todos los ciudadanos a que demos nuestro mensaje con el voto, a que pongamos un límite a tanto desatino, y el Gobierno entonces advierta que debe modificar el rumbo económico porque vamos mal. Yo soy bilardista, y en este caso el resultado es malo”.
El tono sumamente moderado de la ex presidenta está a tono con la estrategia de estilo Durán Barba que estrenó en el acto en el estadio de Arsenal. En la nueva retórica, Macri ya no es un representante de la derecha neoliberal que gobierna para los grandes capitales sino alguien que “hace mal las cosas”. Y la política de Cristina Kirchner no es enfrentar las brutales consecuencias del ajuste mediante la “resistencia con aguante”, sino apenas “dar un mensaje” en las urnas para “poner un límite”. Un discurso de tono “ciudadano” con el cual busca ampliar su base electoral
Por su parte, el presidente Macri le respondió desde la provincia de Corrientes, donde habló ayer en un acto en el club San Martín combinando un optimismo inverosímil y una fuerte diatriba antikirchnerista: “Nos quieren meter miedo y tienen la caradurez de decir lo que hay que hacer, después de que nos gobernaron durante tantos años y lo único que nos dejaron fueron deudas y problemas. No les creemos. No nos van a engañar más", apuntó.
Asimismo, negando la realidad, Macri afirmó que "los resultados del cambio se empiezan a ver en todo el país. Los argentinos saben que las falsas promesas y los cuentitos mágicos terminaron todos mal". El presidente dedicó también algunos pasajes de su discurso al narcotráfico, la obra pública y los créditos hipotecarios.
Mientras los representantes del Gobierno actual y del anterior se echan culpas mutuamente, lo cierto es que el ajuste comenzó desde hace años, y que en la actualidad el macrismo se sostiene en su plan económico gracias a los votos del Frente para la Victoria, el massismo y otros bloques en el Congreso Nacional, a la política de ataque aplicada por los gobernadores de todo el arco político, y a la tregua que le ofrecen las cúpulas sindicales.
Lejos de todos ellos, la izquierda de Nicolás del Caño y Myriam Bregman apoya todas las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud y construye una fuerte alternativa política anticapitalista para dar salida a los padecimientos del pueblo trabajador. En PepsiCo, y en una gran votación para el Frente de Izquierda el 13 de agosto, hay dos grandes desafíos que están planteados en lo inmediato.