El Gobierno francés anunció el levantamiento del toque de queda diez días antes de lo previsto, así como el fin de la obligación de llevar máscara al aire libre. Anuncios que forman parte de la estrategia del Gobierno, que quiere avalar el "regreso de la vida normal", sin poner en marcha una estrategia de prevención sanitaria ante la amenaza de la variante Delta.
Jueves 17 de junio de 2021 13:23
"Estamos viviendo una especie de vuelta a la vida normal". Así de categórico se ha mostrado el primer ministro francés, Jean Castex, quien anunció este miércoles la anticipación de dos emblemáticas medidas dentro de su plan desescalada: la retirada de la mascarilla al aire libre y el fin del toque de queda.
Mientras el Gobierno británico pospuso el lunes la última etapa del desconfinamiento del país, el francés, por el contrario, está acelerando la salida con el fin de la obligación de llevar barbijos al aire libre a partir de este jueves 17 de junio y el levantamiento del toque de queda que finalizará este domingo 20 de junio, 10 días antes de la fecha inicialmente prevista.
El anuncio está en línea con la campaña de comunicación que lidera el Gobierno de Macron, desplegando una línea triunfalista desde la primera etapa del desconfinamiento en un intento por olvidar la catastrófica gestión sanitaria. Ese es el sentido del discurso de Jean Castex de este miércoles, donde precisó que "recordamos las críticas que acompañaron nuestra estrategia para salir de la crisis, el pasado mes de abril, cuando algunos la encontraron demasiado rápida y poco cautelosa".
Parece obvio que con ello el gobierno busca relegitimizarse, surfeando la euforia de la reapertura y queriendo anclar "el regreso a la vida normal" en el panorama político. Pero el levantamiento de sus medidas también responde a la presión por una reapertura total, con el comienzo de las vacaciones de verano y en plena Eurocopa de fútbol, que congrega por las noches a miles de personas en los bares y fiestas.
Desde este punto de vista, la finalización de estas dos medidas, anunciadas prematuramente en relación al cronograma planificado por el Gobierno, parecen lógicamente un alivio para la mayoría de la población. Sobre todo porque el toque de queda, vigente desde hace siete meses, nunca ha demostrado su eficacia en el campo de la salud y fue solo un medio para que el gobierno imponga una gestión represiva de la pandemia. Si bien el levantamiento del toque de queda es indudablemente positivo, eso no significa el fin de la represión. Esto es lo que Jean Castex quiso dejar en claro al afirmar que “esto no significa, sin embargo, que las tertulias y fiestas sean posibles sin respetar el distanciamiento en todo momento". Se trata de una "precisión" muy importante, sobre todo en vísperas del festival de música, donde las reuniones sin duda volverán a ser reprimidas.
El gobierno quiere demostrar que esta iniciando una salida definitiva de la crisis sanitaria levantando estas dos medidas, pero no tiene ninguna estrategia de prevención real para asegurar una salida duradera de la epidemia. La situación sanitaria en Francia permanece por el momento en una fase de declive, con 3235 nuevos contagios el 15 de junio y 1952 pacientes todavía en cuidados intensivos; pero la amenaza de la variante Delta (India), cuyas consecuencias se pueden ver en Gran Bretaña, deben tomarse muy en serio. Así, la OMS advirtió hace unos días sobre la posibilidad de un resurgimiento epidémico en Europa por la transmisión de la variante Delta, un 60% más contagiosa que la variante inglesa.
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Ante esta situación el gobierno pide "vigilancia colectiva" ante la variante Delta, que representa "del 2 al 4% de los contagios", los métodos de detección y secuenciación siguen siendo precarios, debido a la falta de recursos logísticos proporcionados por el Estado.
A esto se suma la falta de un protocolo de ventilación sobre la reapertura del interior de los locales. En estos casos simplemente se dan "recomendaciones", aunque la transmisión del virus por aerosoles (micropartículas en el aire) constituye un riesgo real de contagio, como se muestra en la reciente investigación de Mediapart sobre el potencial contagio en trenes por la mala ventilación.
"El regreso a la vida normal" sobre la que el gobierno viene insistiendo desde hace algunas semanas podría ser, por tanto, efímero en ausencia de una verdadera estrategia de salud preventiva. Porque a pesar de los avances en vacunación, a la que está apostando todo su calendario, 30 millones han recibido solo la primera dosis de vacuna, que no es suficiente para protegerse de la variante Delta, y solo 16 millones de personas han recibido las dos dosis.
Desde este punto de vista, el discurso triunfalista de Macron esconde una negativa a tomar las medidas adecuadas e invertir masivamente en salud. Esta es la alerta que dan varios epidemiólogos, como Dominique Costagliola, quien explicó en Le Nouvel Obs que "En Francia, no somos inmunes a un repunte de la epidemia al final del verano o al comienzo del año escolar”.