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Red Internacional
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SEGUNDA OLA EN FRANCIA. Macron establece toque de queda y despliega 12.000 policías para "combatir" el coronavirus

La segunda ola de coronavirus en Europa crece descontrolada y los Gobiernos han comenzado a optar por una gestión represiva de la pandemia. En el caso de Francia, Macron ya decretó el toque de queda, un aumento para la Policía y el despliegue de 12.000 agentes en el país.

Jueves 15 de octubre de 2020 13:08

Foto: Archivo RadioJai

No es que los gobiernos europeos, y en particular el francés, piensen que al coronavirus se lo puede derrotar con palazos y balas de goma, sino que se preparan para llevar adelante una gestión represiva de la pandemia con confinamientos selectivos y toques de queda sobre las poblaciones más vulnerables, que son casualmente donde viven aquellos que cada día deben ir a trabajad sin ningún tipo de elemento de protección personal y en transportes abarrotados donde se arriesgan a un contagio casi seguro.

El Gobierno francés de Emmanuel Macron ha anunciado este miércoles que 12.000 agentes serán desplegados cada noche para vigilar el cumplimiento del toque de queda que entrará en vigor el sábado. Se trata de una medida autoritaria que pretende ocultar el fracaso de una gestión sanitaria errática. Una estrategia que, además de no sacar conclusiones de la primera ola, fue cómplice de la circulación acelerada del virus durante el verano. Lejos de "controlar" el virus, el Gobierno francés ha optado por la recuperación económica en detrimento de la salud de las y los trabajadores. Y la forma de garantizarlo es con represión a los llamados esenciales, aumento de sueldos y bonos para la Policía que garantice el toque de queda y hasta 1.000 millones de euros de subsidios para los empresarios.

Las ganancias antes que la salud

El toque de queda desde las 9 de la noche a las 6 de la mañana se extenderá durante un mínimo de cuatro semanas en París y su región (Isla de Francia) y las áreas metropolitanas de Marsella-Aix en Provence, Lyon, Lille, Rouen, Toulouse, Grenoble, Montpellier y Saint Etienne. Unos 20 millones de personas viven en esas zonas (casi un 30 % de la población francesa).

El objetivo del Gobierno es reducir la incidencia de la pandemia para evitar la saturación de las unidades de cuidados intensivos. Se quiere pasar del entorno de los 20.000 casos diarios actuales a 3.000-5.000, y del 32 % de camas de cuidados intensivos ocupadas por pacientes de covid-19 a nivel nacional al 10-15 %. En la región de París, esa cifra alcanza ya el 46 %.

Esta curva de contagios que se disparó no solo en Francia sino en la mayoría de los países europeos, tiene que ver con la negativa de los gobiernos en todos estos meses a fortalecer el sistema de salud que se encuentra diezmado tras décadas de políticas neoliberales. En su lugar destinaron miles de millones de dólares en rescates a los grandes empresarios y especularon con la posibilidad de tener una vacuna rápida que les permita no tener que gastar un centavo en la salud pública. El resultado directo de esta política es el crecimiento actual de la ocupación de las camas de terapia intensiva.

Durante la primera ola Francia ya vio como la militarización de los barrios populares para hacer cumplir el estado de alarma tenía como objetivo amedrentar a las y los trabajadores que se veían obligados a salir a trabajar para poder vivir. Estos arriesgaban su vida cada día al exponerse a contagios por no contar con elementos de protección personal y a la noche cuando volvían a sus casas eran perseguidos y hostigados por la Policía.

En esta oportunidad unos 12.300 agentes de diferentes cuerpos de seguridad (Gendarmería, Policía Nacional, Policía Municipal) vigilarán el cumplimiento del toque de queda durante el cual las personas no podrán salir de sus casas.

Este será el tercer toque de queda que vivirá París en su historia. El primero fue el que impuso la ocupación nazi entre 1940-1944 durante la Segunda Guerra Mundial, el segundo se implantó en octubre de 1961, contra las personas de origen argelino durante la guerra de independencia de Argelia, y concluyó en marzo de 1962, con la firma del alto el fuego en el conflicto que tenía a Francia como potencia colonial.

El toque de queda es un método autoritario que Francia ya utiliza como parte de su gestión colonial en Guyana. A pesar de que los periodistas esperaban que Macron utilice un término menos marcial del tipo "encierro nocturno", Macron no tuvo problema en hablar abiertamente de "toque de queda", lo que expresa su deseo de ser el "jefe de un Estado fuerte", con una estrategia que hasta ahora solo ha permitido en gran medida al virus circular y propagarse.

Que se trata de una gestión represiva a favor de las ganancias de los empresarios y contra la salud de los trabajadores franceses lo demuestra el hecho de que paralelamente a las previsiones de recortes presupuestarios para los hospitales, en pleno rebrote, Macron anunció un aumento de 320 millones de euros para el ministerio del Interior, 15 millones para bonos destinados a los policías que hagan trabajo nocturno y unos 1.000 millones de rescate para los grandes empresarios y el sistema financiero.