Hace poco, la madre de la directora del Conacyt María Elena Álvarez-Buylla Roces, Elena Roces Dorronsoro, aprovechando el cambio de reglamentos y de discurso de la institución, fue nombrada investigadora emérita, lo que refleja continuidad de las viejas prácticas en la ciencia y tecnología.
Miércoles 14 de septiembre de 2022
En abril pasado, la científica Elena Roces obtuvo la distinción de investigadora emérita vitalicia del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Cabe destacar que la académica es madre de la directora del organismo Álvarez-Buylla. A causa de ello, una cantidad importante de científicos adscritos al SNI protestaron por considerarlo un acto de nepotismo.
Sin embargo, el reglamento de la institución fue modificado un año antes para permitir esta situación, pues en el 2018 uno de los requisitos era haber tenido al menos tres evaluaciones consecutivas obteniendo el nivel III y cumplido quince años de manera ininterrumpida con la distinción de Investigador(a) Nacional nivel III. En el 2021 esta disposición se eliminó, de manera que ya sólo se tenía que contar con el nivel III del SNI antes de la convocatoria, tener 65 años, etc.
Implicaciones de dicha situación
Hace un año, cuando se modificó el reglamento del SNI, se planteaba una “refundación del SNI”, sujeta a disponibilidad presupuestaria y que se daría prioridad a algunos investigadores, considerando parámetros de “inclusión social y equilibrio regional”, pero se conservaba un sistema de estímulos que crea investigadores de élite y otros precarizados, en donde Elena Roces, ahora investigadora, podrá tener acceso a estímulos que le podrían permitir ganar hasta 300 mil pesos, una situación muy poco austera si consideramos que, en México, la inmensa mayoría de los profesores ganan 6 mil pesos mensuales, con lo cual muchas veces no les alcanza para sobrevivir.
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Por otro lado, esta situación hace recordar lo sucedido con el titular de la Fiscalía General de la República (PGR), Alejandro Gertz Manero, a quien se le concedió el grado de SNI III sobre la base del plagio de libros, pues literalmente copió y pegó ideas de otros autores en sus libros, incurriendo en lo que se conoce como robo de propiedad intelectual, para acceder al sistema de estímulos.
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Nuevo discurso, viejas prácticas
La reforma al reglamento del SNI hablaba de cosas como “reconocer públicamente (…) el avance del conocimiento universal mediante el impulso de la investigación de frontera en alguna de las áreas del saber, el desarrollo de tecnologías estratégicas de vanguardia e innovación abierta para la transformación social o la atención de problemas nacionales (…)”. Desde este discurso enarbolado por la 4T, la directora del Conacyt denunció a los partidos neoliberales como el PRI y el PAN por atacar el desarrollo científico y tecnológico.
Estas denuncias son ciertas, ya que en 2015 el presupuesto del Conacyt fue de 47,071 millones de pesos; en 2016, fue de 43,753 millones; en 2017, 30,644 millones; en 2018, 28,108 millones; además de que empresas capitalistas como Intel, Whirlpool, Volkswagen, Mabe, Honeywell, IBM, Monsanto, Bayer o Kimberly Clark se beneficiaron de la entrega de 41 mil 624 millones de pesos entre 2013 y 2018. Asimismo, organismos empresariales como CONCAMIN, COPARMEX y la CANACINTRA estaban dentro del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, desde donde decidían el desarrollo de la ciencia y tecnología en favor de sus ganancias. Esa era la ciencia neoliberal.
¿Y qué sucede en tiempos de la 4T? El presupuesto para la ciencia en 2019 fue de 23,688 millones de pesos; en 2020, 23,082 millones; en 2021, 21,276 millones; para 2022, el presupuesto es de 21,369 millones y para el próximo año el presupuesto para el Conacyt será de 21,822 millones. En pocas palabras, no tendrá aumentos significativos a pesar de la inflación y se mantiene en niveles reducidos. Por otra parte, en agosto del presente año, Álvarez-Buylla compareció ante los diputados del Congreso de la Unión, donde aceptó que los recursos de los fideicomisos de ciencia desaparecidos en 2020 (25 mil millones de pesos) se fueron a proyectos prioritarios del gobierno federal, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.
Cabe destacar que el Tren Maya es un proyecto que ha sido denunciado por el ecocidio que se está cometiendo en la selva de la península de Yucatán, donde se benefician empresas como Grupo México, a cargo del trazo del tramo 5 y Grupo Vidanta, supervisor del Tren Maya honorario, propiedad de Daniel Chávez Morán, amigo del presidente. Otros beneficiados son Antonio Chávez, también miembro del círculo cercano de AMLO y presidente de la Asociación de Hoteleros de la Riviera Maya, además de Guadalupe Phillips, CEO de ICA, Mayté Ramos, directora de Alshtom-México y por supuesto Grupo Carso de Carlos Slim.
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Por una ciencia al servicio de los trabajadores
Lo que se observa en el Conacyt de la 4T son elementos de continuidad, pues las viejas prácticas de nepotismo, compadrazgo y beneficio a las grandes empresas continúa, pero bajo el manto de un discurso progresista, cuando lo que se necesita un es desarrollo científico y tecnológico al servicio de las mayorías trabajadoras. Por ejemplo, ahora que estamos en tiempos de pandemia, podrían haberse fabricado oportunamente vacunas para no tener que importarlas desde afuera, sino producirlas en el país para que sean más baratas y para que toda la población esté protegida del virus, pero para ello se necesita invertir más en este sector y no entregar el presupuesto a los empresarios, quienes, además, no tendrían por qué tener incidencia en las decisiones de las inversiones científicas.