Conversamos con Nancy Baladán, madre de Milagros Cuello, la gurisa desaparecida hace 3 años en la plaza de Pando, quien volvió a contar todo lo que hizo para que la investigación avanzara, y responsabilizó al Estado por no tomar seriamente el tema de la trata de personas en Uruguay.
Lunes 23 de diciembre de 2019
Con la frase del título podemos resumir en pocas palabras el sentir de la madre de Milagros Cuello, la gurisa de 16 años desaparecida en Pando, donde se presume la existencia de una red de trata. Su desaparición ocurrió el 4 de diciembre del 2016, y hace poco se cumplieron 3 años.
Nancy Baladán, su madre, nos dio una nota donde nos contó acerca de los avances de la causa, y el trasfondo de la investigación luego de los cambios de jueces y fiscales.
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Durante dos años el caso estuvo estancado, así cuentan la Fiscal Silvia Blanc y el Juez Emilio Baccelli y también Nancy. Cuando se retomó el expediente, vieron que los testigos que declararon no lo hicieron en la Sede Judicial. Nunca los llamaron, ni el Juez ni el Fiscal que seguían este caso de extrema importancia, como tantos otros de desaparición de personas.
Nancy no para desde el minuto uno de buscar a su hija, desde el momento mismo en que Mili salió a la plaza de Pando, a ocho cuadras de su casa, y cuando se dieron cuenta que no volvía, concurrieron a la sede policial, en busca de respuestas e información. Cuando fueron pasando los días, y Nancy vio que nadie se movía por su hija, fue ella quien entregaba pistas de mensajes recibidos, incluso de amenazas y extorsiones para que parara de buscar a su hija.
Durante estos tres años trabajaron cuatros fiscales y dos jueces, y la investigación estuvo bajo la órbita del Departamento de Homicidios, aunque luego pasó a manos de Personas Ausentes.
La trata de personas es un problema no reconocido por el Estado, un problema que ocurre centralmente en los barrios periféricos y se eligen gurisas de familias humildes, con pocas posibilidades económicas y recursos legales. Inclusive el ministro del Interior Eduardo Bonomi descartó que existieran redes de trata y cada vez que vecinas y vecinos intentaron denunciar esta situación, fueron desestimados por las autoridades policiales y gubernamentales.
LID- Hace pocas semanas se cumplieron tres años de la desaparición de Mili. ¿Qué avances has tenido en la causa en la que se investiga su desaparición?
Nancy- Los avances que he visto fueron que ya hay tres procesados por explotación sexual, aunque no se puede todavía determinar si también tienen que ver con la desaparición de Mili. La nueva Fiscal y el nuevo Juez han movilizado más la causa y por ello se pudo llegar a estos sospechosos.
LID- Sabemos, porque estuvimos allí acompañando desde la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas, que has realizado una presentación ante la Institución Nacional de los Derechos Humanos (INDH). ¿Cómo fue esa experiencia y qué te aportó?
Nancy- Es la segunda denuncia que hice en INDH. Ese día hicimos una denuncia colectiva junto a otras cinco familias. Desde esa denuncia noté que explotó todo, se movió más la investigación y aparecieron nuevas pruebas.
Afuera de la institución acompañaban distintos colectivos feministas para apoyar a las familias, pegando pancartas con las caras y nombres de las gurisas desaparecidas, para visibilización en los diferentes medios que acompañaron también. La convocatoria fue hecha por ¿Dónde están nuestras gurisas?
LID- Este 2019 han desaparecido otras gurisas, y se presume la existencia de redes de trata tanto en la zona de Pando como en otras zonas como la frontera con Brasil, situación que no es reconocida por el actual gobierno. ¿Qué opinión te merece?
Nancy- Explotación sexual hay en todos lados, redes de trata también. La gente tiene miedo y se calla, ese es el drama. Que la Justicia y el gobierno no hagan hincapié en esto, me parece que está muy mal. Porque cada día desaparecen más niñas, adolescentes y mujeres. Que ellos no lo vean como preocupante es porque lo ven lejano a que les pase, porque más pasa en lugares periféricos de Montevideo, en los barrios más olvidados. Porque si en la justicia tendrían un protocolo para luchar contra las redes de trata, esto sería diferente.
En vez de hacer el juego, de omitir para no asustar a la sociedad, tienen que informarlo y decir que las redes de trata existen y que las van a combatir con personal especializado, y no callarlo.