El 26 de noviembre de 2007, Jorge Curi (hijo), el dueño de Mafissa, despidió a 103 trabajadores. Ese día comenzó un acampe en las puertas de la fábrica que duró 80 días.
Domingo 10 de julio de 2016
En mayo de 2007 los trabajadores de Mafissa conquistaron una fuerte unidad en el conflicto de los 42 días. En noviembre del mismo año la empresa pasa nuevamente a la ofensiva: cierra la planta y le da vacaciones compulsivas a los trabajadores. Junto al ataque al conjunto de la fábrica, la patronal se plantea como objetivo descabezar a la Comisión Interna, para lo cual contó con la invaluable colaboración de la burocracia de la Asociación Obrera Textil (AOT).
La política de la patronal consistió en un ataque brutal contra el ala combativa y clasista de los delegados, cuyo principal referente era Hernán García, ex delegado de la Comisión Interna. Los acusaban de “izquierdistas” y “ultras” buscando desprestigiarlos frente al conjunto de los trabajadores, porque sabían que contaban con sectores conservadores en la base, sumado al desgaste que comenzaba a sentirse luego de casi un año ininterrumpido de conflicto por los constantes ataques de la patronal. De esta manera lograron dividir a la Comisión Interna, porque el sector más conciliador, en vez de combatir a la burocracia, terminó cediendo al ataque y se hizo vocera de la línea “maccartista” de la patronal, con el objetivo de conquistar el respaldo de la AOT.
La AOT actúo con un doble juego: por abajo, entre la base, acusaba a los delegados de “quilomberos”, de no tener los métodos de la clase obrera, y por arriba decían que ellos iban a resolver el conflicto en pocos días. El sector conciliador de la Comisión Interna forjó a su vez enormes expectativas en la burocracia, dividiendo y generando confusión en la base. Planteaban que había que confiar en ellos y no enfrentar al gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner y al provincial de Daniel Scioli, ocultado así el alineamiento cómplice de la burocracia, la patronal de los Curi y el gobierno contra los trabajadores.
Mientras el ala clasista de los delegados planteaba que no había que permitir la división de los obreros, la AOT, Curi y el gobierno ya habían dado muestras de su profundo carácter de clase patronal. Compartían el mismo objetivo: deshacerse de la organización obrera conquistada por la Comisión Interna y eliminar toda resistencia a sus planes de reestructuración para aumentar los ritmos de producción y sus ganancias millonarias.
Febrero 2008: “saltar la reja y tomar la fábrica”
En este momento quedaron claras las posiciones que había entre los delegados: “Hicimos una asamblea grande donde se comenzó a discutir que había que entrar a la fábrica, algo que el otro sector (ala conciliadora) no lo quería ni tocar. Seguían diciendo que teníamos que esperar que la AOT intervenga para solucionar el conflicto y proponían ir a una asamblea en capital (¡a 70 km de la fábrica!) donde la burocracia quería que voten, mediante urna, solo los afiliados dejando afuera a todos los despedidos. Nosotros (el ala de izquierda) planteamos que la asamblea se tenía que hacer en la fábrica con todos los trabajadores, incluidos los despedidos”, dice Hernán García, ex delegado de la Comisión Interna, actualmente obrero de Astillero Río Santiago y dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con la fábrica paralizada y desde afuera no se podía presionar más a la patronal; en este contexto deciden en asamblea tomar la fábrica.
Los trabajadores pudieron enfrentar los ataques de la patronal, el desgaste y las divisiones porque el ala izquierda (influenciada por el PTS) promovió la discusión política en cada asamblea de base, al mismo tiempo que fue construyendo una dirección en el conflicto, con la claridad política suficiente para demostrar a los obreros que entre la patronal, la burocracia y el gobierno había una “santa alianza” que solo podía enfrentarse coordinando con otros trabajadores: como lo hicieron con Gleba (Gran La Plata), Astilleros Río Santiago (Ensenada), Casino Flotante (CABA), teniendo política hacia el barrio de Olmos (donde está instalada la planta) y la comunidad. Realizaron todo tipo de actividades junto a otros trabajadores y estudiantes de la universidad que se acercaban a traer su solidaridad; militantes de diferentes organizaciones de la izquierda, Centros de Estudiantes y Organizaciones de Derechos Humanos independientes del gobierno. Lograron el apoyo de personalidades como Osvaldo Bayer quién escribió una contratapa en el diario Página 12 reconociendo su enorme lucha.
Abril de 2008: desalojan la fábrica
Luego de 40 días de toma de la fábrica, los trabajadores lograron que el Ministerio de Trabajo dicte una conciliación obligatoria que decía que la empresa tenía que reincorporarlos a todos. La patronal no la cumplió y mientras arregló con la AOT la reincorporación de 150 obreros sin pagarle los salarios caídos. De esta forma la burocracia le permitió lograr a Curi lo que no había conseguido con el “preventivo de crisis” que habían presentado y que fue rechazado por el Ministerio. En este marco, los delegados consiguieron que se dicte una “medida cautelar” favorable a los trabajadores, que exigía que la empresa acate la conciliación obligatoria. La empresa no acató y preparó la represión.
“No nos pudieron desalojar ni el sindicato, ni la patronal, ni la patota de la AOT. Tuvieron que mandar al aparato represivo del Estado para desalojarnos. Nos sitiaron, nos tiraron durante 25 minutos y resistimos en la fábrica durante 9 horas. Les gritábamos que nosotros queríamos trabajar, que somos obreros y que solo nos iban a sacar con las patas para adelante”, relata Hernán.
Los trabajadores sabían que un escenario así podía darse y por eso se propusieron aguantar un tiempo prudencial dentro de la planta a la espera del apoyo que habían logrado de la comunidad. Pero llegar hasta la fábrica era muy difícil. La zona estaba militarizada hasta 7 km a la redonda: caballería, infantería, el grupo halcón, camiones hidrantes, 700 policías pagados por la patronal de Curi al gobierno provincial de Daniel Scioli para desalojar violentamente a 18 obreros que resistían por su fuente de trabajo y por la de más de 200 familias.
“Las ideas no las van a matar nunca”
“Nos pueden matar a palos, pero las ideas no las van a matar nunca”, les gritaban los obreros de Mafissa que no pudieron llegar a tiempo para estar con sus compañeros adentro.
“La policía exigía que salgamos incondicionalmente. Curi y compañía quería que huyéramos corriendo, arrepentidos y que entreguemos a 5 compañeros, querían quebrarnos. No les permitimos ninguna maniobra y salimos por la puerta grande orgullosos de lo que hicimos. En esas 9 horas, hicimos 8 asambleas. Discutíamos como la seguíamos al perder la fábrica que teníamos que pensar en el día después y eso significaba seguir luchando. Nos llevaron presos y nos repartieron en 16 comisarías distintas. Fue duro lo que pasamos, pero la mayoría era consciente de que íbamos a resistir, que podíamos ir en cana y de todo los que se venía después”, relata Hernán. Por resistir el desalojo y la represión, la Justicia procesó a los 18 por “coacción agravada”, produciéndose un salto en el ataque represivo para el conjunto de los trabajadores.
Para los combativos obreros de Mafissa no hubo ejército que mate sus ideas. Siguieron siendo las mismas: “Todo este clasismo que nosotros conseguimos en esta lucha, toda la experiencia política acumulada, la historia de nuestra clase, la conquista de una dirección política de izquierda, todas nuestras ideas seguirán intactas. En cada trabajo, en cada lugar donde vayamos, vamos a transmitir las mismas ideas a otros trabajadores”, dice Hernán con la voz firme del que es plenamente consciente que la historia está de su lado.