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Red Internacional
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Análisis. Mancera y López Obrador: nuevos movimientos hacia las elecciones del 2018

Después de su destape, Mancera anuncia alianzas y llama al “pueblo progresista”. López Obrador arremete contra las iniciativas anticorrupción del gobierno federal.

Pablo Oprinari

Pablo Oprinari Ciudad de México / @POprinari

Miércoles 5 de octubre de 2016

Miguel Ángel Mancera (MAM) anunció que su proyecto, para el 2018, es encabezar una alianza del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC). Una reedición del acuerdo electoral que impulsó el PRD en años pasados, orientada a buscar el apoyo del “pueblo progresista”.

Mancera y su carrera por la presidencia

Al mismo tiempo, el jefe de gobierno capitalino puso clara distancia con Andrés Manuel López Obrador (AMLO): “con Morena, nada” fueron sus dichos a la prensa.

Mancera está en carrera para consolidar su proyecto presidencial hacia el 2018. En las semanas previas, se lanzó contra el secretario de Hacienda José Luis Meade, por la fuerte reducción presupuestal que afecta a la Ciudad de México. Sus declaraciones eran esperables. Miguel Ángel Mancera sueña con apoyarse en su gestión en la CdMx y en el enorme caudal de votantes que ésta aporta, así como en sus prácticas clientelares, para impulsar su ascenso en las encuestas y su proyección nacional. Sabe que él es la única “carta” que puede, con suerte, darle al perredismo un desempeño que no sea una nueva catástrofe en el 2018, lo cual le brindará también mayor margen ante las corrientes internas. Pretende acrecentar su capital político y su intención de voto, antes de hablar siquiera de alianza con los grandes partidos que rebasaron al PRD en las pasadas elecciones: el Partido Acción Nacional (PAN) o el Morena.

Es difícil pensar que su candidatura pueda disputar la presidencia, considerando el crecimiento electoral del PAN y del Morena. En los comicios del pasado 5 de junio, el PRD cayó hasta convirtirse en la cuarta fuerza nacional, y su desprestigio puede ser contraproducente para las expectativas del Jefe de Gobierno. Sus aliados no están mejor. El PT apenas mantuvo su registro. Movimiento Ciudadano, aunque en el 2015 ganó posiciones como la alcaldía de Guadalajara, retrocedió en el 2016 ante el ascenso de AMLO.

Sería apresurado considerar que las palabras del candidato perredista clausuran definitivamente posibles acuerdos. Falta mucho para el 2018. En el medio están las elecciones del Estado de México, que darán la pauta de la magnitud de las pérdidas priístas así como de las articulaciones opositoras para llegar a la presidencia. Las próximas encuestas -ahora que se destaparon el priísta Miguel Ángel Osorio Chong y el mismo Mancera- serán factor de peso a la hora de la conformación de posibles alianzas.

Pero lo que sí pueden lograr las declaraciones de Miguel Ángel Mancera es una elevación de la temperatura pre electoral y las descalificaciones entre el PRD y Morena. Si esa confrontación escala puede jugar en contra de cualquier alianza de los partidos que se reclaman del “progresismo” en México.

López Obrador, moderación ante todo

En los últimos días, el presidente de Morena marcó varios posicionamientos. Según parece, ha elegido golpear sobre la cuestión de la corrupción. Primero, criticando el Sistema Nacional Anticorrupción. Ahora atacando al panismo, a partir de la revelación de que la fundación Juntos Podemos, cuya presidenta honoraria es la ex candidata Josefina Vázquez Mota, habría recibido 900 millones de pesos de parte del gobierno priísta.

López Obrador también desairó la invitación de Carlos Loret de Mola al debate con los presidentes del PRI, el PAN y el PRD, ante las cámaras de Televisa.

El tabasqueño pretende capitalizar el descontento con la corrupción, que se mostró como el talón de Aquiles del PRI. Fue el impacto de casos como el de Javier Duarte en Veracruz, lo que facilitó el ascenso electoral del PAN, en solitario o con el PRD. López Obrador espera disputar una amplia franja del electorado a los otros partidos opositores, quienes, como el derechista Acción Nacional, también despliegan -cínicamente, como evidencia el caso de Vázquez Mota- una retórica anticorrupción.

Más allá de su retórica para distanciarse de los otros partidos, el discurso de AMLO apuesta a la moderación. Ante la visita de Donald Trump se limitó a criticar la injerencia de Peña en los “asuntos internos” de Estados Unidos, pero en ningún momento cuestionó la subordinación a la Casa Blanca y la pleitesía ante los candidatos de aquél país. Afirmó además que hay que "convencer a los gobernantes del vecino país de que no es con muros ni con deportaciones masivas con se va a resolver la violencia", como si se pudiera aconsejar a los bandidos imperialistas. E incluso propuso una zona libre en toda la frontera, con la intención de fomentar “la inversión” mediante la baja del IVA y del costo de los enérgeticos, una propuesta cuyo objeto no es otro que abaratar los costos de las transnacionales.

Ante la crisis gubernamental, AMLO llamó a no agitar las aguas y esperar al 2018. Explícitamente habló de garantizar la gobernabilidad de Peña Nieto, responsable de los hechos de San Salvador Atenco en el 2006 y de la desaparición de los 43 normalistas. No es exagerado decir que el músico Roger Waters se vio más crítico del gobierno federal, del candidato republicano y el muro fronterizo.

Esto no es casual. A López Obrador lo persigue, como una pesadilla recurrente, el fantasma del 2006 y la polarización orquestada por los publicistas afines al gobierno y su campaña de “Un peligro para México”. Busca proyectar, ante las cúpulas empresariales y la Casa Blanca, la imagen de una opción responsable y sin peligros de ruptura política, considerando además que las proximas elecciones presidenciales serán un mecanismo de contención del descontento que se palpa en la calle. Habrá que ver si con eso le alcanza para disputar el favor de los votantes que en las pasadas elecciones apoyaron a la alianza PAN-PRD, considerando que Acción Nacional está arriba en las encuestas. Pero también si, con tanta moderación, mantiene la fidelidad de muchos que lo apoyaron ilusionados con su discurso opositor ante los tres principales partidos.

Por delante, a López Obrador y a Mancera se les abren varios interrogantes Estos son paradójicamente similares, considerando que el PRD está en declive y el Morena, por el contrario, va en ascenso. Para ambos, las elecciones del 2018 son un escenario difícil de afrontar sin alianzas opositoras. El tablero político recién comienza a armarse, y las variantes están aún por definirse.


Pablo Oprinari

Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.

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