Esta semana comenzó caliente y el miércoles (9) no se quedó atrás. Un comienzo con victorias para la oposición de derecha (pro impeachment) que parecía que seguiría con nuevas victorias, pero con la ecuación no totalmente clara. Dos “bombas” para el gobierno explotaron concomitantes: la aprobación de la comisión de la cámara, que analiza el proceso, compuesta por mayoría de opositores al gobierno, y la divulgación de la carta del vicepresidente Michel Temer a la presidenta Dilma Rousseff, lo que le pareció, a algunos, dar el tono de una ruptura del PMDB con el gobierno.
Viernes 11 de diciembre de 2015
Fotografía: EFE
El miércoles las cosas parecían seguir por ese rumbo: el principal opositor y mentor del impeachment, el presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, logró una maniobra muy importante para frenar el juicio de la comisión de ética sobre su impugnación, dando un parecer desde la mesa de la Cámara para el cambio del relator del proceso, lo que teóricamente haría que el proceso vuelva a foja cero, pateando la cuestión para el año próximo. Además, el principal aliado del gobierno en la Cámara, Leonardo Picciani, perdió el liderazgo del PMDB luego de un petitorio firmado por varios diputados.
Aparentemente, esta semana habría avanzado su curso por los senderos del impeachment. Sin embargo, el resultado de esta ecuación es más complejo.
El primer factor que todavía no está claro y que dependerá de las fuerzas de la situación es cómo será el juicio a Eduardo Cunha en la comisión. Según el diputado que preside la Cámara, en declaraciones en la noche del miércoles no serían necesarios los diez días para la defensa, ya que posiblemente el nuevo relator, Marco Rogério (PDT) aceptaría el informe anterior y eso podría llevar a un juicio más rápido para la semana que viene, lo que impactaría en el proceso de impeachment, aunque esto no sea lo más probable por las posibles maniobras de Cunha desde la Cámara. Cunha tiene importante peso en todo el proceso en la medida que fue quien aceptó su apertura. El PT aprovecha eso y busca avanzar lo más rápidamente posible en el proceso, logrando apoyos, incluso el del presidente del Senado, Renan Calheiros, para “terminar con el receso” y agilizar así los trámites.
Además, hay que notar que Picciani salió de la dirección de la bancada con 34 votos de un total de 66. Si solo un diputado fuere convencido de cambiar su voto, Picciani podría volver, pero el principal problema es que todavía expresa una enorme fuerza política del ala más pro gobierno del PMDB. Además, el diputado Leonardo Quintão, de Minas Gerais, no parece que tenga una postura abiertamente pro impeachment, sino que pareciera estar más ligado a la línea de Temer, de una posición más mediada.
Además de estos factores, hay que ponderar que el poder judicial también está interviniendo en el proceso, comenzando por el pedido del ministro Fachin de suspender la comisión y controlar, desde el Supremo Tribunal Federal, cómo será todo el procedimiento.
Finalmente, el propio Temer se reunió ayer con Dilma y, lejos de un “preparador del Golpe”, sus declaraciones a la salida fue “Arreglamos, la presidenta Dilma y yo, que tendremos una relación personal, institucional, que sea lo más fértil posible”. Mantiene así una línea parcimonia, esperando mayor claridad para los desenlaces de la situación.
Así, hoy por hoy, Cunha, un corrupto ya “consagrado” por la democracia degradada brasilera, sigue con sus maniobras y Dilma junto a los oficialistas siguen buscando escapar del impeachment, con la promesa de seguir el aplastante ajuste fiscal contra los trabajadores.
La balanza está más o menos equilibrada y no apunta, en un primer momento, a una tendencia consolidada de impeachment. Sin embargo, existe un factor ya previsible que puede definir mucho y modificar decisivamente esta balanza: la delación premiada que, por lo que todo indica, el senador Delcídio do Amaral estará dispuesto a hacer.
Venido de un cierto mal trago con el PT, que abandonó rápidamente al más petista de los tucanos (PSDB), la delación de Delcídio por el importante papel que cumplía de conexión entre gobierno y oposición tiene elementos de imprevisibilidad.
En una disputa cabeza a cabeza como esta, cualquier nuevo elemento de peso puede inclinar definitivamente la balanza.
En este juego de todo vale, ¿cuál debe ser la política de los trabajadores?
La verdad es que los trabajadores observan todo ese juego incrédulos de que alguna solución pueda venir por esos caminos. Si Dilma vence, sigue el pesado ajuste fiscal contra los derechos de los trabajadores, en una economía que solo tiende a empeorar, además de los recortes de derechos y privatizaciones del propio gobierno débil que aplica un programa que ya no se distingue claramente del de la derecha. Incluso todo el juego de “terminar con el receso judicial” tiene el objetivo de resolver la crisis política, lo que para Dilma solo tiene el significado de acelerar cada una de las medidas del ajuste, ya para el comienzo de año si fuere posible.
Si ocurriese el impeachment, el camino hacia la devastación neoliberal, privatizaciones y ataques se dará igual dado el carácter reaccionario de la vieja y conocida derecha brasilera, con la diferencia de que no se darán el trabajo de esconder los ataques.
Esto porque los políticos de los partidos dominantes del régimen reflejan a imagen y semejanza a los que verdaderamente los patrocinan: la burguesía brasilera y el capital financiero nacional, e incluso el internacional en algunos casos. El mismo lodo de la corrupción que llevó a la catástrofe de Mariana en la empresa Vale recorre los pasillos del Congreso y su política corrupta. Los mismos esquemas de armados con constructoras o de consorcios, como el del metro de San Pablo, en las empresas estatales funcionan conectados con los rumbos del Congreso.
Hay que dar una respuesta a la altura a la crisis política actual. Hay que avanzar en las luchas de los trabajadores para que podamos responder con grandes luchas a los ajustes que ya vinieron y los que están aun por venir, de forma de articular un gran movimiento nacional contra los ajustes.
Partiendo de ahí debemos reivindicar una asamblea constituyente libre y soberana, impuesta por la fuerza de la movilización, que avance en la modificación de esta democracia degradada, votando medidas como que todo político gane como un docente y la revocabilidad de los mandados, pero también replanteando problemas estructurales del país como la reforma agraria y la soberanía nacional, replanteando las demandas de las movilizaciones de junio de 2013 como la salud, transporte y educación, expulsando el usurpador capital extranjero imperialista de las estatales brasileras, barriendo los esquemas de corrupción reinante, re estatizando empresas como Vale, devolviéndola a la población trabajadora, bajo su control.