La alcaldesa de Madrid defiende la “Operación Chamartín” y se muestra “super orgullosa” de la alianza con el gran capital. Podemos e Izquierda Unida hacen berrinches, pero siguen negociando un acuerdo electoral con el tándem Carmena-Errejón. El itinerario de la izquierda neorreformista en el ayuntamiento de Madrid llega a su fin.
Diego Lotito @diegolotito
Jaime Castán @JaimeCastanCRT
Miércoles 6 de febrero de 2019
Manuela Carmena ha declarado en una entrevista para la agencia EFE que “los que quieran un mundo sin empresas no pueden gobernar Madrid” y que considera “tremendo que de nuevo la izquierda no quiera más que la paralización” de la Operación Chamartín, pactada por el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Fomento y la promotora Distrito Castellana Norte. Un proyecto del que la alcaldesa está “súper orgullosa”.
El trasfondo de las declaraciones de Carmena refieren al desarrollo urbanístico de Madrid. Pero su marco son las negociaciones electorales entre Podemos, IU y Más Madrid -la plataforma pergeñada por el tándem Carmena-Errejón- para las próximas elecciones de la Comunidad y del Ayuntamiento de la capital.
Izquierda Unida exige la “paralización inmediata” de la Operación Chamartín -ahora llamada Madrid nuevo norte- como una condición para llegar a un acuerdo. Podemos es menos taxativo, pero reclaman “al menos, una auditoría”. Para Carmena, al contrario, “tiene que haber colaboración público privada y no importa, claro que sí, que en un momento determinado hay que llegar a acuerdos con entidades privadas, faltaría más.” Las posiciones parecieran polarizarse al máximo, pero es mejor ir por partes.
La defensa de Carmena de la “Operación Chamartín” y la alianza con el gran capital como la promotora Distrito Castellana Norte (integrada por el BBVA y la constructora San José) es consustancial a la visión neoliberal que ha sostenido en el gobierno del Ayuntamiento de Madrid desde el minuto uno de su investidura.
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La operación es un verdadero robo a los bienes públicos para garantizar un enorme pelotazo urbanístico, como se ha demostrado con la filtración en la prensa del último borrador del contrato-convenio entre Adif-Renfe y la promotora inmobiliaria Distrito Castellana Norte que regulará la venta de aproximadamente de la mitad de los terrenos que dará soporte a Madrid Nuevo Norte.
Durante 25 años, desde que fue planteado por el Ministerio de Obras Públicas del Gobierno de Felipe González en 1993 y se suscribió un primer documento con los promotores privados de la operación, todos los documentos contractuales y legales que fueron elaborados se han mantenido en absoluto secreto, hasta ahora.
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Demorado desde entonces, la operación adquirió nevos bríos con el gobierno de Manuela Carmena. Por ello el histrionismo anti “Operación Chamartín” de IU y Podemos esconde que el ‘pelotazo’ fue avanzando a paso sostenido en los últimos cuatro años y, salvo la honrosa excepción de seis concejales, nadie hizo ningún cuestionamiento sustancial. ¿Qué ha cambiado para que ahora Podemos lo haya hecho uno de sus principales caballitos de batalla en las redes sociales? Pues que el acuerdo con Carmena se rompió por la derecha tras el “pacto de las empanadillas” con Errejón y tanto Podemos como IU, que estaban a punto de firmar una reedición de Ahora Madrid, quedaron con el culo al aire.
Desde el entorno de Errejón, cuestionan cínicamente -pero no sin razón- que no entienden qué es lo que cambió desde que Carmena cerró el acuerdo del proyecto hace unos meses, cuando venía ya de tres administraciones anteriores (la estatal, la autonómica y la municipal), con un consorcio de empresas implicadas (desde constructoras, a bancos y empresas logísticas) y 25 años de retraso.
Pero lo que es a todas luces un proyecto obsceno de más de dos décadas, basado en la especulación y el negocio privado a expensas del dinero público, que sólo favorece “a los intereses especulativos de una élite económica y financiera”, como bien denuncia IU, no es más que una moneda de cambio detrás de las bambalinas de las negociaciones electorales que así y todo pueden resultar en algún tipo de acuerdo.
Para la izquierda neorreformista ni la promoción de los pelotazos urbanísticos, ni gobernar para los bancos que siguen desahuciando a la gente, ni la persecución de los manteros, ni haber abdicado de cualquier intento de remunicipalizar los servicios públicos, ni que Carmena apoye sin cortapisas el golpe proimperialista en Venezuela, representan un problema de principios. Como tampoco lo representa sostener al gobierno del PSOE, responsable de muchos casos como este de especulación urbanística y negocios turbios con el mundo empresarial, cuando no estuvieron directamente implicados, como en el caso de Bankia.
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La subordinación de Ahora Madrid a las políticas neoliberales hace tiempo que lo ha liquidado como “proyecto de cambio”. Porque no puede haber ningún proyecto de cambio al servicio de los trabajadores y los sectores populares si no parte del principio elemental de que es mejor quebrar la ley, que hundir al pueblo. Por el contrario, para Carmena, Podemos e Izquierda Unida pareciera que el leit motiv es: “Mejor cumplir con la ley, que cumplir con el pueblo”.
Los debates alrededor de la “Operación Chamartín” retratan la situación de una izquierda domesticada por el régimen capitalista que ya no puede ofrecer más que espectáculos bochornosos de sus crisis internas.
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Ante el fin de ciclo político del neorreformismo es más que evidente la falta de un programa político que suponga una alternativa política desde la extrema izquierda, que enfrente sin complejos los intereses de los grandes capitalistas y el auge de la extrema derecha.
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Diego Lotito
Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.