Luego de una semana de huelga por parte de los trabajadores de la industria aceitera, ahora suspendida por una conciliación obligatoria, presentamos la estructura productiva y la forma en que operan las 7 principales empresas de un sector estratégico para la Argentina. Como parte de un eslabonamiento clave en todo el entramado productivo, la industria aceitera se constituye como un engranaje fundamental para dar a torcer el brazo a patronales con ganancias extraordinarias.
Jorge Galmes Aguzzi @jorge_galmes
Sábado 24 de agosto 11:11
La lucha sindical y el impacto económico
Una vez más la medida de fuerza llevada adelante por los aceiteros visibiliza el impacto de pararlo todo en un sector clave de la economía argentina. La Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA), que aglutina a 22 gremios; y el Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros (SOEA) de San Lorenzo (Provincia de Santa Fe) son los gremios que llevan adelante la medida de fuerza en la principal salida de exportaciòn del país.
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Quien representa la voz de las patronales del sector, el director de la asociación de Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina, Gustavo Idigoras, sostuvo que la huelga le representa al país una pérdida por día de U$S 10 millones en términos de exportaciones no realizadas, sin tener en cuenta que poco es lo que queda de eso para el beneficio del conjunto de la población. Tampoco pareciera estar relacionada la negativa de la patronal con la imposibilidad de pagar aumentos, el secretario de SOEA Martín Morales, advirtió que el monto del incremento salarial por trabajador rondaría los $250.000.
Lo cierto es que estamos hablando de una patronal que ha obtenido ganancias formidables y que concentra en pocas manos las exportaciones, así para el caso del aceite de soja nos referimos a empresas como (salvo una todas extranjeras) Viterra, Cargill, Louis Dreyfus, Cofco y Molinos, las que representan más del 90% del total de volumen exportado en la campaña 2022/2023. En lo que respecta a su locación, todas estas plantas tienen sus puertos de exportación ubicados en el Gran Rosario.
Los trabajadores de la industria aceitera han centrado de manera histórica sus reclamos en dos ejes principales: primero, el valor de referencia del salario debe ser comparable con una canasta básica digna y suficiente para el sostenimiento de la vida (la que mide ATE INDEC para el mes de julio fue de $1.412.647), y segundo tiene que tener relación con el valor que genera el conjunto de los trabajadores en términos de la generación de divisas para la Argentina. Ambas dimensiones de la disputa salarial generan un escenario de mucha trascendencia política y económica, más aún en un país como la Argentina, atrasado y dependiente de la generación de divisas como resultado de la vinculación de actividades como la industria aceitera con el comercio exterior.
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El conflicto ahora se encuentra en un impasse producto de la conciliación obligatoria dictada por la Secretaria de Trabajo presidida por Julio Cordero. Las empresas agrupadas en la Ciara-CEC ofrecieron una mejora de 12% y, luego, sumar otro 5%, cifras que no se acercan al 27% que exigen desde el gremio. Lo cierto es que detrás de estas negociaciones, las patronales toman al conjunto de los trabajadores como rehenes para presionar al Gobierno por una fuerte devaluación, la eliminación (o al menos la reducción) de las retenciones y el levantamiento del cepo cambiario.
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De acuerdo con información obtenida de fuentes sindicales, la masa salarial para el conjunto de las empresas empleadoras representaba en su estructura de costo alrededor de un 1.7%, pero posterior a la última y fuerte devaluación llevada adelante por el Gobierno de Milei, dado que gran parte de los costos de las exportadoras se nominan en pesos mientras que sus ingresos son en dólares; los salarios representan algo más del 1% de los costos totales de estas patronales.
El transporte de granos, un aliado necesario de las patronales
Los transportistas varados se han constituido en otro lobby que han utilizado las patronales del agro para presionar a los sindicatos y al Gobierno para ponerle fin a la huelga. De acuerdo con estimaciones hechas por las cámaras empresarias, en apenas una semana de huelga, fueron 15.000 los camiones que no pudieron descargar los granos y había otros 12.000 que tenían fecha de carga y entrada pero que fueron suspendidos. Esto representó aproximadamente unos U$S 50 mil por día y multiplicado por la cantidad de barcos haciendo fila, la cifra ascendió a unos U$S 10 millones. Por otro lado, los transportistas de camiones que no pudieron descargar en los puertos perdieron ingresos por $500 millones, ya que al no ingresar los granos las empresas agroexportadoras no cumplieron con los pagos.
A lo largo del año, el ingreso de camiones a los puertos del Gran Rosario han totalizado en promedio hasta la cosecha anterior, una cifra cercana al millón, registrándose el pico de tránsito entre los meses de mayo y julio, coincidente con los meses de cosecha gruesa en la Argentina. Pero según algunas proyecciones, para la actual campaña 2023/ 2024 el ingreso de camiones podría superar los dos millones, doblando al promedio registrado en los últimos diez años.
De acuerdo con datos obtenidos para el año 2022, los puertos de Gran Rosario representan más del 70% del total de la carga operada de granos y subproductos en la Argentina, seguido por las terminales del Sur de la Provincia de Buenos Aires (Necochea y Bahía Blanca) con un 24%. Sin embargo, si sólo se considera a los subproductos (como el caso de los aceites), la provincia de Santa Fe concentra más del 95% del total de despachos hacia el exterior, en particular desde el Departamento de San Lorenzo.
De esta manera, desde las cámaras empresarias que nuclean a los principales exportadores han utilizado a los trabajadores del transporte y sus justificados reclamos para resolver la pelea sindical, intentando generar presión adicional para lograr el cese del conflicto ahora suspendido por la conciliación obligatoria. Dado que el 85% del total de la cosecha es trasladada en camión, y además que el transporte de granos corresponde al 40% de todas las cargas operadas en el país; es que resulta sumamente clave para las patronales tener a los camioneros de su lado, más aún cuando nos referimos a un sector sumamente heterogéneo representado por algunas empresas grandes pero además por cientos de operadores individuales que trabajan por cuenta propia. Es decir, las exportadoras cuentan con una posición dominante que les permite influir de esta manera no sólo en el trabajo de los transportistas que dependen de la cosecha como su principal sostén económico sino de la generación de divisas necesarias bajo el modelo actual para la estabilidad macroeconómica.
Fuente: Bolsa de Comercio de Rosario.
Concentración de las exportaciones y evasión
La importancia de la soja en el total de las exportaciones argentinas se explica fundamentalmente en que más del 30% (en promedio en los últimos cinco años) corresponde al sector oleaginoso, el cual está conformado además del complejo soja, por el del girasol, el de maní y el olivícola. Según datos del INDEC, del total de exportaciones registradas para el sector oleaginoso en alrededor de U$S16 mil millones para la campaña 2022/ 2023, el complejo sojero representó más del 80%, conformado además del grano por los subproductos: harina, pellets, aceites, porotos y biodiésel (más otros). Siendo particularmente, la harina y el aceite los principales subproductos de exportación que representan el 86% del total del sector, y los mayores compradores en el mercado internacional son: China, India, Indonesia, Malasia, Bangladesh, Corea del Sur, Australia, Egipto, Vietnam, Turquía, Perú y Chile.
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En lo que respecta a la producción y consumo de aceite de soja a nivel mundial, se observa una fuerte recuperación motivada por el crecimiento en la producción en la Argentina (comparado con un año históricamente malo producto de la sequía), una mayor molienda por parte de EE.UU. y China. Por otro lado, las nuevas disposiciones en Brasil acerca de un incremento en el corte de los combustibles con biodiesel han tenido como consecuencia directa la reducción de sus exportaciones al mundo, generando una menor oferta disponible y compensando la caída del precio internacional producto de la mayor oferta mencionada anteriormente.
Fuente: Bolsa de comercio de Rosario.
Una de las empresas más importantes dentro de la industria aceitera es Bunge, que compró en el año 2023 a Viterra por unos U$S 8.200 millones, y entre ambas representan cerca del 40% del total exportado de aceite de soja. De acuerdo con el Balance General presentado por la compañía para el ejercicio fiscal 2022/2023, Bunge obtuvo alrededor de U$S 60 mil millones de dólares de ganancias a nivel global, y para el caso de la Argentina estas últimas fueron de U$S 1.390 millones. De todas formas, este tipo de publicaciones contables poco dicen acerca de la verdadera operatoria de estos grupos ya que a través de la planificación fiscal y los precios de transferencia, logran evadir cifras millonarias que de otro modo hubieran sido recaudadas en la Argentina.
*Valores en millones de toneladas.
Fuente: LID en base a datos BCR.
De acuerdo con un informe elaborado por Gaggero y Zanotti, Bunge fue la empresa del agro argentino que más facturó en Uruguay en el período 2017 - 2021, esto fue gracias a través de la conformación de empresas cáscaras (es decir que sólo existen legalmente pero no llevan adelante ningún tipo de actividad económica). Esto le posibilitó entre múltiples maniobras fraudulentas posibles, registrar contablemente en Uruguay la producción llevada a cabo en la Argentina y así eludir el pago de impuestos (que para el caso de Bunge sus obligaciones impositivas fueron menores al 1% en términos de sus ganancias brutas) y además, ocultar ganancias.
Dudas en el futuro de la industria aceitera
Dada la reciente caída en el precio internacional de la soja, el más bajo en los últimos 18 años, motivada fuertemente por una mayor oferta por parte de los EE.UU., Brasil y nuestro país (sobre todo teniendo en cuenta que en la campaña anterior se atravesó una fuerte sequía) y de la mayoría de los subproductos como la harina y el aceite; todo el complejo sojero y sobre todo la industria de procesamiento de soja en la Argentina está atravesando su momento más crítico, a tal punto que la capacidad ociosa de las plantas procesadoras sería cercana al 40%. Esto además de estar ocasionado por la caída en la liquidación de soja por parte de los productores locales, se da como resultado de una pérdida de mercados de exportación tanto de aceite como de harina de soja, particularmente el fuerte aumento en la oferta de derivados y subproductos, no ha sido acompañado por el nivel de consumo internacional como sí sucede para otros casos (como por ejemplo el girasol).
Fuente: Elaboración LID en base a datos de la Secretaría de Agricultura.
Más allá de la coyuntura actual, lo cierto es que la alta extranjerización de las empresas exportadoras, la falta de control sobre las operatorias en el comercio exterior, la administración de los puertos por parte de privados, las desinversiones ocurridas en logística pero sobre todo en la Hidrovía Paraná - Paraguay, la dependencia casi total de la estabilidad macroeconómica en función del nivel de exportación del complejo sojero y además la elevada fuga y evasión impositiva; han ocasionado que hoy la industria aceitera en la Argentina se ubique en clara desventaja con respecto a la capacidad productiva de países vecinos (como Brasil y Paraguay) y se vaya poniendo en duda el liderazgo en las exportaciones argentinas dado el avance de grandes oferentes como los EE.UU.
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Mientras el Presidente de CIARA-CEC, Gustavo Idígoras, sostiene que detrás de este atraso en la industria aceitera se encuentran como únicos responsables a los sucesivos gobiernos en la Argentina, fueron precisamente esas gestiones las que les permitieron acumular ganancias multimillonarias a costa de la desinversión, la lenta caída de la actividad y la pérdida de expotaciones. Al mismo tiempo, las divisas generadas por los miles de trabajadores aceiteros en los últimos veinte años no sólo no tuvieron como destino una mejor infraestructura en rutas, puertos o vías navegables sino que tampoco fueron en beneficio de la mayoría de la población.
Es por todo lo mencionado que resulta central establecer el monopolio estatal del comercio exterior, el cual bajo gestión de los trabajadores que diariamente lo ponen en funcionamiento, tiene como propósito principal orientar las exportaciones (y también las importaciones) para que se realicen en función de las necesidades del conjunto de la población y no de la rentabilidad de 7 agroexportadoras; las condiciones naturales y la infraestructura existente permitirían dirigir la producción agropecuaria para que la prioridad no sea vender commodities para el mercado mundial, sino alimentos saludables y accesibles para todos.
Jorge Galmes Aguzzi
@jorge_galmes