Indignación generó entre docentes y educadoras que Marcela Cubillos siga en el gabinete, al ser reconocida como una de las ministras más impopulares de la población.
Domingo 3 de noviembre de 2019
Gran sorpresa e indignación se presentó entre los trabajadores de la educación, luego de que el presidente diera a conocer el cambio de gabinete. Las medidas tomadas por el ejecutivo no solo se tomaron como insuficientes, sino también como una burla a todo el movimiento de trabajadores de la educación al mantener a la ministra.
Con esta permanencia quedó expresa la posición del gobierno, pues en las multitudinarias manifestaciones en el paro docente de julio y agosto del presente año, se pidió la renuncia de Marcela Cubillos. Su arrogancia e intransigencia frente a las demandas del gremio, en especial lo que respecta a la deuda histórica y el reconocimiento de las educadoras de párvulos. Luego de este contexto, de un gran movimiento del profesorado, la ministra alcanzo solo un 23% de aprobación en la CADEM y un 19% de aprobación a su gestión en educación.
Durante esta movilización la ministra se acuño el apodo de “la displicente” por su intransigencia a negociar con el sector movilizado, además de sus dichos donde culpa a los profesores que se manifiestan de generar la desigualdad en la educación chilena.
El rechazo se traspasó al conjunto de la población, más aún con la intransigencia respecto a la reforma curricular en la que disminuye sustancialmente las asignaturas de historia, educación física y artes, no solo demostrando su visión de la educación pública como generación de mano de obra, sino también como una forma de eliminar del debate entre los jóvenes de tercero y cuarto medio, los temas relacionados a la dictadura militar e implantación del modelo neoliberal en Chile en el caso de historia, y la utilización y conocimiento del arte y educación física como medio de expresión y cambio social.
Por otra parte, Marcela Cubillos, expresando “la mano dura del gobierno”, ha cumplido a cabalidad su rol criminalizador y de aval de la dura represión a los estudiantes del Instituto nacional. Sus políticas como aula segura y el ingreso y custodia del establecimiento por parte de una gran dotación de fuerzas especiales, donde vimos como pretendían tener a los estudiantes en clases mientras convivían con grupos de fuerzas especiales apostados en los techos de sus salas de clase.
El pasado martes 30 de octubre la alumna predilecta de Jaime Guzmán, protagoniza una nueva polémica al generar un encendido debate en redes sociales con el periodista Daniel Matamala, quien cuestionó los datos publicados por la ministra en su red social, los que apuntaron a criticar el sistema de admisión escolar impulsado en el gobierno anterior. Sin embargo, luego utiliza una receta de gobierno anterior, invitando a un cabildo de apoderados a realizarse durante el mes noviembre, imitando la estrategia del gobierno de Bachelet cuando generó cabildos a nivel nacional que quedaron en la mera imaginación de una democracia directa, dando la impresión de participación, mientras el país sigue regido por los grandes empresarios y sus intereses.
La oposición por su parte, planteó la acusación constitucional contra la ministra como una forma institucional de tranquilizar a la población, apostando nuevamente por los cambios en la medida de lo posible, acusación que resultó en 77 votos en contra y 73 a favor, saliendo victoriosa Cubillos. Este proceso dejo de manifiesto que dentro del parlamento los cambios no son posibles, sino que es la fuerza de la manifestación en las calles la que puede conseguirlo. Mientras en las calles se le exige la renuncia a Piñera, un nuevo oxígeno para el gobierno sería una acusación de este tipo.
Hoy en el contexto de movilizaciones a nivel nacional, aparece nuevamente Mario Aguilar, como la figura del sector de educación dentro de la mesa de Unión social, siendo que hace un tiempo, con casi dos meses de paralización y marchas multitudinarias llamó a los docentes a replegarse, ya que no estaban las fuerzas en lugar de llamar a la unidad de los diversos sectores de trabajadores que estaban dispuestos a movilizarse. Las fuerzas que existen en las calles en las últimas semanas, estas dirigencias están en la obligación de llamar a un paro nacional indefinido, y no seguir esperando un desgaste para un repliegue, en los hechos apostando a la negociación con el gobierno que no tuvo resquemores en sacar a los militares a las calles e instalar un toque de queda igual que en dictadura, con decenas de muertos, torturados y cientos de heridos.