El excandidato a alcalde de Rio de Janeiro aceleró su giro a derecha tras el regreso de Lula a la contienda electoral, y asumió la delantera de la desesperación electoralista que permea a todo el PSOL.
Viernes 11 de junio de 2021 23:06
Son casi 500.000 muertos por Covid en un mar de desempleo, hambre y violencia policial, mientras el presidente brasileño Jair Bolsonaro continúa su política negacionista. Junto con el “gran centro” parlamentario, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal, avanzan en la agenda de ataques y privatizaciones.
Todos dicen que “no se puede esperar al 2022” -año en que están previstas las próximas elecciones presidenciales- pero no quieren decir con eso que haya que responder a la grave situación del país con alguna lucha, sino con un giro hacia negociaciones y campañas electorales.
Junto con los demás actores del régimen político brasileño, Marcelo Freixo quiere canalizar el descontento de la población hacia la fallida vía institucional, y deja el PSOL para ir hasta el final con su estrategia de conciliación de clases y alianzas con partidos burgueses y golpistas. En ese camino, busca aliados que son verdugos de los trabajadores, como el actual alcalde de Rio, Eduardo Paes (PMDB), o el expresidente de Diputados Rodrigo Maia (DEM), que facilitó la destitución de Dilma Rousseff y las reformas previsional, laboral y de ajuste de gastos sociales. También con el expresidente Fernando Henrique Cardoso, implementador del neoliberalismo noventista. Recientemente, declaró en una entrevista que está conversando incluso con la “bancada de la bala” de San Pablo, los diputados del lobby policial y militar que impulsan la mano dura, y también con la bancada evangelista porque tiene “puntos de acuerdo hasta con ellos”.
El PSOL ya transformó en norma las alianzas con partidos burgueses y golpistas como el PSB, el PDT y el neoliberal Rede de la excandidata presidencial Marina Silva, que fueron parte del arco de alianzas en diversas ciudades en 2020. Pese a ello, Marcelo Freixo quiere ir más allá, y se fue al PSB, un partido del que fue parte el empresario de la primera línea bolsonarista Paulo Skaf, y es parte de los que apoyaron la reforma previsional y varios otros ataques como la reciente privatización de la energética Electrobras. Siguiendo la línea de Scaf, Marcelo Freixo contrató para su campaña a gobernador al publicista del famoso símbolo de la principal cámara patronal del país (Fiesp), el pato amarillo que protagonizó todas las protestas de la derecha golpista.
No faltan personajes bizarros de la derecha y denuncias a ese partido, que fue abiertamente golpista y votó orgullosamente a favor del impeachment de Dilma Rousseff en 2016 junto con Bolsonaro. Fue justamente en un estado gobernado por ese partido, Pernambuco, donde dos personas perdieron la vista en la brutal represión a una protesta contra Bolsonaro el 29 de mayo.
Freixo da otro giro también en relación a Lula y la operación judicial Lava Jato. Antes del escándalo conocido como “Vaza Jato”, que se desató cuando el diario The Intercept hizo públicos los audios entre el juez Sergio Moro y el procurador Deltan Delagnol que demostraba la parcialidad de la justicia en el caso de Lula da Silva, Freixo era un entusiasta de esas operaciones, con lo que buscaba mostrarse ético y contra la corrupción. También declaró en 2018 que “la consigna ya no puede ser más Lula Libre”. Pero ahora que la operación Lava Jato entró en decadencia y Lula recuperó sus derechos políticos y tiene una alta popularidad, Freixo quiere ser su aliado. Dijo abiertamente que negociaba también con el PDT, pero prefirió el PSB porque los deseos del líder pedetista Ciro Gomes de disputar la base bolsonarista y antipetista dificultarían un acuerdo con Lula.
Al igual que Lula, Marcelo Freixo quiere disputar las elecciones a gobernador en Rio de Janeiro en el 2022 en alianzas con todos los que “no sean bolsonaristas”. Lo vende como una salida, pero es el camino para abrir aun más espacio a la derecha, relegitimando a los golpistas de ayer que ayudaron en el ascenso de Bolsonaro.
Para su campaña a gobernador, Freixo busca el apoyo de representantes políticos de la burguesía que son pilares de la crisis estructural de Rio, como Eduardo Paes. El actual alcalde se mudó recientemente al PSD y antes era del MDB de Michel Temer y muchos de los que en años anteriores Freixo calificaba como “mafia”. Paes fue alcalde por el MDB durante ocho años, con un legado apoyo a las milicias, sobrefacturación de obras públicas, despidos y ataques a los “garis” (recolectores de residuos), violencia contra negros y pobres, centenares de tercerizadas sin salario y una reforma previsional municipal. Paes no era ni nunca fue oposición a Bolsonaro, se calla ante las barbaridades del presidente porque está dispuesto a aliarse a quien sea para seguir representando los intereses de los empresarios.
Rodrigo Maia, otro aliado que Freixo busca porque sería un “demócrata”, votó a bolsonaro en 2018 y fue el gran articulador de uno de los mayores ataques a la clase trabajadora, que fue la reforma previsional, entre otras cosas. Su partido, el DEM, es el ex PFL, uno de los aliados del ARENA, sostenedor de la dictadura militar.
Marcelo Freixo quiere también el apoyo de Fernando Henrique Cardoso, como muestra una entrevista de este viernes. Su “programa de seguridad pública” va a ser elaborado por el exministro de Michel Temer, el golpista Raul Jungmann, que dirigió la intervención federal en Rio de Janeiro. En esa misma entrevista, Freixo dijo que lo que se necesita para las fuerzas de represión del Estado es “valorización de la policía, con un plan de cargos y salarios e inversión en formación”. Nada raro para quien hace años defiende programas utópicos y reaccionarios como la humanización de las policías, siempre igualando la brutal violencia policial sufrida por negros y pobres por parte del Estado a los policías que mueren. en Rio de Janeiro, más del 60 % de la ciudad está en áreas de milicias, donde las disputas con el narcotráfico son permanentes y el Estado organiza el crimen organizado, a través de sus policías y políticos elegidos. Son problemas cuya salida está en la fuerte organización de la clase trabajadora en sus lugares de trabajo y estudio y la lucha de clases. Pero Marcelo Freixo habla de conversaciones con la bancada de la bala de puntos de común acuerdo, reuniones con comisarios y policías. Todos están del otro lado de la barricada, son los mismos que defienden las masacres en las favelas.
Estos son los aliados de Freixo para una “refundación de Rio”. Su estrategia para combatir al “facista Bolsonaro” es aliarse con golpistas que son base de apoyo del Gobierno en el Congreso en prácticamente todas sus reformas (previsional, laboral y de ajuste de gastos sociales). Están todos unidos en las privatizaciones y ataques.
Pero Marcelo Freixo no habla del programa económico, finge que todo se reduce a una disputa entre “fascistas” y “demócratas”, nada más funcional para aliarse a neoliberales y hacer un gobierno de Rio que pueda ligarse al gran capital y hacer ajustes contra los trabajadores. Quiere conformar una alianza de gobierno donde lo normal sea la reforma previsional y ajuste salarial que lleva adelante Edmilson Rodrigues, gobernador de Belém por el PSOL, que para las intenciones de Freixo es todavía poca concesión a la derecha.
Esta alianza “que sea necesaria” para ganar que pretende Marcelo Freixo ya está descartada como estrategia para los trabajadores en la historia pasada y reciente. Esos gobiernos “progresistas” que se alian a con la “derecha no fascista”, ante la crisis económica atacan a los trabajadores y el pueblo y abren espacio al fortalecimiento de la derecha, más aun con la frustración que generan. Así fue con Syriza en Grecia, o con Podemos en el Estado español, para nombrar los ejemplos más recientes.
Este camino que busca trazar Freixo no merece ningún apoyo de los trabajadores y de la izquierda. Por eso los compañeros del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, que impulsan Esquerda Diário en Brasil, pelean por una perspectiva de independencia política de la clase trabajadora. Otro tipo de unidad, que no es con derechistas y golpistas, sino de la clase trabajadora, con el movimiento estudiantil y los movimientos sociales, en la lucha de clases.