El 28 de julio es recordado en Haití como el día de la primera ocupación militar estadounidense que dejó más de 15,000 muertos, en sus 19 años de duración. Con una marcha de cientos de personas en la capital de Puerto Príncipe, los haitianos realizaron también una jornada político cultural bajo el lema “1915-2015: con botas o sin botas, la ocupación sigue”.
Jueves 30 de julio de 2015
Con diferentes actividades como encuentros, charlas, proyecciones, etc, se aglutinaron cientos de haitianos, entre jóvenes estudiantes, sectores populares e intelectuales para rechazar la ocupación que hace 100 años implementara Estados Unidos en territorio caribeño.
Los manifestantes aprovecharon para recordar también la masacre de campesinos, mejor conocida como la “Masacre Jean Rabel”, en donde militares y terratenientes locales, bajo la dictadura duvalierista, asesinaron a 139 mujeres y hombres campesinos que exigían las tierras que les habían sido robadas.
La primera ocupación
Fue en 1915, cuando cientos de marines desembarcaron en la ciudad principal de Haití, bajo las órdenes del entonces presidente estadounidense Woodrow Wilson, utilizando como pretexto para llevar a cabo a la invasión, la guerra civil desatada en el país y el impago a la deuda que mantenía el gobierno con los bancos estadounidenses.
Sin embargo, la realidad se ajusta a la necesidad de Estados Unidos de detener la influencia que estaban teniendo algunas potencias europeas –en especial de Francia y Alemania- sobre la economía de dicha nación, en pleno proceso de la Primera Guerra Mundial. A los pocos días de la ocupación, el territorio estaba totalmente controlado por las tropas.
Así, miles de haitianos eran forzados a trabajar en obras públicas, instalando un sistema político y un ejército cuya administración quedaba en manos estadounidenses, además de implementar un mecanismo financiero de control directo a través de la deuda.
El proceso que implementó Estados Unidos convertía al país caribeño en una base militar y se beneficiaba del saqueo de sus principales recursos. Reformando la Constitución del país, se favorecía a los extranjeros para hacerse de propiedades haitianas, que les eran arrebatadas a los campesinos para la explotación de monocultivos de caña. Se reforzaba la explotación de la fábrica de azúcar más importante en el mundo.
Bajo la bota de la Minustah
En las últimas décadas se han implementado los planes económicos de organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que exigieron la eliminación de las barreras comerciales para facilitar la apertura económica.
Desde 2004, la permanencia de las tropas de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), se ha mantenido con el fin de garantizar los grandes negocios de los capitalistas, mientras el pueblo haitiano se encuentra sumido en la más absoluta miseria.
La intervención directa mediante el envío de más de 15,000 efectivos que se suman a las tropas de la ONU, enviados por algunos gobiernos “progresistas” latinoamericanos, son los que controlan los principales puntos estratégicos de Puerto Príncipe.
Desde entonces, han sido diferentes organizaciones populares, de mujeres y de derechos humanos quienes han evidenciado continuamente la violación a sus derechos más elementales; desde represión y detenciones, hasta masacres en los barrios más pobres de la capital, así como violaciones por hambre a mujeres y niñas.
También algunos movimientos sociales han tenido importantes reivindicaciones por aumentos salariales y derechos esenciales como salud, agua potable y electricidad.
El eco de un país que escribió importantes gestas, se oye nuevamente. El pueblo haitiano que ha resistido el yugo imperialista rememora su lucha contra la ocupación militar y el racismo, reivindicando las insurrecciones que la llevaron a conquistar su libertad, para ser la primera república negra del planeta.
Con información de Prensa Latina / El País