Marco Antonio Sánchez es sólo uno de los miembros de la comunidad universitaria que ha sido víctima de la impunidad y prepotencia con la que operan en México las fuerzas represivas. ¿Qué papel debería jugar la máxima casa de estudios ante estos hechos?
Martes 30 de enero de 2018
Foto: Proceso
La respuesta de la Universidad Nacional Autónoma de México ante la desaparición de Marco Antonio Sánchez Flores, estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria número 8, no estuvo a la altura de las circunstancias. Cuatro días tardó el pronunciamiento en donde se exigía la presentación de Marco, cuando ya comenzaba a ser toda una campaña que despertó la solidaridad de distintos sectores de la población.
Esta actitud, sin embargo, sorprende menos de lo que indigna. Las autoridades universitarias, encabezadas por personajes afines al PRI, han demostrado a lo largo de los años un interés muy cambiante con respecto a las vidas de sus alumnos. Esto ha sido denunciado por el colectivo Nos hacen falta, integrado por estudiantes y académicos de la UNAM. Este colectivo lleva un registro que arroja que tan solo de 2004 a 2016, más de 16 universitarios han sido asesinados o desaparecidos.
La denuncia de estos estudiantes de los que no se ha vuelto a saber nada, está articulada con la exigencia a la UNAM de pronunciarse, de tomar cartas en el asunto y, sin embargo, la mayoría de estos reclamos únicamente han derivado en compromisos incumplidos o en franco deslinde por parte de las autoridades.
Uno de los casos, el de Jesús Israel Moreno Pérez, estudiante desaparecido en Chacahua, Oaxaca evidencia la manera en la que operan las autoridades: Gloria Villegas, entonces directora de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) solicitó expresamente a la familia no llevar el caso a la prensa y a cambio ofreció a la familia un abogado para que los asesorara. José Narro, quien ostentaba en ese entonces la rectoría de la UNAM jamás dio la cara a la familia.
El caso de Carlos Sinuhé Cuevas Mejía, estudiante de la FFyL asesinado en 2006, es otro de los casos paradigmáticos del papel de las autoridades, quienes en todo momento contribuyeron a la criminalización en contra de Carlos y se negaron a brindar ningún tipo de apoyo para abonar al esclarecimiento del crimen. Por el contrario, la madre de Carlos ha tenido que soportar años de calumnias y hostigamiento.
El feminicidio de Lesvy Berlín Osorio es uno de los casos más recientes en donde el accionar de las autoridades universitarias ha dejado mucho qué desear. Y es que decir que actuaron es mucho, pues si alguna denuncia se hizo en todo momento, fue la que señalaba el silencio de Enrique Graue y la completa omisión por parte de las autoridades ante este crimen que conmovió al país en mayo de 2017.
En las administraciones de Juan Ramón de la Fuente, José Narro y Enrique Graue han muerto 36 personas en distintos campus. 5 personas han desaparecido en el mismo lapso.
En todos estos casos han tenido que ser los familiares quienes, por cuenta propia y asumiendo graves riesgos personales, han emprendido la odisea de la búsqueda y tomado en sus manos labores para las que el gobierno insiste en crear Fiscalías que lejos de aportar en algo a las investigaciones, las entorpecen.
Si bien Marco Antonio apareció, está pendiente el esclarecimiento de lo que le pasó en estos días y que dejó en su cuerpo y en su mente graves secuelas que, para martirio de sus familiares, le mantienen hoy en un estado de vulnerabilidad.
A final de cuentas, no se puede esperar nada de funcionarios que ganan millonarios salarios mientras dicen que no hay recursos para construir más salones. No se puede esperar nada de autoridades que destruyen espacios en aras de la "seguridad" e imponen la colocación de cámaras y rejas como salida estéril a un problema que trasciende los muros de la UNAM. No podemos esperar nada de una administración que teme a la organización estudiantil y atenta contra ella, mientras avala la imposición de planes y programas de estudio encaminados a acabar con el pensamiento crítico.
Es indispensable que académicos, trabajadores y estudiantes, los mismos que damos vida día con día a esta Universidad, breguemos porque la máxima casa de estudios ponga sus herramientas al servicio de las investigaciones correspondientes, brindando acompañamiento a la familia de Marco y de todas las familias de universitarios desaparecidos, exigiendo verdad y justicia.
Desaparecidos de la UNAM. Nos hacen falta.