La escritora María Inés Krimer conversó con El Círculo Rojo sobre su novela más reciente Cupo, publicada por Editorial Revólver.
Lunes 20 de julio de 2020 11:26
María Inés Krimer es escritora, entre sus libros más conocidos está la saga de la archivista Ruth Epelbaum Sangre kosher, Siliconas express y Sangre fashion (publicados por Aquilina), las novela Noxa y Cupo (publicadas por Editorial Revólver), protagonizadas por la periodista Marcia Meyer, entre otros. Su libro más reciente Cupo estuvo entre los finalistas del premio Dashiel Hammet de novela negra a la mejor ficción escrita en castellano en la Semana Negra de Gijón.
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En tu último libro y en la novela negra en general, se habla de la relación entre varias cosas de las que sospechamos, la ley, la Justicia y la verdad. ¿Cómo hace el género negro para hablar de estas cosas?
María Inés Krimer: El género negro es muy interensante, en cuanto a la supervivencia que ha tenido, específicamente en Argentina. Porque en realidad es un género muy popular, que se consumía en los años 1920 y 1930 con tiradas de diez mil ejemplares. En Argentina, como en Latinoamérica, hay un público lector de novela policial, por eso no resulta sorprendente su supervivencia y hoy lo seguimos leyendo con el mismo interés que en años anteriores. Ya no interesa tanto, como en un principio, el enigma de quién es el asesino. En este momento, creo que lo más significativo es que se leen como síntomas del sistema capitalista. La novela policial, el único enigma que intenta descifrar es el de las relaciones capitalistas. Por eso pienso que se va reciclando y eso asegura su supervivencia y el interés de los lectores.
En tu literatura siempre estuvo presente el universo de las mujeres, en las protagonistas y en los temas, la violencia machista, su lugar en el mundo del trabajo, pero en Cupo fuiste directo al feminismo, al movimiento político, ¿cómo fue ese trayecto? ¿La realidad de estos últimos años se metió en tu novela o querías contar una historia de esta época?
La realidad llamó a la novela. En estos últimos años participé en el movimiento feminista, específicamente en las marchas, de hecho en una de las marchas del 8 de marzo, cuando volvía a casa pensé que podía ser el escenario para Cupo, al menos para el primer capítulo. Eso me resultó mucho más interesante que en novelas anteriores, donde aparecía una imagen y después empezaba a pensar una trama. Acá casi te diría que la trama se impuso sola. No tuve dudas cómo iba a ser la novela, una vez que tuve plantada la primera escena de la muerte en la marcha del 8 de marzo. Fue una novela que escribí bastante rápido, a contrapelo de lo que hago generalmente, que me tomo mi tiempo. Esta novela seguía el ritmo que tuvo el feminismo en los últimos años.
Hay algo interesante en Cupo, te metiste no solamente con la el feminismo, sino especialmente con un instrumento como las leyes de cupo femenino, que en muchos ámbitos se usan en las negociaciones e internas. Leí en algún lugar que hablabas de que a veces hay gatopardismo con estas cosas, que se usa el discurso feminista para que nada que cambien, ¿te parece que en los sindicatos pasa algo así?
Creo que es lo que pasa en los sindicatos, en la administración pública y en la política, hay gatopardismo. Hay un discurso progresista que coloca las reivindicaciones femeninas en un lugar alto, pero en los hechos no es así. Lo vemos por lo general en las fotos, donde se definen políticas, donde se juegan los espacios de poder, generalmente lo que se ven son hombres. De hecho, también tuve información de compañeras que trabajan en sindicatos, que me confirmaban con anécdotas -varias están en el libro- que esto funciona así. Por un lado, están el enunciado y los avances, pero todavía en los hechos queda mucho camino por recorrer.
En la novela está presente Rodolfo Walsh y aparece ¿Quién mató a Rosendo?, ¿qué te interesaba cruzar en esas dos épocas y esas dos literaturas?
Así como les contaba que la idea surgió en una marcha, por esos días había vuelto a la lectura de Rodolfo Walsh, que es una lectura que como escritora de policiales, tengo muy presente siempre. Estaba leyendo ¿Quién mató a Rosendo?, y de repente me parecía que estaba sumergida en una realidad sindical muy actual, no me parecía para nada estar leyendo acontecimientos de 1966, la muerte de Rosendo García. Los esquemas de poder dentro del sindicato y dentro de esos esquemas de poder, el lugar de la mujer. A mí me interesa mucho cómo Rodolfo Walsh trabajó el tema de ficción verdad, en especial, el policial que me interesa va por ese lado. Cómo ficcionalizar la verdad y creo que, en ese aspecto, Walsh es el punto más alto de la literatura policial argentina.
En tus novelas juegan un rol importante los detalles y, a la vez, abordan temas sociales con impacto colectivo. ¿Cómo mantenés esa tensión para que los detalles particulares, como un tacho de basura, unas zapatillas sucias, hablen de algo social?
Mi atención por los detalles tiene que ver posiblemente con mi formación como cuentista. Vengo del cuento, mis primeros trabajos están relacionados con la narrativa breve, y en esa narrativa todo detalle es significativo. Lo que hice fue trasladar mi formación como escritora al género negro y al policial. Los grandes maestros narrativos, estoy pensando, por ejemplo, en Carson McCullers, decía algo que siempre me resultó muy significativo, que cuando uno escribe un policial, interesa más contar cómo era el camisón de la muerta que quién la mató. Es curioso cómo el lector queda atrapado por determinados detalles que no parecen significativos cuando uno los coloca, pero en el momento de armar el esquema que supone una trama policial resulta fundante, uno se va deslizando de detalle en detalle y, en última instancia, es lo que hace el investigador, ir siguiendo los detalles como quien sigue piedras en el camino.
Marcia Meyer se metió con los agronegocios en Noxa, ahora con la burocracia sindical en Cupo, ¿hay algún otro problema en el que planeas meterla próximamente?
Sí, no sé si adelantarlo porque todavía es un proyecto que estoy estudiando. Cuando me meto en un determinado ámbito, siempre hago un trabajo previo, para saber si tengo información para sostener el verosímil a lo largo de toda la novela. A veces, la información que está en los medios es más de superficie y hay que levantar un poquito la alfombra, estoy en la etapa de levantar la alfombra. Me gustaría mucho volver al personaje. Mi personaje anterior, Ruth Epelbaum, es una saga de tres novelas y aunque, a veces, pienso, “otra vez el mismo personaje”, ya la conozco muy bien. Me gustaría que fuera mi detective. Si tuviera que contratar alguna, contrataría a Marcia Meyer.