Doctora en Sociología Política, investigadora y docente universitaria. Es Coordinadora del Centro de Estudios Sociopolíticos de la Escuela IDAES-UNSAM y autora de "La rosca política".
Liliana O. Calo @LilianaOgCa
Martes 31 de agosto de 2021 00:00
¿Cuál es el contexto en el que se darán las próximas PASO?
Las PASO y las elecciones de medio término llegan en un contexto raro este año. En 2019 el Frente de Todos ganó la elección presidencial tras años de recesión y empeoramiento de los indicadores sociales y económicos. Lo hizo con la promesa de dar vuelta la página del endeudamiento y el mal desempeño económico del gobierno de Cambiemos. Esa nueva reunión del peronismo que se había ido desmembrando con disputas internas muy significativas reeditó también la alianza sociopolítica que había estado en la base del kirchnerismo, con sindicatos y movimientos sociales. Como resultado, había mucha expectativa y también un cúmulo de demandas dirigidas al Estado. Pero a los tres meses de gobierno irrumpió la pandemia, la cuarentena estricta y las distintas medidas sanitarias que implicaron un golpe muy duro para los informales y para distintos sectores de la población. La caída del PBI fue de casi 10% en 2020, la peor desde 2002. En ese marco, las PASO llegan después de dos años de gobierno fuera de lo común. Las elecciones de medio término suelen ser plebiscitos de los gobiernos y en este caso es difícil para el oficialismo mostrar grandes logros. No obstante, la pandemia puede funcionar tanto como una acusación, para los votantes que se sienten defraudados ante la caída de sus condiciones de vida y piensan que el gobierno no cumplió sus promesas, o como una disculpa para quienes piensan que era difícil hacerlo mejor en este contexto y suponen que hubiera sido más grave si gobernaba la principal oposición, o valoran los esfuerzos que se hicieron desde el Estado para alivianar la caída. Las PASO llegan, además, en un momento de leve recuperación de los indicadores económicos, aunque solo con niveles similares a los de 2019, de crecimiento de la vacunación y de las segundas dosis, pero también de enorme fatiga con la pandemia y sus múltiples efectos nocivos en la vida social. El escenario, por tanto, es bastante ambivalente y no hay un clima de involucramiento con las elecciones sino todo lo contrario.
En ese marco, ¿cómo pueden leerse las distintas alianzas y listas que finalmente se presentan?
Una de las novedades de los últimos tiempos es el imperio de las coaliciones. Ellas siempre implican negociar y conseguir equilibrios inestables. Ya hablamos de la del peronismo, que luego de años separados logró reunir sus distintas partes. En estas elecciones reafirma esa unión a pesar de los ruidos que la coalición muestra en el gobierno, y evita competir en las PASO (en la mayoría de los distritos, en algunos casos no pudo evitarlo, como en Santa Fe).
Por su parte, Cambiemos parece estar en el momento inverso. Luego de haber pasado por el gobierno, las PASO sirven para medir fuerzas entre los partidos y los liderazgos internos. El radicalismo fue el socio menor y ahora se ilusiona con un candidato competitivo en la Provincia de Buenos Aires, intenta negociar reglas, discutir condiciones o aunque sea hacer ruido para no perpetuar un lugar subordinado al PRO dentro de la coalición. Por su parte, en el partido fundado por Macri por primera vez comienza a discutirse su liderazgo y advertirse la pelea por la sucesión, que es uno de los grandes desafíos de los partidos “nuevos” (claro, el PRO ya tiene casi 20 años, pero hasta ahora todas las decisiones pasaban por la mesa chica dominada por Macri, y eso parece poder cambiar y es un signo de vitalidad como partido político. Que además comporta muchos desafíos, ese es otro tema, y sus resultados se verán en el mediano plazo). La existencia de competencia interna en las PASO es mayoritaria en el caso de Cambiemos y eso implica un doble filo: podría hacer más atractiva la contienda para las y los votantes pero también entraña riesgos para la propia coalición y su imagen frente a esos mismos electores, que pueden espantarse con algunas de las rispideces y acusaciones cruzadas entre sus dirigentes.
A derecha e izquierda también hay novedades. La derecha tiene candidatos disruptivos, fuertemente programáticos y “antipolítica” que pueden capitalizar el enorme descontento tras años de estancamiento e inflación. Con los fenómenos que tienen lugar en otras partes del mundo y en otros países de la región, este es sin duda un fenómeno para atender. La izquierda, por su parte, puede capitalizar en estas elecciones el gran descontento que genera el empeoramiento en las condiciones de vida, con una crisis que ya viene siendo demasiado larga. El hecho de ir unida sin duda colabora con tal fin. Si las elecciones de 2019 polarizaron tanto el escenario, las de medio término serán más fragmentadas y generarán mejores oportunidades para hacer audibles sus mensajes y lograr espacios de representación en el sistema político.
¿El clima político regional impacta y cómo en la agenda electoral argentina?
Es muy difícil decirlo… En la historia reciente hubo momentos en que muchos países de América Latina estuvieron alineados y parecía vivirse un “clima de época”: la década del ochenta con el estancamiento y la crisis de la deuda, la década del noventa con las reformas estructurales neoliberales en toda la región, el “giro a la izquierda” en los 2000, el “giro a la derecha” más tarde que para diversos investigadores fue más bien un hartazgo con los límites de los gobiernos de izquierda o nacional-populares y algunos escándalos que los acompañaron. En todo caso, ahora el mapa político en la región es dispar: los estallidos de Chile y Colombia, por ejemplo, tienen orígenes muy distintos. La vuelta del MAS en Bolivia muestra su resiliencia, pero también la presencia de Bolsonaro en Brasil muestra el avance de los discursos de derecha y la reacción a la agenda de género. En todo caso, no parece haber un impacto directo del clima político regional en la agenda electoral argentina, al menos no por ahora. Para muchos observadores, el dato de Argentina en la región es por el momento su gran estabilidad. La coalición socio-política del actual gobierno explica en parte esa estabilidad. Claro que hay que ver si ese dato se mantendrá en el tiempo.
Luego de 2001 en nuestro país los jóvenes ganaron protagonismo como un actor de la vida política. Pasaron 20 años de esto, ¿Cómo te parece que viven el presente? ¿Qué esperan del futuro? ¿Cómo se vinculan con el sistema político?
Es una pregunta muy interesante. Todavía hay mucho para pensar sobre esos 20 años que pasaron desde la crisis de 2001 hasta hoy y quizás por estar en pandemia no nos hicimos tiempo para ello. Los jóvenes tuvieron un gran momento de politización allí como en otros momentos de la historia argentina (seguramente los más recientes fueron la muerte de Néstor Kirchner en 2010 y el protagonismo del movimiento de mujeres con el NiUnaMenos primero y con la lucha por la ley de Interrupción Legal del Embarazo después). ¿Cómo viven hoy los jóvenes? La respuesta no parece muy auspiciosa. Si miramos el mundo laboral, la tasa de desocupación abierta total es del 10% y la de los jóvenes casi la duplica, siendo peor para las mujeres. La pobreza también es más intensa en el mundo de la infancia y la juventud. A eso se suman dos años enteros de pandemia, con el modo en que eso afectó sus espacios de sociabilidad y sus distintas oportunidades de inserción. Hoy son casi el 20% del padrón electoral, y su comportamiento es un enigma. Se dice que entre una parte de ellos están creciendo las opciones de derecha más radical, con especial fuerza en los grandes centros urbanos. Lo veremos después de las PASO.
Hoy la política ¿es un concepto o solo marketing y encuestas?
La política es hoy, como siempre, lucha por el poder, por cargos y por ideas. Con nuevas y no tan nuevas tecnologías que la atraviesan y proponen interpretarla y moldearla. Pero también con movimientos y líderes que expresan épocas, que hacen sintonía con necesidades y esperanzas de distintos grupos sociales. La política fue siempre y sigue siendo un espacio con la capacidad de transformar o reproducir el status quo. El desencanto y el malestar con lo que la política y los políticos tienen para ofrecer también son parte de su historia larga.
En este sentido, ¿qué rol están jugando las redes sociales en el desarrollo de esta campaña? ¿Qué peso considerás le están dando los diferentes frentes políticos?
Las redes sociales llegaron para quedarse, son un espacio más de la política, de la comunicación de los distintos partidos, de circulación de información, debate de posiciones e instalación de temas, y también de campaña. Y a la vez hay que recordar que son uno más de los escenarios en los que se juega la política. No soy una experta en redes, pero sabemos que hay burbujas, autoridades al interior de esas burbujas, que muchas veces sirven para alimentar sus respectivas minorías intensas y convencer a públicos ya convencidos. Si bien las redes son un espacio importante, no pareciera que alguno de los frentes políticos esté haciendo algo muy novedoso con ellas en estas elecciones.
Frente al agotamiento de experiencias neoliberales, como ocurre en Chile, se está dando la emergencia de referentes independientes, o como en Perú figuras como la de Pedro Castillo. En el país se viene dando cierta continuidad en la expresión electoral de la izquierda radical, identificada con el trotskismo. ¿Cómo ves desde tu perspectiva esta cuestión? ¿Qué revela del actual momento político?
El paralelo con esos países es bastante difícil porque son muy diferentes de Argentina en su historia política reciente y su relación con el neoliberalismo, pero también en términos estructurales (por ejemplo, Perú es uno de los países con mayor informalidad laboral de toda la región) y en ambos países el tejido organizacional de los sectores populares es mucho más débil que el de Argentina. No obstante, creo que por lo dicho hasta aquí esta elección constituye una muy buena oportunidad para la izquierda, que puede expresar demandas de los de abajo y de la clase media, que lo pasaron muy mal con la crisis de la pandemia. Ya sin la polarización y el voto útil que generaron las últimas elecciones ejecutivas nacionales, seguramente su desempeño electoral será importante, sobre todo habiendo logrado la unidad.
Esta elección constituye una muy buena oportunidad para la izquierda, que puede expresar demandas de los de abajo y de la clase media, que lo pasaron muy mal con la crisis de la pandemia. Ya sin la polarización y el voto útil que generaron las últimas elecciones ejecutivas nacionales.
Acerca de la entrevistada
Mariana Gené es Doctora en Sociología Política, investigadora y docente universitaria. Es Coordinadora del Centro de Estudios Sociopolíticos de la Escuela IDAES-UNSAM y autora de La rosca política.
Liliana O. Calo
Nació en la ciudad de Bs. As. Historiadora.