Mariano Martín es columnista de política y temas gremiales en el diario Ámbito Financiero y el programa Toma y daca de Radio del Plata. Su opinión sobre el papel de las CGT en estos meses y el proceso de reunificación.

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Sábado 23 de julio de 2016
Foto: Fuente R24N
¿Cómo analizás el papel de las centrales sindicales en estos 7 meses de gobierno?
Primero tenemos que aclarar a qué centrales sindicales nos referimos. Está claramente diferenciado en los dos grandes núcleos, CGT y CTA. No haría, en este momento, diferencias sobre las distintas CGT y las distintas CTA, porque en esencia reportan más o menos a los mismos vectores de siempre. No necesariamente a sus bases, en el caso de CGT, pero sí en función de las mismas variables de poder. La CGT está abocada a lo de siempre: cómo, en un contexto político nuevo, conserva en la mayor medida posible sus cuotas y espacios de poder. Por caso, cuánto puede extender el alcance de esos mecanismo de poder.
La CGT está abocada a lo de siempre: cómo, en un contexto político nuevo, conserva en la mayor medida posible sus cuotas y espacios de poder.
Vos fijate que lo primero que se ocuparon de acordar las distintas versiones de CGT con los candidatos en campaña son garantías sobre la vigencia de 3 o 4 ejes fundamentales. Por un lado, la subsistencia y financiamiento de las obras sociales sindicales. Algo que siempre va a ser, sobre todo en los gremios más burocráticos, más grandes, verticalistas, las variables de análisis más prioritarias. Por otro lado la vigencia lo más inalterable del modelo sindical argentino, las prerrogativas de los sindicatos con personería gremial de negociar salarios, representar a trabajadores en el conflicto, de recaudar cuotas de afiliación sindical, etc. Y por otro lado la discusión paritaria. En ese orden de prioridad diría.
Las obras sindicales han sido históricamente el refugio de poder financiero en período donde había mayor retracción del mercado laboral, siempre fueron financiadoras de la actividad sindical. Sobre todo en los sectores más imperecederos, los “gordos”, los “independientes”. Después el modelo sindical argentino, y tercero negociar salarios. Fijate que en estos 7 meses, el factor que más ha sido golpeado es justamente el tercero, el de la vigencia de las paritarias en relación con la inflación. Los salarios están en severos riesgos de perder poder adquisitivo, y sin embargo los sindicatos en su mayoría no han reaccionado.
Esas son las principales preocupaciones de las CGT. Y la CTA está desde hace muchísimo tiempo en un estado de a mi juicio desconcierto, de atomización máxima, deliberativo permanente, donde ninguno de los representantes tiene preminencia sobre su sindicato de origen. Es una central en permanente estado de mutación. Y viendo cómo bajo e paraguas necesario de la CGT logra una subsistencia más o menos decente y ocupar un lugar dentro del escenario político.
¿Cómo te parece que ven desde el gobierno y las cámaras empresarias esta actitud de las direcciones gremiales? ¿Qué expectativas tienen en el mediano plazo?
Las capas gubernamentales y empresariales-económicas van a lidiar mejor o peor con el ámbito sindical en la medida que entiendan estas prioridades de los dirigentes sindicales. Si empiezan a golpear, por ejemplo, como en algún momento desde el gobierno anterior, planteando que las obras sociales deberían ser nacionalizadas, seguramente se van a encontrar con escenario de conflicto mucho más severo, real y concreto del que se ha planteado hasta ahora.
La astucia que ha tenido el gobierno de Macri es preguntarle a los dirigentes sindicales qué necesitaban en esta etapa, escucharlos, y en mayor o menor medida ir cumpliéndoles al límite del conflicto. No se han dado los fondos para las obras sociales en los plazos que se han reclamado, pero se han ido soltando más recursos y comprometiendo otros. No se han generado todas las instancias de poder que se han reclamado en el Poder Ejectuivo, en estructuras donde se manejan recursos, pero han habido algunos nombramientos y se han escuchado algunos reclamos. Lo que se ha hecho, y no es que se necesita mucha astucia más bien es de manual, es atender los reclamos de los dirigentes sindicales en negociaciones reservadas más que aquellos que son exhibidos y levantados como banderas en los discursos públicos. Se los sentó a los dirigentes sindicales, se les preguntó qué les hacía falta para fortalecer las estructuras, y en mayor o menor medida se les ha ido cumpliendo. Esto un modelo como el argentino está muy lejos de las necesidades más urgentes de la clase trabajadora, por eso marcaría una distancia entre clase trabajadora y representantes sindicales más burocratizados.
Me parece que el gobierno hay que reconocerle una cierta sensibilidad, pero a nivel cupular, para hablar con estos dirigentes e ir atendiéndolos. Te podría nombrar ejemplos en los que ellos, en cuanto a dinero de obras sociales y fortalecimiento de sus estructuras, han sido escuchados. Y eso me parece que logró dilatar el momento del lanzamiento de un plan de lucha. Mientras tanto las organizaciones obreras lo que han entendido como lógico, por lo menos en el plano preventivo, es reconstituirse en una unidad, que por supuesto está muy lejos de sólida y homogénea, pero por lo menos se la puede presentar ante la sociedad y ante todo ante el gobierno como un factor de amenaza.
La astucia que ha tenido el gobierno de Macri es preguntarle a los dirigentes sindicales qué necesitaban en esta etapa, y en mayor o menor medida ir cumpliéndoles al límite del conflicto.
¿Se va a concretar la unificación en agosto? ¿Cuáles son para vos los objetivos y los límites de esa “unidad”?
Yo creo que se va a concretar, va a ser una unidad mucho más débil de lo que se hubiera pensado en algún momento. Va a ser unidad más simbólica que fáctica, de hecho es una unidad a la medida de Moyano. Porque él es el que termina resolviendo en lugar de habilitar una conducción bajo un solo secretario general que podría tener entre sus lugartenientes a su hijo, termina inclinándose a una opción más horizontal como es un triunvirato. Moyano es el que dictamina que la nueva conducción va a ser a través de tres secretarios generales, a lo sumo cuatro, eso se baraja como posibilidad. En definitiva tres dirigentes que a primera vista no tengan demasiada preminencia uno sobre el otro. Distinto a la anterior experiencia, de 2004, donde Moyano rápidamente se alió a José Luis Lingieri y dejó de lado a la representante de los gordos que era Susana Rueda.
Va a ser unidad más simbólica que fáctica, de hecho es una unidad a la medida de Moyano.
En este caso se espera una unidad más horizontal donde cada secretario general cumpla el mandato del sector al que representa. El representante de Moyano que seguramente va a ser Juan Carlos Schmidt, tiene esta idea permanentemente de golpear y luego recoger beneficios de su negociación con el gobierno. La de los “gordos”, encabezada por Héctor Daer seguramente, a cargo de una cogestión permanente en el área de salud, y la representación de Barrionuevo que va a ser Carlos Acuña, en busca de espacios mucho más puntuales de poder y con un abordaje mucho más ligado a la político que los otros sectores. Esos son los intereses centrales de esa unidad. No tiene un programa, no tiene un ideario en común, un pliego reivindicatorio más allá de los puntos elementos que se esgrimen, que son impuesto a las ganancias, financiamiento de las obras sociales, inseguridad e inflación.
No hay un ideario, ni una serie de puntos como ha sido en otros momentos del movimiento obrero el programa de Huerta Grande, por ejemplo. simplemente se trata de llegar a la unidad como se hace ante cada cambio político. Cuando asumió Néstor Kirchner se armó el triunvirato para después confluir en una unidad muy discutida por los otros sectores a cargo de Hugo Moyano. Y en este caso creo que especula Moyano en superar la transición del triunvirato y quedar él o a través de un tercero que podría ser Schmidt en función de sus lealtades en este año que viene, al frente de la central obrera otra vez.

Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.