El 14 de septiembre de 1920, nació en la ciudad de Paso de los Toros una de las figuras de la literatura más reconocidas del Uruguay. Un exponente social, solidario y comprometido.
Miércoles 14 de septiembre de 2022 19:02
Foto: Télam
La tregua, Poemas de la oficina, Montevideanos, Primavera con una esquina rota, y sus Inventarios, son apenas algunas de las obras que traspasaron las fronteras uruguayas, que convirtieron a Benedetti en un referente conocido por sus poemas, cuentos, novelas, ensayos, críticas literarias y trabajos periodísticos.
Comenzó a trabajar a los 14 años, desempeñó tareas tan diversas como la de cadete, administrativo, taquígrafo y funcionario público. No terminó sus estudios secundarios. La diversidad de estos trabajos tal vez lo llevó a conocer esa realidad, que más tarde plasmó en sus obras. Publicó más de 80 libros, y estas obras se tradujeron a más de 25 idiomas, publicando su primer libro de poemas en 1945, La víspera indeleble.
Sus poemas fueron elegidos por varios músicos para ser difundidos en forma de canción. A través de estas, pudo llegar al corazón del pueblo, que las cantó acaso sin saber que él era su autor. Que es la mejor forma de trascender.
En 1973, Benedetti se exilió, continuando su trabajo literario y periodístico desde varios países de Latinoamérica y Europa: Argentina, Perú, Cuba y España. Volviendo al Uruguay con el retorno de la democracia en 1985 y desde entonces alternó sus trabajos entre Uruguay y España. Recibiendo múltiples galardones, tanto en América como en Europa. Obras suyas como La tregua, también fueron llevadas al cine.
Fue uno de los integrantes de la Generación del 45. Este grupo de intelectuales, reconocido por su análisis crítico de la realidad, marcó a generaciones posteriores. Entre otros, contó con exponentes como Idea Vilariño, Ida Vitale, Carlos Real de Azúa y Carlos Maggi.
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Pero su labor y el mensaje de su poesía llegan a la inmensidad del pueblo por la canción. Su palabra, su denuncia comprometida y valiente, su visión del amor y de respeto por el semejante, generan un espacio en el corazón de la gente, que recibe este mensaje haciéndolo propio.
Compartimos aquí esta visión de Mario, poniéndose en el lugar de tantos, que fueron apresados por la Dictadura:
“Hombre preso que mira a su hijo”
Cuando era como vos Me enseñaron los viejos y también las maestras bondadosas y miopes
Que libertad o muerte era una redundancia
A quién se le ocurría en un país, donde los presidentes andaban sin capangas
Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
Ya que la patria funcionaba bien
En las canchas y en los pastoreos
Realmente Botija no sabían ni un corno
Pobrecitos creían que libertad era tan solo una palabra aguda
Que muerte era tan solo grave o llana
Que cárceles es por suerte una palabra esdrújula
Olvidaban poner el acento en el hombre
La culpa no era exactamente de ellos
Sino de otros más duros y siniestros
Y esto si, como nos ensartaron en la limpia república verbal
Y cómo idealizaron la vidurria de vacas y estancieros
Y cómo nos vendieron un ejército que tomaba su mate en los cuarteles
Uno no siempre hace lo que quiere Uno no siempre puede
Por eso estoy aquí
Mirándote y echándote de menos
Por eso es que no puedo despeinarte el jopo
Ni ayudarte con la tabla del 9
Ni acribillarte a pelotazos
Vos ya sabes bien que tuve que elegir otro juegos
Y que lo jugué en serio
Y jugué por ejemplo a los ladrones
Y los ladrones eran policías
Y jugué por ejemplo a la escondida
Y si te descubrían te mataban
Y jugué a la mancha
Y era de sangre
Botija aunque tengas pocos años
Creo que hay que decirte la verdad
Para que no la olvides
Por eso no te oculto que me dieron picana que casi me revientan los riñones
Todas estas llagas, hinchazones y heridas
Que tus ojos redondos miran hipnotizados
Son durísimos golpes
Son botas en la cara
Demasiado dolor para que te lo oculte
Demasiado suplicio para que se me borre
Pero también es bueno que conozcas que tu viejo calló
O puteó como un loco
Que es una linda forma de callar
Que tu viejo olvidó todos los números
Por eso no podía ayudarte en las tablas
Y por lo tanto olvidé todos los teléfonos
Y las calles
Y el color de los ojos
Y los cabellos y las cicatrices
Y en qué esquina, en qué bar
Qué parada, qué casa
Y acordarme de vos, de tu carita me ayudaba a callar
Una cosa es morirse de dolor
Otra cosa morirse de vergüenza
Por eso ahora, me podes preguntar y sobre todo puedo yo responder
Uno no siempre hace lo que quiere
Pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere
Llorá nomás Botija
Son macanas que los hombres no lloran
Aquí lloramos todos
Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos
Porque es mejor llorar que traicionar
Porque es mejor llorar que traicionarse
Llorá
Pero no olvides.
¡Qué más decir después de esto! Hay que poder sentir, para ponerse en el lugar del otro.
¡Hay de aquellos, que se atreven a juzgar, desde un lugar de ventajosa e irrespetuosa comodidad!
“Mario Benedetti siempre presente”