Según un estudio del CIS, un 44% de hombres apoyan que "Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres". Repasamos los datos, la ofensiva antigénero de la derecha y el feminismo encerrado en ministerios detrás de los mismos.
Viernes 19 de enero
A principios de esta semana el Centro de Estudios Sociológicos (CIS) ha hecho público el avance de resultados del estudio ’Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género’ realizado el pasado mes de noviembre con una muestra de 4000 personas.
La mayoría de medios de comunicación no han tardado en hacerse eco del estudio. Lo que impacta es como la mayoría han decidido difundirlo con un titular que utiliza la cifra del 44% de hombres que respaldan la siguiente afirmación: "Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres".
Hay quienes han salido rápidamente a darle la vuelta al titular buscando la imagen optimista al señalar que se debería hacer mayor hincapié en la cifra mayoritaria, pues es cierto que un 56% no respalda la afirmación del titular y que en términos generales las respuestas del CIS muestran como una gran parte de los encuestados apoyan posturas de avance en igualdad entre los géneros.
Algunos medios han tratado de salir a clarificar los datos para concretar que realmente esta posición estaría determinada mayormente por una cuestión ideológica y no de género. Y es cierto, cuando vemos los datos cruzados, los porcentajes de personas de izquierdas que están de acuerdo con la afirmación no llegan al 15%, sin embargo en el caso de los hombres de derechas el acuerdo asciende al 74,4% y en el caso de las mujeres en el mismo espectro es también un alto 58,6%.
Sin embargo no deberían convencernos del todo ninguna de estas explicaciones. No debemos contentarnos con que simplemente grandes sectores de hombres no se sientan enfrentados a las demandas feministas, ni debemos pensar que los recelos a las políticas llevadas a cabo en nombre de feminismo estén sustentados solamente en prejuicios machistas y la propaganda de la derecha y la extrema derecha.
Es importante comprender el estado en el que se encuentra el movimiento feminista hoy y por qué su respaldo, lejos de haber crecido, disminuye especialmente entre los hombres jóvenes. Con unos datos de 2022 del Barómetro sobre juventud y género en el Estado español, 1 de cada 5 hombres entre 15 y 29 años consideraban que la violencia machista no existe, el doble que 4 años atrás. Según esa misma encuesta, desde 2017 hasta 2021, el porcentaje de mujeres de esa edad que se consideran feministas había pasado del 46,1% al 67,1%. En estos años tuvieron lugar el auge tanto del movimiento de mujeres como de la extrema derecha.
¿Y esa reacción antifeminista? No, no son sólo machirulos y streamers
Para pensar este fenómeno resulta interesante una entrevista previa al sociólogo Lionel Delgado en la que trata de señalar cómo se instrumentalizan elementos de reacción a la precariedad de la vida en los discursos antifeministas de la derecha. Señala que:
“La masculinidad se ha relacionado con las “tres p”: proveer, procrear y proteger. En contextos de hiperprecarización estos roles entran en crisis. Lo problemático que resulta llevar adelante un proyecto familiar golpea al rol de protector, de procreador y en el de proveer. Se fractura la narración de lo que debería ser un hombre, asociado al éxito económico, que a base de su esfuerzo consigue sacar a su familia adelante… A esto se añade el nuevo rol de las mujeres, que erosiona aún más esta narración. Pero no es un problema solo de discurso, sino de prácticas materiales. Ya no es “el hombre de la casa”, sino un “mindundi” precarizado, jodido en lo laboral, muchos en desempleo estructural, que ha perdido también el control de lo doméstico… Se pone a los hombres frente a un espejo roto, que lo hace verse como un perdedor, que no recibe lo prometido.
Aquí sale la visión de derecho agraviado de la que se nutren los neomachistas, que contraponen este espejo roto a la ampliación de derechos de las mujeres, pero también las minorías sexoafectivas… No se cuestiona las razones estructurales de este fracaso social, económico… y de ahí se explica quien realiza la capitalización de este malestar, la derecha”
Ningún discurso reaccionario echa raíces en sectores de trabajadores si no tiene un asidero a la realidad de la precariedad, aunque busque deformarla e instrumentalizarla. Incluso los discursos (derechizados y dirigidos a hombres) sobre invertir, emprender o holdear tienen que hablar de “salir de la matrix”, “escapar de la trampa” o “vivir mejor que los que te rodean”, reconociendo agravios y prometiendo salidas individuales. Pero, ¿y los discursos rancios que hablan de volver a valores y relaciones tradicionales?
Con salarios que valen menos, horas de trabajo que aumentan, servicios públicos que son desmantelados, la familia patriarcal sufre una mayor presión. Su papel a la hora de garantizar una siguiente generación obrera con el menor coste posible para los capitalistas, es decir, para la reproducción social de la fuerza de trabajo, tiene que ser reforzado. Y de hecho, se refuerza su faceta de refugio del que no es posible emanciparse.
Pero además, esta derecha patriarcal aprovecha esta situación de dificultad para los hogares de clase obrera para vender todo aquello que no refuerce la familia patriarcal como un ataque al lugar donde no morir de hambre y frío. Bajo este prisma, cualquier medida que avance hacia la autodeterminación relacional y de género sería el monstruo del que defenderse para una supervivencia exitosa y estable.
[Vídeo] El movimiento feminista y LGBTI ante la extrema derecha
Es decir, estas visiones machistas aprovechan la indignación por la precariedad que han generado las políticas neoliberales para tirar en el mismo saco todos aquellos valores progresistas que instrumentalizaron a su favor los gobiernos capitalistas. Así vemos cómo el neoliberalismo progresista y el feminismo liberal abonaron el terreno para la emergencia de la extrema derecha y su discurso antifeminista.
De las calles a las políticas antiobreras pintadas de morado, ¿qué pasó?
El estallido masivo del movimiento de mujeres entre 2017 y 2018 irrumpió denunciando el patriarcado como sistema de opresión que sigue operando sobre las mujeres provocando una situación de inferioridad respecto al hombre, pero también trató de comenzar a abrir debates más allá, señalando el sistema económico capitalista actual y su sustento en la división sexual de trabajo junto con las cadenas globales de cuidado que aprovechan la vulnerabilidad de las mujeres migrantes. En cierta manera recogió demandas y fuerzas para luchar que no estaban rompiendo el dique de las burocracias sindicales y políticas y encontraron su cauce hacia la calle en un momento de auge del movimiento de mujeres internacional con movilizaciones masivas.
Sin embargo pronto estos cuestionamientos fueron perdiendo fuerza debido al trasvase de confianza de las propias fuerzas en la autoorganización y la movilización hacia la conquista de espacios en las instituciones, lo que se traducía en apoyar el proyecto de Unidas Podemos como socio de gobierno con un partido de régimen como el PSOE y seguir sustentando un sistema que empobrece y oprime a millones de personas, especialmente a las mujeres, pero con la etiqueta de ser el gobierno “más feminista de la historia”.
Tal y como muestra la encuesta, el feminismo se ha convertido en los últimos años en un punto conflictivo clave para la identificación ideológica, siendo más recurrentes en el discurso y la agenda de la extrema derecha las posturas abiertamente antifeministas. Hay que recordar que cuando Vox irrumpió en las instituciones el movimiento feminista estaba en su punto álgido. Pero en lugar de un feminismo en las calles, con la herramienta de la huelga en la mano, autoorganizado, que recogía las demandas de más sectores y buscaba transformar el sistema de raíz ¿qué ofrece el feminismo de los ministerios para enfrentar el avance del machismo y la derecha?
Tenemos a un sector abiertamente transfóbico apoyado por el PSOE dirigiendo el Ministerio de Igualdad actualmente, el cual ya estuvo años torpedeando y retrasando la Ley Trans, unos gobiernos “progresistas y feministas” que nunca tocaron una coma a los millones de dinero público y miles de aulas que se lleva la Iglesia reaccionaria y patriarcal, o hablar de “política en femenino” y “sin crispación” cada vez que un ataque a las pensiones y los salarios reales pasa sin una gran oposición en la calle. Son sólo algunos ejemplos, pero los desahucios, las políticas asesinas en las fronteras o la jubilación a los 67 siguen bajo la etiqueta de “gobierno feminista y de izquierda”.
Si cada vez que hay un ataque sobre trabajadores y desempleados lo hace un gobierno que viene con un anuncio sobre ecologismo, multiculturalidad, feminismo y diversidad sexual vaciados, las consecuencias para oponer los trabajadores a políticas progresistas son enormes. Y es que para allanar el camino a la ofensiva patriarcal de la derecha con la ofensiva contra los derechos de las mujeres y la diversidad sexual, un gobierno que gobierna para los capitalistas y dice que es de izquierda es un gran facilitador.
Sin una vinculación con un proyecto político que aspire a superar la sociedad capitalista en su conjunto, y no únicamente cuestiones identitarias o parciales que afectan a una parte de la población, no podremos aspirar a alcanzar la liberación real de las mujeres.
Por eso luchamos por un feminismo socialista que luche por establecer los cimientos de una sociedad distinta, desde luego sin ningún tipo de opresión, pero también sin explotación ni violencia para nadie. Un feminismo socialista que se propone terminar con la brutal desigualdad de un puñado de mega-multimillonarios que son propietarios de los grandes medios de producción y los bancos, que parasitan el trabajo asalariado de millones de seres humanos, que se benefician del trabajo impago de las mujeres para la reproducción cotidiana de la vida, que expolian los territorios y explotan los bienes comunes causando la depredación sin límites del planeta que habitamos. Que lucha por establecer una planificación democrática de la economía en función de las necesidades sociales y no de las ganancias de unos pocos.
Si quieres conocer más, no te pierdas el vídeo Pan y Rosas: ¿por qué nuestro feminismo es socialista?
Jorge Remacha
Nació en Zaragoza en 1996. Graduado en Historia en la Universidad de Zaragoza. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español y en la agrupación juvenil Contracorriente.