Decenas de miles de camellos viajan sedientos en busca de agua y comida: desde este miércoles serán asesinados por francotiradores.
Valeria Foglia @valeriafgl
Martes 7 de enero de 2020 19:00
No es novedad que el agua es un bien escaso y que gran parte del planeta tiene un acceso limitado. Por estas latitudes, sin embargo, es difícil pensar en una “guerra del agua” entre seres humanos y animales. Es lo que está ocurriendo ahora mismo en el noroeste del estado de Australia Meridional, que se encuentra lindero precisamente a los estados de Nueva Gales del Sur y Victoria, dos de los más afectados por los voraces incendios.
“Los camellos cimarrones representan una importante amenaza económica, ambiental y sociocultural”, dicen en el sitio Camel Scan, enteramente dedicado a detectar y denostar la presencia de estos animales, a los que responsabilizan por pérdidas de hasta diez millones de dólares australianos por año. Según el portal, hay entre un millón y un millón doscientos mil ejemplares, cantidad que se calcula podría duplicarse cada ocho o nueve años. Se concentran especialmente en el área centro del país.
Mientras unos 480 millones de animales perecieron a causa de los intensos incendios desde septiembre, autoridades de la comunidad aborigen de Anangu Pitjantjatjara Yankunytjatjara (APY) decidieron que un grupo de francotiradores disparen este miércoles desde helicópteros a más de diez mil camellos, una actividad que durará unos cinco días. ¿La razón? La zona atraviesa una sequía histórica y los camélidos, que se reúnen en torno a fuentes de agua, consumen “demasiado”.
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Claro que los camellos no pidieron vivir allí. Originarios de India y Afganistán, fueron ingresados a Australia para su uso en transporte y construcción. Hoy los lugareños los consideran un peligro para sus reservas de agua, propiedades y hasta sitios culturales. Para intentar justificar la matanza masiva, señalan la responsabilidad de los camellos en la crisis climática, habida cuenta del metano que emiten cada año.
"Nos hemos quedado atrapados en condiciones apestosas e incómodas, sintiéndonos mal, porque los camellos entran y derriban cercas, ingresan a las casas y tratan de obtener agua a través de aires acondicionados", sostiene Marita Baker, integrante de la junta directiva de APY, en conversación con The Australian. “Algunos camellos mueren de sed o se pisotean entre sí para acceder al agua, [y] en algunos casos animales muertos la han contaminado”, agrega, señalando que, dado el número de estos, ya no basta con “ponerlos a la venta” como en el pasado.
El clima árido en la región expulsa a los camellos, que viajan sedientos desde zonas secas como Nullarbor y Goldfields en busca de agua y comida. No es la primera vez que sufren este tipo de ataques: entre 2009 y 2013 ciento sesenta mil camellos resultaron muertos por técnicas terrestres y aéreas, consignan en news.com.au. No parecería ser una técnica efectiva: la población ahora aumentó a un millón doscientos mil camellos cimarrones, cada vez más hambrientos y sedientos en el marco de una sequía histórica que de natural no tiene nada.
Aquí el comunicado oficial: