En las últimas décadas frases como “échale ganas”, “ponte la camiseta”, “el trabajo paga” se generalizaron en los trabajos, sobre todo en aquellos mal pagados, con jornadas largas, falta de derechos labores, buscando crear la idea de que tener trabajo es “un privilegio”.
Martes 23 de noviembre de 2021
Sin embargo, la realidad del mundo del trabajo es brutal, pérdida de la estabilidad laboral, aumento de las jornadas laborales, pérdida del poder adquisitivo del salario en México, son sólo algunas de las condiciones en las que millones desempeñamos nuestras labores.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), sólo 6.7% de la gente que trabaja en México gana más de 10 mil pesos, lo que quiere decir que la inmensa mayoría, casi la totalidad de las y los trabajadores, no tienen un salario que cubra la canasta básica.
La gran mayoría ganamos menos de dos salarios mínimos, que equivalen a poco más de 8 mil pesos, es decir nada, si consideramos la inflación, la subida de los energéticos, el costo de la renta y el trasporte público.
De la gente que trabaja en México, más de 31 millones de personas lo hacen en la informalidad, es decir no sueñan con jubilación, viven al día y dependen de que haya ventas, cosas que se complica si la mayoría de la gente asalariada gana una miseria.
Pero crear una realidad laboral distinta no es un sueño, pero no va a llegar de las dádivas de los gobiernos ni por voluntad de los patrones, solo puede llegar de la organización de las y los trabajadores.
Es por eso, que en nuestros centros de trabajo hay que retomar los métodos que históricamente han permitido mejorar nuestra calidad de vida, como la huelga y el paro, exigiendo cosas como aumento salarial de emergencia que cubra la canasta familiar y que sea de acuerdo a la inflación.
Las jornadas de 6 horas y 5 días tendrían que ser un primer paso para pensar en otra forma de trabajar, dónde lo que esté en primar lugar sea nuestras vidas y después las ganancias de los empresarios. Organicémonos para luchar por ello.