Una nueva jornada de protestas apuntó contra el régimen mostrando que la transición, que tiene al Ejército como actor central, no cerrará tan fácilmente la crisis.
Diego Sacchi @sac_diego
Viernes 5 de abril de 2019 17:00
Cientos de miles de argelinos se manifestaron este viernes, por séptima semana consecutiva, manteniendo en las calles la presión contra el régimen pese a la renuncia, el pasado martes, del presidente Bouteflika, que era hasta ahora la principal reivindicación de la población.
Con demandas y cantos de "el régimen debe caer" y "no habrá perdón", las marchas se repitieron en Argel y otras ciudades como Annaba, Tizi Uzu, Bejaia, Chlef, Bechar y Skikda.
El renunciado presidente, Bouteflika, emitió el miércoles una carta donde pedía perdón a su pueblo por sus incumplimientos y errores. El lema más difundido de las manifestación este viernes era una respuesta a esas declaraciones: “No hay perdón”.
También las consignas apuntaron contra el régimen, encarnado en lo que en Argelia ya se conoce como la "triple B". La expresión alude a los tres políticos elegidos para tutelar la transición: el presidente del Senado, Abdelkader Bensalah; el presidente del Consejo Constitucional, Tayeb Belaiz, y el primer ministro y antiguo ministro de Interior, Nuredin Bedaui, a los que los manifestantes consideran miembros "de la mafia" gubernamental.
"La dimisión (del presidente) es solo una fachada. Desde hace seis años estuvo ausente y era el sistema que hacía los decretos y cartas en su nombre. Hay que echarlos a todos", aseguró una de los manifestantes, Mahiut una médico de 60 años, a la agencia Efe.
"Las tres B deben marcharse. Son restos del poder mafioso. No queremos un gobierno de consenso que huela a esta gente, queremos un gobierno nuevo con nuevas personas", insistió por su parte Mohamed, un joven presente en la manifestación.
Varias pancartas recordaron este viernes que Gaid Salah, viceministro de Defensa y jefe del Ejército, ha sido "cómplice" del poder y le tacharon de "deshonesto". Gaid Salah, se ha convertido en el hombre más poderoso del país tras forzar esta semana la renuncia de Bouteflika.
El viejo régimen sacó las lecciones de la primavera árabe de 2011 en Egipto, en cuanto al papel de dirección del Ejército en la escena política, buscando a través de este nuevo gobierno y el papel de las fuerzas armadas cerrar las brechas y orquestar una transición ordenada, sin tocar los fundamentos centrales del régimen.
El general fue ya objeto de la ira del pueblo durante las masivas manifestaciones del pasado viernes, el sexto consecutivo de movilizaciones populares en todo los rincones del país desde el pasado 22 de febrero.
En un intento por frenar las protestas, Gaid Salah -uno de los principales apoyos de Bouteflika- decidió entonces acelerar la salida del mandatario: pidió primero la aplicación del artículo 102 de la Constitución, que permite inhabilitar al presidente por motivos de salud.
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Con el Ejército como actor central, el régimen político busca una transición que es en realidad una nueva estafa de una casta descompuesta, que busca cerrar la crisis de las movilizaciones argelinas por la vía institucional.
Los empresarios y una casta política enriquecida en base a la renta petrolera y mediante una subordinación absoluta a los intereses económicos de Francia y de la Unión Europea, juegan hasta ahora un rol voluntario de promotor de la sumisión al imperialismo Francés. Esto quedó claro en las declaraciones múltiples de Macron, primero a favor de Bouteflika, y luego llamando a una "transición democrática" en el país.
Pero las reformas que prometió hasta ahora el nuevo gobierno de Bedoui tienen un sabor a poco, como las que se ofrecieron en 2012 con el objetivo de frenar la expansión de la Primavera Árabe a Argelia.
Esto, junto a una situación económica que golpea a los trabajadores y los sectores más pobres, son el motor de las nuevas movilizaciones que luego de conseguir su demanda central, la renuncia del presidente, ahora se mantienen centradas en el rechazo al régimen.
Diego Sacchi
Nacido en Buenos Aires en 1977, militante del Partido de Trabajadores Socialistas desde 1994. Periodista, editor en la sección Internacional de La Izquierda Diario y columnista de temas internacionales en el programa de radio El Círculo Rojo.