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Red Internacional
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EUROPA DEL ESTE. Masivas protestas en Bielorrusia ponen a Lukashenko en aprietos

A un mes del comienzo del movimiento en Bielorrusia contra la sexta reelección de Lukashenko. Este domingo, por tercera vez, tuvo lugar una manifestación de magnitud histórica en Minsk, a pesar de la represión y los intentos del Gobierno por calmar las protestas.

Martes 1ro de septiembre de 2020 21:54

EFE/EPA/STRINGER

El 9 de agosto, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, fue reelegido como jefe del país por sexta vez consecutiva desde 1994. Desde entonces, las manifestaciones no han cesado: una gran parte de la población desconfía de los resultados, que lo dan como el ganador con un insólito 80% de los votos. Los manifestantes exigen un recuento de votos, incluso nuevas elecciones.

¿Qué sectores están involucrados?

Este domingo 30 de agosto tuvo lugar en la capital un tercer día de manifestaciones a gran escala, que reunieron alrededor de 100.000 personas, cifras similares a las manifestaciones récord del domingo 16 y 23 de agosto.

El día anterior, sábado 29 de agosto, una manifestación de mujeres había dado nueva vida a la protesta, como señala el diario francés Le Monde, que informa que "miles de mujeres, muchas vestidas de blanco, marcharon en Minsk y rompieron el cordón policial que intentó contenerlas”.

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Por otro lado, el movimiento parece haberse debilitado levemente en las fábricas, donde se habían producido muchas huelgas a mediados de agosto. Según el diario francés Le Figaro, “hasta ahora, las autoridades han logrado frenar el movimiento de huelga - blandiendo la amenaza de despidos o deslocalizaciones - en las grandes empresas estatales (construcción mecánica, en particular), que constituyen la base economía. Sin embargo, continúan las huelgas en las minas de potasa de Belaruskali, el mayor productor mundial. En todas partes, prevalece un enojo sordo, que pesa sobre la productividad de las empresas en al menos un 25%, según una buena fuente".

¿Cuál es la reacción del poder local?

Ante la magnitud de las manifestaciones, Lukashenko intentó intimidar y reprimir. Sin embargo, según Le Monde, “Por la noche, [Lukashenko] apareció en el palacio presidencial, con un chaleco antibalas, rifle automático en mano, postura amenazante. Como para darle más peso a estas trilladas imágenes, vehículos blindados con armas de fuego entraron a la capital a la misma hora, por la noche. Luego se dispersaron por la ciudad sin intervenir en el encuentro cara a cara entre el líder y su pueblo."

Además, la policía “realizó detenciones (140 según fuente oficial), eligiendo al azar entre los manifestantes pacíficos, para intimidar a las masas. [...] Los manifestantes fueron luego golpeados sistemáticamente en medio de la calle y se cometieron decenas de actos de tortura bajo custodia (…).

Le Point, diario francés, también relata dos casos de “suicidio” de manifestantes por ahorcamiento, que en realidad podrían ser asesinatos orquestados por las autoridades; así como “noventa desaparecidos registrados” desde el inicio del movimiento.

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Las autoridades también están tratando de silenciar a los periodistas: según Paris Match, de la prensa francesa, “el sábado 29 de agosto, las autoridades bielorrusas retiraron credenciales de varios periodistas de medios extranjeros. Entre ellos, profesionales de la BBC, Radio Liberty, AP y AFP han anunciado la retirada de su autorización para trabajar en el territorio. "

¿Qué sigue para el movimiento?

Según varios medios, el presidente Luckashenko parece estar "cediendo" . El lunes habló de la idea de un "referéndum constitucional", sin precisar los términos ni el cronograma. Según los informes, también reconoció que Bielorrusia sería un “sistema algo autoritario”.

Este domingo, los manifestantes enfrentaron la represión, al punto que la cadena LCI escribió que “el enfrentamiento parece haberse vuelto en parte a favor de la oposición”. El motivo de esta afirmación: una escena filmada en las redes sociales donde vemos “policías vestidos de civil salir de una camioneta sin distintivos para intentar detener a un manifestante. Sólo lo intentaron, porque muy rápidamente decenas de personas vienen a apoyar a estos últimos para liberarlos. Los policías son derrotados y su camioneta atacada por los manifestantes”. LCI retransmite el análisis de Benoît Vitkine, corresponsal del diario Le Monde de Moscú y reciente premio Albert Londres, según quien esta escena muestra que “el miedo ha cambiado de bando” en el país. “Durante años, estas camionetas sin distintivos con policías vestidos de civil representaron la arbitrariedad, la imposibilidad de cualquier reunión”.

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Para el medio RFI, el movimiento parecería estar en un “callejón sin salida”, una forma de “empate” temporal entre el Gobierno y los manifestantes. Sin embargo, para Anna Colin Lebedev, profesora de la Universidad Nanterre de París y especialista en sociedades postsoviéticas, Lukashenko y su gobierno caerán inevitablemente.

Pero el sistema no caerá por sí solo. Para ello, sería fundamental que el movimiento traspasara sus límites subjetivos y organizativos, en particular yendo más allá del proyecto político liberal y populista de Svetlana Tikhanovskaïa, la principal figura de la oposición. La participación de sectores masivos de la clase trabajadora en el movimiento, que participó desde mediados de agosto, es absolutamente necesaria para reunir el poder necesario para derrocar a Lukashenko. Por tanto, sería fundamental que la clase trabajadora se organizara independientemente del Estado y de las distintas fracciones de las clases dominantes y proponga un proyecto social alternativo y progresista para las clases sociales oprimidas y explotadas.