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Red Internacional
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ITALIA XENOFOBIA. Matteo Salvini, el rostro del racismo en Italia

Tras prohibir el desembarco del barco de refugiados “Aquarius” en Italia, el viceprimer ministro y ministro del Interior italiano Matteo Salvini propone ahora un censo de la población gitana para expulsar a los que no hayan nacido en el país.

Jaime Castán @JaimeCastanCRT

Miércoles 20 de junio de 2018

Foto: EFE/ Luca Zennaro

Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia y líder de la ultraderechista Liga, ha propuesto este lunes censar a las personas de etnia gitana para expulsar a los que no hayan nacido en el país. En unas declaraciones en una radio italiana apuntaba que "los extranjeros que permanezcan de forma irregular en Italia serán expulsados", mientras que "los gitanos italianos por desgracia hay que quedárselos".

Ha añadido que "tratamos de entender cómo intervenir rehaciendo lo que en su momento se llamó censo (...) para tener una fotografía y comprender así de lo que estamos hablando". Sin embargo, las críticas no han tardado en llegar, tras lo cual el ministro ha matizado que no tiene intención de "registrar ni tomar huellas dactilares a nadie", sino que busca "un estudio de la situación de los campamentos de gitanos" con el objetivo en primero lugar de "proteger a miles de niños a los que no se les permite asistir a la escuela con regularidad porque prefieren introducirlos en la delincuencia".

El líder de Movimiento Cinco Estrellas, Luigi Di Maio, ha agradecido esta matización comentando “me complace que Salvini haya negado cualquier hipótesis de registro censal o ficha. Si una cosa no es constitucional, no se puede hacer". No olvidemos que el actual gobierno del país es fruto del acuerdo entre el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga, en base a un programa en el que, entre otras cosas, se plantea la toma de fuertes medidas contra la inmigración y la población gitana. Una de ellas es la de cerrar los campos de gitanos nómadas donde viven en torno a 40.000 personas, así como medidas para imponer la escolarización obligatoria de los niños.

El gobierno italiano avanza de esta forma en las medidas xenófobas con la figura de Salvini a la cabeza, desde la prohibición del desembarco del “Aquarius” en Italia, hasta estos últimos ataques dirigidos contra la población gitana y migrante. Pero además el ministro del Interior también ha anunciado que se está "trabajando en la expulsión de los presos extranjeros que se encuentran en Italia".

Una portada que grafica la división de Italia por la xenofobia

Las medidas xenófobas del gobierno han generado un fuerte debate en la opinión pública italiana, con muchas voces manifestándose en contra de Salvini y en solidaridad con las personas refugiadas y el pueblo gitano.

El caso más llamativo de oposición al ministro ha sido la portada del periódico “L’Espresso”, donde se contraponía la imagen de una persona africana a la izquierda con la del ministro Salvini a la derecha, con el título de “Un ser humano y no”; haciendo un llamamiento a posicionarse con la empatía y la solidaridad, o con la xenofobia y la indiferencia.

La xenofobia y los límites de las “democracias” liberales

Es notable la deriva xenófoba y autoritaria de los regímenes políticos europeos, desde los ataques a la libertad de expresión, a la libertad sindical o política, hasta la persecución y ataques contra las personas migrantes.

Los derechos más básicos de las personas cada vez parecen más frágiles en esta Europa del capital. Las políticas neoliberales de recortes sociales, de precarización de las condiciones laborales y de pérdida de calidad de vida de la clase trabajadora y de otros sectores populares para mantener los beneficios de las grandes empresas capitalistas, están reforzando e incentivando los discursos y las políticas racistas. El hedor de la xenofobia se extiende por Europa.

El aumento de las tendencias políticas xenófobas e incluso fascistizantes ha crecido al calor de la degradación de las democracias liberales como “la mejor envoltura de la dictadura del capital”. Este no es un fenómeno nuevo. En los contextos de crisis sociales o auge de la lucha de clases, el capital se ha sentido muy cómodo con las políticas xenófobas, hasta el punto de posicionarse con regímenes fascistas cuando su temor ante la revolución lo han precisado.

Aún no estamos ante un escenario de ese tipo, pero no podemos caer en la ingenuidad de ver estas democracias burguesas como antagónicas de los regímenes fascistas. Ambas son, a fin de cuentas, formas de la dictadura del capital.

Ante los gestos vacíos de los sectores “progresistas” de la Europa del capital, sólo el desarrollo de una izquierda revolucionaria, internacionalista y de la lucha de clases puede plantear una alternativa política real al avance de la xenofobia.