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Red Internacional
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DIMISIÓN DE MÀXIM HUERTA. Màxim Huerta y la cultura del fraude de la clase dominante

El periodista se convierte en el ministro más breve de la historia reciente. El fraude cometido por el ya ex ministro entre 2006-2008 ha sido el primer golpe al gobierno de Sánchez.

Ivan Vela @Ivan_Borvba

Miércoles 13 de junio de 2018

Foto: EFE / Rodrigo Jiménez

Màxim Huerta, el periodista que alcanzó hace apenas unos días el ministerio de Cultura y Deporte, ha dimitido este miércoles por la tarde debido a la noticia de fraude sacada a la luz por el diario El Confidencial.

El ya exministro defraudó 276.778 de euros al fisco entre 2006 y 2008 y se investigó a raíz de una modificación de ley realizada por el exministro de hacienda Cristóbal Montoro en 2012. La técnica utilizada por Huerta es bien conocida por todos y responde sencilla y llanamente a crear una Sociedad Limitada de modo que no tributa por el IRPF y aparece como mero trabajador de la misma. ¿Salen las cuentas, no?

Según recoge el mismo medio que se hizo eco de este fraude, la sociedad Almaximo Profesionales de la Imagen SL, la Sociedad Limitada creada por el exministro en 2006, facturó en 2006 207.920 euros, pero él, como único empleado, “tan solo” cobró 44.000 euros, lo que deja una retención de 6.000 euros.

Es decir, Màxim Huerta, tal y como apuntó la sentencia, “ha creado, participa, administra y controla” la empresa, y por ende, es el único beneficiario de los beneficios de esta. Si atendemos a esto, los beneficios netos de Huerta, una vez restada las deducciones, fueron de 160.833 euros, es decir, cuatro veces que su sueldo oficial y por el que tributó el IRPF.

Con esta historia, el exministro de Cultura (más que de Deporte), se ha presentado ante los medios para hacer pública la dimisión que instantes antes hacía de forma privada a Pedro Sánchez.

La defensa ante los medios de Huerta ha sido, por un lado, asegurar que se encuentra con los pagos en orden frente a Hacienda, y por otro lado, que todo este “ruido” es auspiciado por aquellos que buscan desestabilizar el gobierno de Sánchez, algo que “no iba a permitir”.

Qué duda cabe que la derecha y las cloacas mediáticas están ávidas de cualquier resquicio que puedan encontrar para empezar a minar la imagen del Gobierno de Sánchez. Que los grandes medios de comunicación son una herramienta más dentro de la usual guerra sucia entre los diferentes partidos políticos burgueses, o incluso entre alas internas de los mismos, es algo bien conocido por todos.

Ahora bien, el hecho de defenderse bajo el argumento de que su delito ha sido producto de “una caza de brujas” iniciada por Montoro en 2012, no es cierto. La creación de empresas ficticias con el objetivo de pagar menos impuestos era delito antes y después del 2006.

La cultura del fraude

Con el objetivo de seguir sumando argumentos a su defensa, el exministro ha asegurado que “aconsejado por su gabinete fiscal” realizó dicha ingeniería, algo qué, según también el propio exministro era una práctica común entre “artistas, profesionales liberales o arquitectos”.

En la búsqueda de encontrar argumentos para su defensa, Huerta lo que ha hecho es exponer de forma clara y simple la cultura del fraude que existe en este país entre aquellos que hacen dinero en el mundo del espectáculo y del ocio, así como entre empresarios, banqueros y la clase política a su servicio.

Mientras los trabajadores y trabajadoras soportamos la mayor carga tributaria pagando de forma obligada y precisa mensualmente nuestro aporte a las arcas del Estado, que a su vez se dedica a gestionar los negocios privados de una minoría las rentas del capital apenas tributan mientras que el sistema impositivo es inexistente para las grandes fortunas.

Eso, junto a la proliferación de paraísos fiscales, las sicav y la sofisticada ingeniería tributaria reducen aún más sus aportes. Entre los que utilizan estos recursos existe un elenco de artistas, famosos de medio pelo, deportistas y de más protagonistas del mundo de la farándula, que buscan todo tipo de ingeniería para pagar menos impuestos de los que Màxim Huerta es un claro exponente.