El sábado pasado se transmitió una de las peleas más difundidas y promocionadas en la historia del boxeo mundial. Sin embargo a pesar de todo el despliegue realizado la sensación general fue de gusto a poco. Analizamos en La Izquierda Diario las razones de esto.
Martes 5 de mayo de 2015
El combate que prometía ser una lucha de titanes luego de 5 años de tires y aflojes terminó siendo un show monótono y sin chispa que dejó como único campeón indiscutible al lucrativo negocio, que superó los 400 millones de dólares, pero que no tuvo grandeza.
Mayweather entro y salió del Ring con la misma línea estratégica: desplazarse rápido y ligero, con unas piernas evasivas que ya se las comparan con las de Ray Robinson, Sugar Ray Leonard y Mohamed Ali. No pegó mucho, sólo lo justo y necesario para que los jueces lo vean. Pudo dar más y no lo hizo, se notó y eso influyó en la valuación de la pelea. Mayweather se dio cuenta de que si no pelea, no pierde sobre el ring, pero sí gana en las tarjetas. Sin mencionar que en una actividad como ésta los elementos del espectáculo prevalecen por sobre los deportivos.
Pacquiao estuvo ausente en toda la pelea, su falta de iniciativa y energía fueron lo que más se notó en el combate. Buscó cerrar a su rival contra las cuerdas y sólo una vez lo logró en el cuarto round. Desde ese punto de vista perdió. Quizá en las elecciones para presidente de Filipinas le vaya mejor.
Ya se descarta la revancha y Mayweather confirmó que haría una pelea más para luego retirarse en Septiembre.