El punto de reunión más importante de Cancún fue mudo testigo de un escuálido mitin del candidato priista. Hasta la bandera del asta principal de la ciudad estuvo ausente y tuvieron que improvisar con una más pequeña mientras traían la grande.
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Raúl Dosta @raul_dosta
Sábado 20 de enero de 2018
Fue un mitin desangelado que tuvieron que retrasarlo un rato en lo que llegaba un grupo de acarreados. Al final, apenas se congregó medio centenar de expectadores frente a Meade y los integrantes de su equipo quienes se apresuraron a declarar que de lo que se trataba era de hacer una declaración ante los medios de comunicación.
Sin embargo, los reflectores mediáticos a nivel nacional que lo siguen en su periplo electoral tuvieron que preguntarse ¿y dónde quedó la gente? Y así dar cuenta de ello en sus publicaciones.
Pero ojo que dichos medios de comunicación habían sido cercados de manera que no pudieran abordar al candidato, quien no tenía contemplado contestar preguntas incómodas en el territorio del hoy presidiario Roberto Borge, ayer flamante traficante de lotes y propiedades inmobiliarias con recursos de su gobierno. Así que las notas periodísticas también salieron escuálidas como el dichoso mitin proselitista.
Y tenía que ser así, porque su flamante equipo de campaña había aconsejado que el discurso más pertinente en su gira por Quintana Roo sería hablar de aquellos funcionarios corruptos que tanto abundan en el partido que lo abandera y que en el sexenio de Enrique Peña Nieto florecieron como hongos tras la lluvia, en primer lugar los exgobernadores Javier Duarte, César Duarte, Rodrigo Medina, Roberto Sandoval y los hermanos Moreira, de Veracruz, Chihuahua, Nuevo León Nayarit y Coahuila, respectivamente y los que resulten en esa larga lista de lo que Peña Nieto se enorgullecía de ejemplificar como el “nuevo PRI”.
El discurso infame
¿Sería por el contenido de dicho discurso que no estuvieron presentes en dicho acto los ediles municipales y otros funcionarios estatales? Estos, por cierto, lo esperaban para más tarde en un céntrico hotel para una reunión más cálida, donde la figura local más descollante fue el exgobernador Félix González Canto, ¡el padrino político de Roberto Borge! Ver para creer. Y es que la novedosa propuesta electoral que enarboló el candidato Meade fue que se castigue a los desfalcadores del erario público con la confiscación de sus propiedades incluyendo las de terceros involucrados ya sea socios o prestanombres.
Pero, ¿qué necesidad hay de patear el pesebre? Porque el modus operandi histórico de las huestes priistas ha sido el “no quiere que me den sino que me pongan donde hay”. Al parecer, el enorme desprestigio de los gobernadores del “nuevo PRI” y la consecuente caída de popularidad del partido puede reflejarse en las votaciones de julio 2018, por lo que es necesario para el candidato del tricolor pisar territorios agrestes para recuperar algo de la credibilidad perdida aunque no sea más que haciendo propuestas que de ninguna manera estarán dispuestos a cumplir una vez logrado el objetivo de mantenerse en el poder.
Por la tarde, se realizó lo que se planeó como el mitin principal, en un pequeño estadio al que previamente le destruyeron las canchas de básquet para recibir a las masas quintanarroenses. Pero los contingentes de acarreados traídos por la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, la Confederación Regional Obrero Campesina y la Red de Jóvenes por México, no juntaron más de 1,500 personas. La Confederación de Trabajadores de México y la Confederación Nacional Campesina, pasaron casi desapercibidas entre los sectores priistas. El acto no duró mucho, según Noticaribe y La Jornada Maya, a los siete minutos del discurso de Meade la gente comenzó a retirarse, vaciándose el estadio prematuramente. Es que los habían hecho esperar 4 horas, no hay que ser.
¿Será que la campaña está tocando fondo? En realidad, sería bastante coherente comenzar por los lugares más difíciles para después ir levantando mayores audiencias al transitar por los estados donde tienen mejor desempeño sus huestes de caciques y operadores políticos haciendo olvidar los tropiezos del comienzo. Pero, ¿y si no es así? Ya el jueves pasado ocurrió un escenario imprevisto cuando a Mr. Meade se le ocurrió caminar algunas cuadras del centro de la ciudad de México y recibió rechiflas, abucheos e insultos espontáneos de los vecinos que lo identificaron e incluso le gritaron ¡AMLO, AMLO! Habrá que esperar un poco para ver el derrotero de este candidato gélido y su enorme ejército de colaboradores.