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Red Internacional
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Reforma Educativa. ¿Mejorar la educación? La reforma educativa y sus verdaderos fines

El discurso gubernamental de la Reforma Educativa presume ser “para mejorar la calidad en la educación”, sin embargo, ¿cómo puede ocurrir esto a través de violentar los derechos de los trabajadores de la educación, satanizando al magisterio, reprimiendo y asesinando estudiantes?

Maestra Yeye Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase

Sábado 7 de noviembre de 2015

La reforma educativa está afectando a miles de trabajadores, a los jóvenes estudiantes y a la sociedad en general. El descontento se ha demostrado en toda la república mexicana porque los docentes que vivimos día a día en las aulas vemos que la reforma no es para mejorar la educación, pues no presenta ninguna innovación pedagógica.

En los hechos se centra en procesos burocráticos para asfixiar la educación pública, transgrede los derechos laborales de los docentes y ante tanto quehacer administrativo deja de lado las verdaderas necesidades educativas de nuestra sociedad, concentrándose en las necesidades de los grandes empresarios de tener mano de obra barata, dócil a sus mandatos, altamente productiva y calificada.

La visión que ofrece el gobierno es que los maestros no queremos ser evaluados, manejan dobles discursos para ocultar que detrás de ésta, y las demás reformas estructurales, está satisfacer a las necesidades de los grandes capitales.

Ponen al docente como el responsable de las deficiencias en la educación, implementando un mecanismo (el examen de la Ley del Servicio Profesional Docente –LSPD-) que no resuelve las deficiencias educativas y, peor aún, no tiene ningún fundamento pedagógico para calificar a los maestros como “idóneos” o “no idóneos”, para resolver algo que va más allá de una reforma.

Las reales condiciones de la escuela pública

Los problemas de la educación se originan desde que el Estado niega los medios para garantizarla. Por una parte se debe tomar en cuenta que los jóvenes que asisten a las escuelas públicas pertenecen en su mayoría al sector de familias que sobreviven con salarios precarizados, con acceso limitado o sin acceso a la cultura y a actividades recreativas, y que a veces se ven obligados a trabajar y estudiar al mismo tiempo, o carecen de alimento suficiente para asegurar su máximo aprovechamiento escolar.

Por otra parte están las pésimas condiciones de las escuelas, hacinamiento en las aulas, cero inversión a la infraestructura, la dinámica de la evaluación escolar que satura de trabajo administrativo a los docentes, la desvinculación de los planes y programas con la realidad.

La evaluación de la reforma educativa que la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE) están implementado deja fuera todo esto, y pretenden que se puede resolver el problema de la educación a partir de un examen estandarizado y de opción múltiple que no mide las reales capacidades de un profesor.

A través de la Ley del Servicio Profesional Docente el gobierno pretende clasificar a los maestros en “idóneos” y “no idóneos” a partir de un examen y una serie de requisitos administrativos que no tienen nada que ver con lo que realmente se viven en las aulas.

En algunas estructuras educativas se han ofrecido cursos con el fin de prepararte para dicho examen bajo el discurso de que “los buenos profesores tienen que actualizarse y tomar cursos para mejorar su calidad”. Sin embargo, a lo que llaman calidad o mejora educativa es a resolver preguntas que lejos de medir las capacidades intelectuales del docente se basan en estudios de caso que no tienen una respuesta correcta definitiva, pues está por demás decir que todos los contextos escolares son diversos, empezando porque el método que yo como docente utilizo para jóvenes de secundaria no es el mismo que aplicaría para un grupo de alumnos de primaria.

Como docente que recién ingresó a la SEP bajo esta LSPD, mis directivos me enviaron a un curso que ofreció la Dirección General de Escuelas Secundarias Técnicas, donde a pesar de que los profesores que impartieron el curso proporcionaban toda la bibliografía en la que se supone que se sustenta dicho examen, al final resolvían aconsejarnos que las respuestas correctas del examen son “las que la SEP quiere escuchar”; o sea, “el deber ser” y no lo que uno como docente necesita realmente en el aula para resolver una situación.
La justificación es que el llamado “deber ser” se sustenta en una bibliografía obsoleta que está totalmente desvinculada de la realidad.

En las aulas los profesores vivimos jornadas de trabajo excesivo y no sólo hay que dar la clase, hay que generar ambientes de aprendizaje, hay que evaluar, hay que preparar informes, entregar estadísticas, preparar el curso, etc. etc. Todo lo que la teoría pedagógica dice se queda en los libros.

Todas estas verdades que los maestros conocemos por tener que padecerlas a diario y que el gobierno junto a los ejecutores de la reforma y sus medios de comunicación intentan acallar, son las razones que, junto con muchas otras injusticias en nuestra educación pública, demuestran por qué los maestros de México estamos en contra de la reforma educativa y peleamos por impedir su implementación.

Unidad contra la destrucción de la educación pública

Como joven maestra de la educación pública creo que debemos unirnos todos los que queremos enfrentar estos planes de destrucción de la educación y de nuestra profesión, que no podemos mantenernos divididos con medidas aisladas que más que fortalecernos nos debilitan.

Por ello decidí organizarme junto a otros maestros en la agrupación magisterial Nuestra Clase, ya que fue el único lugar que encontré que pensaban como yo, que debemos unirnos todos pues será la única forma de frenarlos.

Desde allí, proponemos impulsar asambleas o reuniones en todos los centros de trabajo, que sean lo más amplias posibles para discutir democráticamente y decidir desde las bases cómo echar abajo esta reforma que implica el ataque a nuestros derechos laborales y a la educación de nuestros niños. Para ello, creemos que hace falta un gran Encuentro Nacional de Trabajadores de la Educación que, desde una perspectiva de clase e independiente de las instituciones del régimen, nos permita acordar una plataforma de lucha y un verdadero plan de acción unificado para ir construyendo un paro nacional de todo el sector educativo, que llame a todos los demás sectores que están siendo atacados con los planes anti-obreros del gobierno y los partidos patronales, a convertir nuestro paro en una gran huelga general política para acabar con ellos.

En lo inmediato, frente a la brutal represión del gobierno en contra del magisterio en lucha contra la evaluación punitiva y la reforma educativa, consideramos urgente que los acuerdos y acercamientos entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y los sindicatos que se reclaman opositores como los agrupados en la Unión Nacional de Trabajadores y la Nueva Central de Trabajadores, se traduzcan en grandes movilizaciones y paros en solidaridad, exigiendo en primer lugar la libertad inmediata e incondicional de los cuatro maestros de Oaxaca presos por luchar.