Falleció hoy en un centro asistencial de la capital mendocina. Había sido delegado metalúrgico durante la última dictadura y cofundador de la Junta Promotora Malargüe de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos
Jueves 8 de marzo de 2018 17:31
Foto: gentileza semanario Sin Pelos en la Lengua
Barahona, fue obrero y delegado metalúrgico durante la última dictadura militar. Delatado por la burocracia de la Unión Obrera Metalúrgica, fue capturado el 28 de abril de 1976, en Industrias Siderúrgicas Grassi, trasladado a la Comisaría 24 de Malargüe, para posteriormente ser salvajemente torturado en el centro clandestino de detención que funcionara en el palacio municipal de la ciudad de San Rafael y en los Tribunales Federales de aquel departamento.
Idéntica suerte corrió luego de su traslado a Unidad 9 de la ciudad de La Plata, lugar donde fuera conducido luego de un abreve estadía en la ciudad de Mendoza. Ya “blanqueado” bajo la jurisdicción del Poder Ejecutivo Nacional obtuvo la libertad el 20 de julio de 1977.
Con el retorno de la democracia, cuando se desarrollaban los primeros juicios por delitos de lesa humanidad en San Rafael, que se iniciaron en julio de 2010, Luis Barahona se constituyó en único malargüino querellante y testigo en la causa que juzgó cinco efectivos de las fuerzas de seguridad.
Al respecto, Miriam Zambrini, destacada luchadora por los Derechos Humanos y militante del PTS señaló: “El testimonio de Luis Barahona fue emblemático para el sur mendocino. Él decía que le habían robado hasta las cucharitas y conocía a los efectivos que lo habían sacado de su casa. Como trabajador humilde que era, brindó un testimonio importantísimo para lograr justicia. Fueron cuatro causas y cuatro cadenas perpetuas. La comunidad necesitaba una sentencia y eso consolidó un antes y un después en el sur mendocino: todo lo que se suponía que acá no sucedía, quedó demostrado”.
Cofundador en 2014 de la Junta Promotora Malargüe de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Luis dejó de existir hoy en un centro asistencial de la capital mendocina. Su partida física vigoriza el reclamo de verdad y justicia, demostrando que el juicio y el castigo a los genocidas y sus cómplices civiles es una realidad alcanzable.