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Red Internacional
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Teatro. “Menea para mí”, una obra sobre ser joven y vivir en la pobreza

Amor, drogas, cárcel, familia, fé, amigos, muerte, sueños. Mariana Bustinza, directora y autora nos cuenta a través de la obra su experiencia de vivir en Fuerte Apache.

Natalia Rizzo

Natalia Rizzo @rizzotada

Sábado 20 de junio de 2015

  • Fernando Lendoiro Ph
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Fotografías: Fernando Lendoiro

Menea para mí nos invita a sumergirnos en la realidad de un barrio muy pobre. Allí donde a veces pareciera no haber otras alternativas posibles que no sean caer en excesos que pongan en riesgo la vida, el trabajo ultra precario, el hambre o hasta robar o vender drogas para poder subsistir. Además nos invita a pensar constantemente en el discurso que opera en el sentido común sobre la inseguridad que conlleva a agudizar la criminalización de la pobreza.

El escenario central de la obra transcurre entre el Fuerte Apache y la bailanta, donde diez jóvenes amigos y vecinos del barrio, hinchas de Huracán, nos muestran una porción de sus vidas. El lugar donde nacieron, sus familias, sus condiciones de vida, los hicieron crecer en una realidad donde intentan a través del amor y la amistad resistir a lo que la directora de la obra nos presenta como un futuro fácilmente predecible y muy difícil de cambiar. Aparecen la adicción al paco, la venta de drogas, la cárcel, la cumbia, el hambre, el amor, el desamor y la desidia de todos aquellos que prefieren no mirar esa realidad, como si no ver “desapareciera” la realidad.
Pero vemos en esta obra un mirada particular de su autora y directora Mariana Bustinza: una mirada desde adentro. “Cumbi”, como Mariana es apodada, se enamoró de un pibe de Fuerte Apache y empezó a salir con él.

“En mi adolescencia me hice hincha de Huracán y amiga de la barra brava, iba al comedor comunitario todos los sábados, religiosamente iba los fines de semana a Meteoro bailable, lloraba por Daniel Agostini. La cumbia se convirtió en una realidad inevitable, imposible de eludir, la amaba y sin darme cuenta era parte esencial de mi vida. Yo sé lo que es ver gente caer por un tiro, el gusto de la comida vencida, vivir sin gas en invierno, la procesión por el barrio cuando alguien muere, el miedo a morir, luquear plata para entrar al baile, cagarse a trompadas, una invasión de bichos colorados y dormir sobre ellos, vivir con piojos continuamente, el olor a humo en la ropa, ir en cana, pelear con la policía, sentir que no tenés nada. Y fui transformando todo eso en ficción, hasta crear esta historia de amor y un protagonista masculino: ‘El Masi’.”

Así empezó la idea de la obra que es muy dinámica, como una especie de musical cumbiero. Mariana se fue imaginando la puesta mientras cursaba su carrera de danza teatro en el IUNA y cuenta que se fue gestando paso a paso.

“Como tenía muy claro que quería que fuera una obra que tenga danza, teatro y música, lo convoqué a Facundo Salas (músico) y nos pusimos a componer los temas originales para tenerlos listos. Queríamos que canten en vivo. Cuando terminé de escribirla hice un casting de bailarines, actores y cantantes, porque necesitaba que haya un poco de todo. Y una vez que tuve armado el elenco, arrancamos con los ensayos. Fue un proceso de ocho meses, en los cuales ensayábamos dos veces por semana.

Entrevistamos chicos de distintos barrios para poder conocer su visión. Vino Tomas Cutler, profesor de teatro de la Villa La Cava, a contarnos su experiencia.

Me contacté con Germán Matías, un pibe de un barrio bajo y le propuse que haga un prólogo en vivo. Venía a los ensayos y nos mostraba su mundo desde adentro, nos acercaba a sus sensaciones, sus experiencias. Finalmente se convirtió en parte del elenco, así que ahora no solo hace el prólogo sino también es un personaje de la obra, lanzándose así, como actor.

A medida que pasaban los ensayos íbamos trabajando con el escenógrafo, Agustín Adesso, cómo sería la escenografía que tendría Menea. Queríamos que fuera de alguna manera simbólica.

Siempre traté de transmitir todas mis vivencias y sensaciones, para que los actores y las actrices pudieran apropiarse de ellas. Utilizo el lenguaje de la danza, el teatro y la cumbia, escapando un poco así del realismo, pero esto es real, esto sucede.”

La obra muestra la realidad que viven los compañeros y compañeras que viven en esas condiciones de máxima opresión que les impone día a día el sistema y muestra además la desidia que hay en la sociedad y de parte de los gobiernos de turno... Como si vos quisieras decir “Ahí están ellos, ¿no los ven? ¿Les parece justo que un ser humano viva en esas condiciones de miseria?”

MB: Sí, es así, la obra se para desde el lugar de la comprensión, intenta que vos puedas entender por qué la gente llega a ciertos lugares, y también no estigmatizar que es lo más importante, o sea cuando Maxi roba, ya vos lo entendés y no podés juzgarlo, porque el pensamiento ahí es: y claro no hay muchos caminos, ¿qué otra le queda?

¿No creés que además en las villas hay muchos trabajadores y trabajadoras, que si bien esas condiciones de vida no dejan muchos caminos para el cambio, hay quienes trabajan en interminables jornadas laborales, muchos precarizados en las condiciones más paupérrimas de explotación y que frente a la adversa realidad que se les presenta, igual siguen resistiendo y trabajando para llevar el pan a su casa todos los días y que muchos se organizan para conquistar sus derechos?

MB: Sí, con respecto a los trabajadores que van y laburan como sea, creo que hay gente que logra resistir a la desigualdad de una manera que yo realmente valoro mucho, pero realmente tenés que tener una fuerza interior y no sé algo que no te permita caer en el delito que realmente es muy difícil. Los trabajadores oprimidos tienen ese superpoder­­­­.

¿Qué opinás de la urbanización de las villas?

MB: Yo creo es que si eso ayuda a mejorar la calidad de vida esta bien, hay muchos barrios bajos que no son villas que están olvidados y nadie cuida y eso hace que la gente se sienta aún más sumergida: si vos vivís entre la suciedad, la basura, todo roto, que sé yo... seguramente no te haga sentir cosas lindas. No digo que con eso se soluciona la pobreza, pero por lo menos algo debería ayudar. Yo realmente no puedo creer que Palermo y otros barrios sean tan lindos y me voy a Pompeya o Soldati y está todo hecho mierda... y esto hablando de capital, ni hablar del conurbano, las diferencias son terribles.


Menea para mí
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Valentín Gómez 3378


Natalia Rizzo

Artista Visual, nacida en 1980, oriunda de Villa Luro. Es profesora Nacional de Bellas Artes y realizó la Maestría en Artes Electrónicas de la UNTREF. Miembro de Contraimagen y del equipo de diseño e ilustración de Ideas de Izquierda.

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