La historia de las organizaciones revolucionarias no puede explicarse sin aquellos hombres y mujeres que dedicaron parte de su vida a la lucha por el socialismo. La compañera Mercedes Rodríguez Gómez fue una de esas mujeres.
Miércoles 14 de octubre de 2020
Nacida en el seno de una familia muy humilde, desde muy chica trabajó desde el aseo en casas particulares, hasta en un taller donde se manejaban productos químicos. Allí adquirió una infección pulmonar que la hizo alérgica a todo tipo de humo. Éste fue su primer contacto con la sobre explotación, y que fue moldeando su carácter rebelde en ese odio de clase que la caracterizaba.
Ya de joven, mientras realizaba diferentes trabajos, se metió a estudiar enfermería en la ENEO (Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM). En sus prácticas como estudiante, cuando la asignaron al tristemente célebre “Palacio de Lecumberri” (la Penitenciaría donde el régimen del PRI encerraba y asesinaba a sus oponentes políticos), conoció a parte de la juventud que se decidió por la vía armada después de la matanza de Tlatelolco en 1968. Allí, además de curar las heridas producto de las torturas a que eran sometidos esos jóvenes, arriesgadamente sacaba mensajes personales para los familiares de esos luchadores sociales. Esos hechos fortalecieron sus ideales antigobierno, y antisistema.
Al morir su padre (de oficio plomero), Mercedes con apenas 22 años de edad se hizo cargo de su numerosa familia y trabajó en el IMSS y el Hospital de la Mujer al mismo tiempo.
Aparte de ser una profesionista muy capacitada y sensible en su trabajo, Meche primero individualmente, y después organizándose con otras compañeras en los servicios que laboró, se organizó contra los abusos de las autoridades y la mala administración que repercutía negativamente en los pacientes y que afectaba también los derechos laborales del personal médico.
Su clasismo en el Sindicato Nacional de los trabajadores de la Secretaría de Salubridad y Asistencia
A través de su compañera Adela Ward (que había sido secretaria general de la sección 54 del sindicato de Salubridad), se integró a una planilla democrática que contendió contra la corriente que representaba a la patronal y la burocracia sindical.
Y aunque no lograron desplazar a esa dirección entreguista (lo cual sentó las bases para la progresiva privatización de ese hospital que atendía a la población de escasos recursos de varias partes del país), la compañera Mercedes fue siempre férrea opositora a esta burocracia del sindicato nacional que dirigía el charro priísta Joel Ayala, y que hace años está al frente de la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado (FTSE), siendo hoy día colaborador del gobierno de la Cuarta Transformación. Fue entonces cuando “Meche” se acercó al trotskismo.
Posteriormente fue parte del grupo de militantes que rompimos con el POS (en ese entonces la sección mexicana de la Liga Internacional de los Trabajadores), debido a la orientación semi-populista de esta organización.
La generación de militantes que vivieron la experiencia de la huelga estudiantil en la UNAM de 1999-2000, la conocieron y supieron el rol importante que desempeñó como parte de los “viejos” de la LTS.
Su lucha en IMSS
Mercedes no solamente luchaba por democratizar la sección sindical del Hospital de la Mujer y el Hospital General de Zona “Los Venados” del IMS, era también parte de la oposición a la administración y al charrismo sindical que cada congreso sindical licuaba el Contrato Colectivo de Trabajo, restando importantes prestaciones a los y las trabajadoras. En su turno de velada, alentaba la creación de una corriente democrática que enfrentara a la planilla
oficial.
Cuando fue la lucha contra la reforma a la Ley del Seguro Social, varias veces junto con sus compañeras y compañeros bloqueó el cruce de calles, afuera del Hospital Los Venados.
También intentó realizar un frente único de corrientes opositoras al sindicato nacional, pero supo delimitarse de algunas corrientes que querían aprovechar la coyuntura para fortalecer al “opositor” PRD en el sindicato. Con el tiempo algunos de ellos mostraron el cobre buscando una candidatura por el sol Azteca. El olfato clasista de “Meche” salía a relucir en el momento preciso.
Después, cuando el PRI-gobierno y los partidos del Congreso se proponían imponer una nueva reforma al IMSS, Mercedes fue parte activa en la oposición a ésta reaccionaria Ley que afectaba gravemente los derechos de las y los trabajadores del Instituto.
Fue una etapa de fuerte represión contra la oposición a la burocracia sindical que, valiéndose de los reaccionarios estatutos sindicales sancionaba a miles de trabajadorxs, dejándolos sin derechos.
En ese contexto de inconformidad de agitación en las bases, la compañera “Meche”, junto con Mónica Ceja, ambas militantes de la Liga de los Trabajadores (LTS), sección mexicana de la corriente internacional Fracción Trotskista) fueron electas como delegadas al Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social.
Mientras las compañeras daban la pelea en ese congreso amañado donde la oposición era amenazada por el grupo de choque al servicio de la dirección nacional, las demás organizaciones democráticas y de izquierda tomamos la importante avenida Tlalpan a la altura del Metro general Anaya, en apoyo a la lucha que las compañeras presentaban en ese congreso. Y a pesar de estar en minoría y en medio de agresiones, esta delegadas trotskistas pelearon hasta donde las fuerzas se los permitió.
Ya en la madrugada y después ser derrotadas por la inmensa mayoría entreguista, salieron con la frente en alto, dolidas, pero sabiendo que pelearon mostrando su gran carácter clasista.
En los últimos años “Meche” participó de manera activa en el Frente Nacional en Defensa de la Energía Eléctrica que convocó el Sindicato Mexicano de Electricistas. Pero €s necesario decir que asistía a esa reuniones en la mañanas, después de tres veladas consecutivas en los dos hospitales.
Lamentablemente, la vida agitada y el escaso reposo que tuvo (en medio de la crianza de una niña y un niño), fueron minando su salud, por lo que empezó a participar con menos intensidad que la acostumbrada.
Esta semblanza de nuestra camarada -a 9 años de su partida- debe servir para valorar el esfuerzo que hombres y mujeres desempeñaron en un momento de su vida en la construcción de un partido revolucionario que busca socavar el orden establecido y edificar una nueva sociedad sin explotadxs y oprimidxs.