La respuesta de las autoridades y el gobierno frente a una crisis que atraviesa a la universidad. Los límites de la “cultura del esfuerzo” cuando se vive una realidad que no ofrece las mismas oportunidades a todos.
Lunes 18 de julio de 2016
En la facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, como venimos denunciando en La Izquierda Diario, solo el 2 % de 3300 ingresantes aprobaron el primer año de Medicina. Según la decana de la misma facultad esto se debe a la "mala preparación del secundario" y a la "falta de motor que tienen los alumnos, porque ahora depende mucho más de ellos cursar y aprender".
Los estudiantes cursan cada 15 días, en comisiones superpobladas y rinden exámenes preparados de forma totalmente antipedagógica. Entonces, ¿falta de mérito de los alumnos? o ¿cambiemos ingreso eliminatorio por filtros en el primer año que dejan afuera a la misma cantidad de ingresantes?
Las autoridades de la facultad, así como el ministro de Educación, según recientes declaraciones, responsabilizan a la educación secundaria, la misma que tiene docentes que cobran salarios de miserias y que tienen que trabajar dobles turnos para llegar a fin de mes, la misma a la que se le caen los techos por falta de presupuesto. Entonces, ¿cuestión de ajustar la tuerca en los secundarios? o ¿concepción bien PRO de la educación? Cambiemos inversión en la educación pública por subsidios a McDonalds.
Todo esto es producto de una orientación meritocrática de la Universidad, y en particular de la gestión de Medicina en la UNLP. El concepto “triunfa el que más se esfuerza” o “puede el que quiere” desprecia la realidad de que las oportunidades no son iguales para todos. Este modelo de facultad para pocos no solo se agudiza y se envalentona con el PRO en el poder y con el aval de declaraciones como las de Bullrich, sino que viene de larga data, como con declaraciones bajo el kirchnerismo del ex Decano diciendo que “los hijos de zapateros no pueden ser médicos”.
La realidad de hoy en día para los miles de estudiantes que eligieron estudiar Medicina, es que se vuelve prácticamente imposible pasar los exámenes sin dedicarle el cien por ciento a la facultad, sin pagar los cursos de los institutos privados que te preparan para rendir. Se vuelve muy complicado seguir en carrera para todos aquellos que aparte de estudiar tienen que trabajar, o tienen familia o cualquier otra actividad.
Por eso es legítimo el reclamo de los estudiantes de un nuevo recuperatorio y mejoras en los métodos de evaluación y cursadas. Ante los bochazos masivos, los estudiantes de medicina se organizan, para enfrentar las políticas de ajuste de este gobierno y su modelo meritócrata de educación, para que nadie les diga qué les corresponde estudiar según el “mérito” que hagan.