Los liberales rompieron las negociaciones y el presidente alemán llamó a los partidos a la “reflexión y asumir la responsabilidad por Alemania” ante una situación inédita
Lunes 20 de noviembre de 2017
Ángela Merkel, que gobierna desde 2005, ve peligrar su cuarto mandato y aparece el temor a la inestabilidad política en la primera potencia económica de Europa.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, salió a pedir a todos los partidos con representación parlamentaria "disposición al diálogo para hacer posible la formación de gobierno en un futuro cercano".
Las negociaciones que encabezaba la propia Merkel, líder del partido conservador CDU (y su ala bávara CSU), estaban encaminadas a lograr una coalición con el partido liberal FDP y los Verdes (que de ecologistas no tienen un pelo), ya que tras las históricas elecciones del 24 de septiembre los socialistas de SPD habían rechazado reeditar la “gran coalición” que gobernó en 2005-2009 y desde 2013.
El 24 de septiembre los socialistas sufrieron su peor elección desde 1949 con un 20% de los sufragios, lo que fue interpretado por su líder Martin Schulz como un “mandato” del electorado para salir de la coalición con Merkel y pasar a la oposición.
Pero el centenario partido socialdemócrata no fue el único perjudicado. Merkel ganó con el 33% pero perdiendo más de 8 puntos respecto a 2013 y siendo también su peor elección desde el ’49. Los beneficiarios fueron los partidos chicos, en primer lugar la ultraderecha xenófoba de Alternativa por Alemania con más del 12% y los liberales, los verdes y la izquierda reformista de Die Linke con un 10% cada uno.
Así las cosas, la canciller estaba obligada a negociar con liberales y verdes (ya que los extremos no eran una opción). Pero cinco semanas de reuniones no pudieron cerrar las brechas en temas clave como inmigración o política tributaria. "Es mejor no que gobernar mal", dijo Christian Lindner, líder del FDP, ante las cámaras de televisión.
Ahora Merkel ha quedado frente a uno de los peores momentos desde su ascenso al poder doce años atrás. Pero este escenario de crisis excede ampliamente las fronteras alemanas por el peso específico que tiene este país en Europa, lo que llevó al presidente Steinmeier a instar a la "reflexión" en la conferencia de prensa que ofreció este lunes tras reunirse con Merkel.
El presidente señaló que en este momento en Alemania y en todo Europa “muchos se preguntan si las agrupaciones políticas asumirán su responsabilidad de trabajar para que Alemania tenga un Gobierno estable”. Steinmeier también recordó que la situación no se había presentado nunca en los 70 años de historia de la República Federal de Alemania.
Ahora el manejo de la situación queda en manos del presidente que básicamente tiene tres posibilidades y pareciera que todas son malas:
1) Intentar que el SPD vuelva a sentarse a la mesa de negociaciones, una opción muy lejana y de alto costo político después de los históricos resultados del 24 de septiembre. También podría intentarlo con el FDP aunque con muy bajas posibilidades después de la ruptura del domingo.
2) El presidente puede proponer de todas maneras al parlamento a Merkel como candidata a la cancillería. Hay tres instancias de votación. En las primeras dos Merkel debería obtener la mayoría absoluta y en la tercera la Constitución permite su elección por mayoría simple, lo que implicaría asumir como un “gobierno en minoría” con escaso apoyo político, algo que nunca ocurrió en la historia moderna de Alemania y que difícilmente acepte encabezar la propia Merkel.
3) Disolver el parlamento y convocar a nuevas elecciones en un máximo de 60 días. Es la opción menos deseada por Steinmeier y CDU/CSU ya que los resultados serían impredecibles, pero quizás la única realista. Los socialistas y liberales dicen que lo prefieren antes que aliarse a Merkel mientras que la extrema derecha presiona por esta opción ya que viene de su mejor elección de la historia habiendo logrado entrar al parlamento como tercera fuerza electoral.
Sea cual sea la “hoja de ruta” para intentar salir de la crisis, lo cierto es que se ha abierto una situación inédita, potencialmente mucho más grave en la gran potencia europea que las que se dieron para formar gobierno en el Estado español o en Grecia.
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