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Red Internacional
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CHOQUE EN METRO DF. Metro de la Ciudad de México: una trampa mortal

En la tarde del 4 de mayo dos formaciones chocaron en la estación Oceanía de la línea 5. El saldo: 12 personas heridas. El día 5, en las maniobras para retirar los trenes, falleció un trabajador. En plena temporada de lluvias, la crisis de la infraestructura del metro estalló.

Bárbara Funes

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3

Miércoles 6 de mayo de 2015

Foto:@Reporte_Indigo

Según declaró a La Jornada el director del Sistema de Transporte Colectivo (STC), Joel Ortega, uno de los trenes no alcanzó a frenar, eso podría ser la causa del accidente, en el marco de que la circulación del metro se vio afectada por las fuertes lluvias y granizo que cayeron en la ciudad de México.

La primera reacción del gobierno capitalino fue enviar a la policía del DF, a la federal y al ejército, para silenciar cualquier posible protesta de los usuarios y de los trabajadores. Ya anunciaron también que citarán a declarar a los dos conductores en el Ministerio Público.

Pero el accidente no se debe a fenómenos climatológicos ni a fallas humanas. Lo cierto es que la infraestructura del Sistema de Transporte Colectivo-Metro está en pésimas condiciones: hay problemas en las vías, en trenes y peor aún, en la zona oriente de la ciudad el terreno no es muy firme y constantemente hay que nivelarlo. Caso contrario, pueden suceder accidentes como el del 4 de mayo pasado.

Están en riesgo día con día 5,200,000 usuarios y los más de 12,400 trabajadores del metro. Apenas hace unos meses, en algunas líneas podían verse unos carteles realizados a mano donde trabajadores denunciaban las malas condiciones del metro. Rápidamente, desaparecieron. Y ahora, hubo un accidente.

El accidente más grave que se registró en el STC fue en la estación Viaducto en 1975, cuando fallecieron 31 personas y otras 70 quedaron heridas al chocar dos trenes.

Los problemas del transporte público no son privativos de México. En Argentina, en febrero pasado se cumplieron tres años de la tragedia de Once, un accidente de tren que sesgó la vida de 52 personas, y se realizó una emotiva conmemoración y exigencia de justicia. En Buenos Aires, el gobierno intenta culpar a los trabajadores, pero lo cierto es que la desidia, la desinversión y la falta de mantenimiento en el ferrocarril son las verdaderas causas. No llamará la atención que el gobierno defeño intente hacer lo mismo acá.

Corrupción y desidia

La construcción de la línea dorada, la línea 12, una de las obras estelares del ex policía y actual jefe de gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, quien fuera candidato externo por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) terminó siendo un gran fiasco. En 2014 se clausuraron 11 de las 20 estaciones –lo que afectó a más de 425,000 usuarios y 6,000 puestos de trabajo- y se denunciaron graves problemas como que el ancho de las vías no correspondía al ancho de los trenes utilizados en esa línea.

Según informa el artículo “La línea 12 del metro: una tragedia anunciada” publicada en el portal de noticias Animal Político, “La línea 12 del Metro fue una obra que se terminó con diez meses de retraso y costó 9 mil 222 millones de pesos extra, más del 50 por ciento del monto original.” Entre las empresas que llevaron a cabo esta obra, que puede considerarse una de las estafas del siglo, se cuentan el Grupo Carso (de Carlos Slim), ICA y Alstom.

El choque en el metro Oceanía muestra los riesgos que enfrentan tanto trabajadores como usuarios del metro en la Ciudad de México.

El principal responsable de esta situación crítica del metro es el gobierno del Distrito Federal, el mismo que impuso un alza de casi 50% en el boleto, con la excusa de que faltaba presupuesto para el mantenimiento.

Mientras golpeó el bolsillo de los usuarios, se profundiza la decadencia del metro de una de las mayores ciudades del mundo.

Son las y los trabajadores del metro quienes mejor conocen los problemas de infraestructura y mantenimiento que es indispensable solucionar para evitar tragedias mayores. Son las y los usuarios quienes conocen los problemas del transporte público y cuáles son sus necesidades. Sólo la labor conjunta de trabajadores y usuarios puede realizar una planificación racional del transporte público que responda a las necesidades sociales y no al lucro del capital.