Esta semana, AMLO declaró la Fase 2. Es urgente enfrentar el COVID 19, con un programa que defienda la salud del pueblo trabajador.

Pablo Oprinari Ciudad de México / @POprinari
Jueves 26 de marzo de 2020 23:38
La pandemia de COVID19 se extiende a nivel internacional. Acelera las tendencias profundas que ya estaban presentes -como se muestra en la actual crisis económica catastrófica- y evidencia la terrible situación que atraviesan los distintos sistemas de salud pública, golpeados por la ofensiva neoliberal de las décadas previas.
En México, la caída de los precios del petróleo y la devaluación del peso mostraron el hundimiento de todas las previsiones alegres del gobierno, que buscaba dar señales de certidumbre a los mercados. La tímida expectativa de un 0,5% de crecimiento económico para el 2020, dejó su lugar a una retracción anunciada de un 4%. Como resultado de esto, la calificadora S&P bajó la calificación del país a “BBB”.
Se evidencia que el sistema de salud pública, que enfrentó un verdadero desmantelamiento bajo los gobiernos neoliberales panistas y priistas -lo cual no ha sido revertido por la presente administración-, no podrán pasar la prueba que significa esta crisis. Faltan hospitales especializados, camas y la protección elemental para los trabajadores del sector, además de respiradores y tests de detección temprana para ser aplicados masivamente.
El gobierno de AMLO y “Susana Distancia”
En las semanas previas, el gobierno insistió con un discurso irresponsable ante la pandemia, motivado por sus intentos de contener la crisis económica y el desgaste de su gobierno ante la crisis sanitaria. Lejos de alertar sobre las condiciones del sistema de salud y canalizar todos los recursos públicos y privados tras un plan unificado de emergencia, dejó de lado medidas preventivas elementales y en particular la implementación de pruebas rápidas.
Mientras AMLO se negaba a declarar la emergencia sanitaria y llamaba a la población a “seguir saliendo a consumir”, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Scheinbaum, perteneciente también al Morena, implementaba distintas medidas -como la suspensión de actividades culturales y la recomendación de permanecer en sus casas- que chocaban con los dichos del presidente. La “sana distancia” de la que hablaban los funcionarios gubernamentales, parecía haberse instalado entre AMLO y una de sus favoritas, posible candidata para la sucesión del 2024.
Pero entre los gobernadores también se expresaron diferencias con el presidente: los de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila formaron un “frente común” contra el COVID19, en tanto que Enrique Alfaro, de Jalisco, anunció que en la entidad se incrementarían los tests de detección rápida y se restringirían el acceso de vuelos provenientes de determinados países. A esto hay que sumarle los cuestionamientos de los partidos de la oposición patronal y sectores patronales como el Consejo Coordinador Empresarial, a los que debe hacer frente un gobierno que está lejos de haber logrado la “unidad nacional”, como reclaman algunos medios de comunicación.
En este panorama, la popularidad de AMLO parece debilitarse entre el movimiento de masas, como resultado de su política irresponsable ante la epidemia, y al calor de las diferencias existentes entre la llamada “clase política”.
Fue hace pocos días cuando la administración federal viró en su política: anunció la suspensión de actividades no esenciales en la administración pública y llamó al confinamiento voluntario para la población hasta el 19 de abril, entre otras medidas que se acercaron a lo que están haciendo otros gobiernos en América Latina. Además, una vez más le otorgó protagonismo al Ejército y la Marina, con el anuncio del DN-III y la puesta de 10 hospitales bajo el control de las fuerzas armadas. Se trata de medidas preparatorias, para que el Ejército tenga legitimidad suficiente a fin de actuar ante los saqueos y otras acciones que expresen la desesperación popular.
Los anuncios de AMLO fueron presentados por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, como parte de un curso coherente y acertado por parte del titular del Ejecutivo. López- Gattel y otros funcionarios intentaron ocultar lo errático de las declaraciones presidenciales, y el hecho evidente que López Obrador, ante el aumento de los infectados y la misma presión de la Organización Mundial de la Salud, tuvo que declarar, a regañadientes, el ingreso en la Fase 2.
Este jueves 26, AMLO, criticado en distintos medios internacionales durante las semanas previas, participó de la cumbre virtual del G20, buscando aparecer como un líder “preocupado” por el combate a la pandemia a nivel mundial.
El presidente, ante las críticas recibidas, buscó reubicarse y evitar una caída mayor en su popularidad, a la par que fortalecía sus alianzas con los grandes empresarios. Pero, ante la pandemia, su política no responde a las necesidades urgentes de los trabajadores y las grandes mayorías populares para las que prometió gobernar.
AMLO, junto a los empresarios
En ayuda del presidente acudieron empresarios como Carlos Slim y Germán Larrea, prometiendo aportaciones económicas que el gobierno “agradeció” públicamente.
Son los mismos empresarios que violan las condiciones de seguridad e higiene para sus trabajadores, como es el caso de Telmex, y han amasado grandes fortunas a costa de los mismos. Por eso, las aportaciones prometidas son migajas para sus grandes ganancias, mediante las que aparecen como “empresarios con compromiso social”, y reafirman sus negocios con la Cuarta Transformación de AMLO.
El gobierno también anunció programas de “ayuda” para enfrentar la retracción económica. Orientados hacia las PyMES y la “economía informal”, se trata de créditos por una suma reducida que, además, deberán ser devueltos con una tasa de interés del 6,5%.
Mientras tanto, para los millones de trabajadores precarios y por cuenta propia, que sufrirán la crisis sobre sus espaldas, no hay ningún subsidio anunciado ni tampoco prohibición de los despidos. Millones de personas, trabajadores y pueblo pobre, no pueden aislarse en sus casas ni abandonar sus puestos en las fábricas, call centers y el comercio informal sin perder sus trabajos. Son ellos quienes están más expuestos al contagio y para quienes el gobierno no garantiza licencias masivas ni la provisión de tests de detección.
En ese contexto, ya surgieron protestas entre los trabajadores del sector salud por la falta de equipo médico y de protección. Éstas se suman a los trabajadores estatales y los estudiantes que exigen la resolución de sus demandas. Mientras en Italia las y los trabajadores llevan adelante su primera huelga general bajo la pandemia, vemos en México las primeras pero muy significativas muestras de que aquí también puede crecer el descontento y expresarse en las calles, que hay que impulsar de forma independiente respecto a los partidos patronales y el gobierno.
Un programa de emergencia en defensa del pueblo trabajador
Aun cuando ya estamos en la Fase 2, el gobierno continúa negando la importancia de una amplia aplicación de los tests y de garantizar la provisión de pruebas rápidas. Esto es una expresión de que continúa con su política irresponsable, que pone en la indefensión al pueblo trabajador.
La detección temprana y masiva es esencial para enfrentar y frenar la dinámica expansiva del virus. Eso es urgente, considerando que en muchos casos la infección puede ser asintomática y por ende los contagios serán más de los que se informa cotidianamente.
Esto debe combinarse con distintas medidas para aislar la expansión y el contagio del virus, como parte de un plan integral de emergencia sanitaria como el que planteamos en este diario. Por eso es fundamental que los mismos se realicen a quienes presenten algunos de los síntomas, a quienes hayan tenido contacto con las personas infectadas (lo cual permitirá llegar a una buena parte de los asintomáticos), así como realizarlos periódicamente a todo el personal de la salud que está en la primera línea de la lucha contra el COVID-19. De igual forma, es imperioso realizarlo a quienes se mantienen trabajando y no pueden entrar en aislamiento, y que pueden ser contagiados por el virus.
Para eso, el estado debe garantizar la provisión de test de detección temprana, adquiriendo masivamente las mismas e invirtiendo para el desarrollo de las pruebas rápidas. Evidentemente, esto choca con la situación critica de la salud en México, el bajo presupuesto asignado y las ganancias del sector privado de la salud.
Para cambiar esta situación, no bastan las donaciones miserables de los grandes capitalistas. Hay que imponer impuestos a las grandes fortunas y dejar de pagar la deuda pública, como una cuestión fundamental para llevar adelante un plan integral de salud, que implica no solo tests masivos, sino también la adquisición de ventiladores, camas, cubrebocas, gel, etc. Así como la contratación de todo el personal de la salud despedido y la centralización por parte del estado del sistema de salud (incluyendo al sector público y privado) para ampliar al máximo todos los recursos necesarios para la lucha contra el COVID-19. Junto a esto, desde La Izquierda Diario México proponemos la reorientación productiva de empresas, para garantizar la producción de todo lo necesario para enfrentar la pandemia.
A la par, es fundamental la prohibición de los despidos y que se otorguen licencias masivas a las y los trabajadores de las industrias y servicios no esenciales. En las que sigan funcionando, son sus trabajadores quienes deben decidir en asamblea si hay condiciones de protección, seguridad e higiene para trabajar o reducir la jornada laboral. El salario de quienes sean licenciados debe ser por tiempo indeterminado y al 100%. Asimismo, hay que exigirle a las autoridades la resolución de los conflictos y las demandasde los trabajadores de NOTIMEX, la Escuela de Derecho Ponciano Arriaga y los profesores de asignatura de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
De igual forma, el estado debe garantizar subsidios a nivel de la canasta básica (o salarios de cuarentena) a los millones que trabajan en el sector informal y que son también parte de los sectores más vulnerables.
Porque como decimos desde La Izquierda Diario y el Movimiento de los Trabajadores Socialistas: ¡nuestras vidas valen más que sus negocios y sus ganancias!

Pablo Oprinari
Sociólogo y latinoamericanista (UNAM), coordinador de México en Llamas. Interpretaciones marxistas de la revolución y coautor de Juventud en las calles. Coordinador de Ideas de Izquierda México, columnista en La Izquierda Diario Mx e integrante del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.